ANTONIO BURGOS | EL RECUADRO


ABC de Sevilla,  6 de octubre  de 2023
                               
 

Pijos discontinuos

No, no es una errata. Este artículo no trata sobre los "fijos discontinuos", que según le llevo escuchado al líder Carlos Herrera por las mañanas son los que hacen que el Gobierno infle y desinfle la cifra de parados según le convenga. No quiero hablar de los fijos discontinuos, que los hay en toda España, sino de una especie autóctona de la fauna sevillana, cual es el pijo efímero, como lo es el cani, el friki, la choni, el tieso o el gorrón. El pijo sevillano, ya saben: banderita española en la muñeca, zapatos sin calcetines, chaqueta de Scalpers, mucha gomina, corbata de seda natural buena, o despechugamiento con camisa cara de las que tienen bordado un caballo al pecho, número antiguo de cuando su abuelo lo apuntó en esa cofradía tan señorial el día mismo de su bautizo. Del pijo dice el DRAE, "en su vestuario, modales, lenguaje, etc., manifiesta afectadamente gustos propios de una clase social adinerada".

¡Pero, ay, ahí te cogí! Lo que dice la Academia será el pijo del barrio de Salamanca, o de Neguri, o de Pedralbes, pero el pijo sevillano no tiene por qué pertenecer a una clase social adinerada. Es efímero, como la Feria. Perteneció a esa clase, pero pegaron el barquinazo hace dos generaciones y el pijo sevillano no puede mantener ese nivel. Tiene una "fábrica de tuvos": "Abuelo tuvo una ganadería de bravo que pastaba por la parte de Lebrija; tío Jaime fue uno de los fundadores del Aero Club; papá era de la directiva del Labradores cuando vino Grace Kelly a la Feria."

El efímero pijo sevillano es un tieso disfrazado de esa clase social adinerada a la que ya que no pertenece. Vive de un modesto empleo bancario, en un pisito de Los Remedios que heredó y para el que no ha tenido ni el dinero necesario para las reformas que urgen en la cocina y en los cuartos de baño... Pero el pijo sevillano, como de cuna se sabe los tics de la clase a la que su familia perteneció, maneja los resortes sociales como para que lo consideren pijo de plantilla con contrato, cuando, como digo, es pijo discontinuo.

El pijo discontinuo tiene sus días de gloria en primavera y verano. Pasa por pijo de verdad cuando consigue que un amigo lo convide a su casa de Vistahermnosa y aparece por El Buzo como si nadara en la abundancia. El pijo discontinuo no tiene barco, pero sí un amigo que todos los años lo invita a Sotofrande ("Soto" dice él a secas) y como al amigo le gusta poco la mar, pega unos yatazos que todo el mundo cree que el catamarán es suyo. El pijo discontinuo no pone caseta en Feria, pero sin pagar cuota consigue que unos amigos lo inviten a la suya y lo dejen allí como de guardia, para atender a invitados, por lo que se harta de convidar como si aquello fuera suyo. Como la primera fila de barrera del amigo a la que nunca falta, y que la gente cree que es suya. Ah, y en Pineda la gente cree que es socio, cuando va de invitado a almorzar o a los concursos de saltos. Con los datos que doy, usted habrá echado las cuenta de la cantidad de pijos discontinuos que hay en Sevilla. Más que pijos fijos en plantilla, que esos sí que están verdaderamente tiesos.

 

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