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De rosa y oro 

                                            por Antonio Burgos


Num. 3072 - 26 de junio del 2003                                    Ir a "¡Hola!" en Internet
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Arturo Pérez Reverte ha ingresado en la Real Academia Española, con un discurso sobre su propio, riquísimo y personalísimo mundo literario, entre maestros de esgrima y espadachines de los Tercios de Flandes, recreándose, como en sus historias del Capitán Alatriste, en el lenguaje del Siglo de Oro. Un novelista en la Academia, como justamente tienen allí sillón Miguel Delibes, Muñoz Molina, Ana María Matute o Vargas Llosa. Está bien que haya novelistas en la Academia, y lingüistas como Gregorio Salvador o Víctor García de la Concha, su director. Para cuidar del lenguaje son necesarios en la Academia los especialistas en todos los ámbitos de expresión en español: poetas como Pere Gimferrer; historiadores de la Literatura como Francisco Rico; hombres de teatro como Fernando Fernán Gómez; periodistas como Ansón o Cebrián; humoristas como Mingote; economistas como Luis Ángel Rojo; filósofos como Emilio Lledó. Echo en falta, pero urgentemente, un modisto. Un hombre o mujer del mundo de la moda. Me da lo mismo que sea Paco Rabanne o Agatha Ruiz de la Prada, Pedro del Hierro o Elio Benhayer, Antonio Miró o Adolfo Domínguez, Vittorio o Lucchino. Pero un modista es mucho más necesario en la Real Academia que un filólogo, un narrador o un científico. Sólo así podrá la Real Academia estar al tanto de algo que se le escapa ahora, por falta de especialistas: las modas del lenguaje.

Si hay modas y tendencias en los colores, en la forma de decorar la casa, en los destinos turísticos, en las comidas, ¿cómo no ha de haberlas en el lenguaje? Al modo de la Pasarela Cibeles, hay una Pasarela Cervantes por la que desfilan las modas del lenguaje cada temporada. Tan cambiantes como las indumentarias. Como todo lo que está muy de moda, las modas del lenguaje dejan de llevarse en cuanto llegan los modelos de la próxima temporada. Las colecciones de modas del lenguaje las forman palabras que se llevan muchísimo, que todo el mundo usa. Por ejemplo, "glamour". Hasta que cierto hotel casposo la dejó para los leones, "glamour" estaba a la última. Ya ha pasado de moda: ahora se lleva "fashion" para expresar lo-más- de-lo-más. Si hubiera un diseñador en la Academia, nos diría que más que por voces españolas, extranjerismos o neologismos, la moda del lenguaje está marcada por la tendencia de muletillas y latiguillos. Ahora se lleva muchísimo la muletilla del "estamos hablando". Todo el que se expresa en español habla, ¿no? Pues no es suficiente. Hay que insistir con el "estamos hablando":

-- Estamos hablando de cómo habla la gente...

El "estamos hablando" podría traducirse por "nos referimos a" o "quiero destacar que". Pero eso no está de moda. Todo el que habla, para subrayar la importancia de lo que cuenta, recurre a esa muletilla. El que te explica el pedazo de chalé que se ha alquilado en Marbella: "Estamos hablando de una casa de 800 metros cuadrados y 2.000 de parcela". Al que se le cae la baba porque su niña ha sacado muy buena nota en Selectividad y va a poder hacer Medicina: "Estamos hablando de un 8,5 de nota". Cuando te comentan un sueldazo: "Estamos hablando de dos millones de antiguas pesetas al mes". Cuando presumen del crucero que van a hacer, en este verano en que se han puesto de moda los cruceros casi tanto como el "estamos hablando": "Estamos hablando de un camarote con terraza exterior y cuarto de baño completo". No se tiene un Ferrari: "Estamos hablando de un Ferrari".

Estamos hablando de una moda del lenguaje que gracias a Dios pasará. Y pronto, como todas. Cual en los trapos, cada moda del lenguaje acaba con la anterior. El "estamos hablando" ha acabado con el espantoso y siempre superfluo "lo que es", que cada vez se utiliza menos. Aquello que la tata decía a la señora:

-- Señora, le he puesto lo que es el vestido que se puso usted ayer en lo que es el armario de lo que es el vestidor, y se lo he colgado en lo que es una percha...

Espantoso "lo que es" que, a su vez, acabó con lo otro horrible del "a nivel de" que a nadie se le caía de la boca: "A nivel de barrio vamos a hacer una protesta a nivel de necesidades de equipamiento urbano..." ¿Cuál será la próxima moda? Se aceptan apuestas. La lengua se nos llena cíclicamente de muletillas y remoquetes tan espantosos como prescindibles, porque no significan nada, pero es la moda. Cada vez hablamos peor, pero ponemos mucho énfasis con el "estamos hablando". Estas muletillas de moda disimulan vulgarismos, solecismos y la cada vez más preocupante y generalizada pobreza de expresión que nos dio la LOGSE y sus vacaciones perpetuas a las Humanidades. Con un diseñador de prestigio como numerario en la Real Academia, de compañero de Pérez Reverte, por lo menos serían más elegantes y llevaderos estos modismos de moda.

Sobre modas del lenguaje, en El RedCuadro:

Lo que es

"Lo que es" la moda del verano 

"Lo que es la climatología"

Más daños colaterales a la lengua española 

Ben Laden ha ganado la guerra al español 

El lenguaje global

 

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