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                A
                los americanos, como a los vascos, les encantan esos mítines
                para poquitos donde la gente se pone púa de comer y a los
                postres habla un señor. Los vascos lo hacen en un frontón y
                los americanos en una fundación, pero es lo mismo. Y en Texas
                estaban los americanos del mítin gastronómico cuando a los
                postres se levantó a hablar Aznar y alguien le dio un sombrero
                tejano. Un Stetson perfecto, negro, igualito que el de Gary
                Cooper en "Solo ante el peligro". Eso: solo ante el
                peligro de hacer el ridículo con un sombrero tejano. Con un
                sombrero tejano en la mano puede uno hacer dos cosas: o
                ponérselo y hacer el ridículo, o no ponérselo y quedar como
                un señor. Aznar es de los que les dan un sombrero de los que
                inventó John Batterson Stetson, una perfecta pieza del
                legendario modelo "Boss of the Plains", y se lo pone.
                Vamos que si se lo pone... Le ocurrió como a González cuando
                fue a los Andes y le dieron un gorro de punto de los incas, con
                orejeras, espantoso, y se lo puso. ¡Anda que estaba bonito! Con
                la diferencia de que como González era de los nuestros, el
                progreso, la solidaridad y esas cosas, se podía poner en la
                cabeza el gorro de los incas, un sombrero de mariachi de sus
                amiguitos del PRI, el castoreño de un picador o el casco de un
                "armao" de la Macarena si le daba la gana, que no
                perdía ni un voto por cuestiones de prendas de cabeza.
                 Lo que nos quedaba que ver era
                a Aznar haciendo el Don Tancredo con el sombrero tejano. Es lo
                único que le ha hecho quitarse el bicornio de Don Tancredo. Ya
                saben lo que hacía en el ruedo ibérico el valenciano don
                Tancredo López, que subido a un pedestal esperaba al toro
                quieto, como si de una estatua se tratara. Vestido como los
                músicos de la tuna, pero completamente de blanco, con su
                bicornio, se ponía a portagayola sobre un taburete y esperaba
                sin mover un músculo que saliera el toro. El toro salía,
                llegaba, miraba a aquel señor vestido de mamarracho tan serio y
                tan quieto, lo olisqueaba quizá, y no le daba ni un mal
                derrote. Aznar cree que haciendo el Don Tancredo ante los
                españoles en materias de guerra y en otras cuestiones no va a
                recibir un mal puntazo, y que allá se las avíe otro con el
                toro, el sucesor que venga detrás, que arree. Del tancredismo
                equivocado de Aznar nos hemos dado cuenta gracias al viaje a
                Texas, allá en el rancho grande, allá donde vivía el Gran
                Boss Bush. Bien está que Aznar quiera hacer el Don Tancredo,
                sin mover un músculo ante las sucesivas tempestades
                desencadenadas por el Gafe de la Moncloa tras la boda de su hija
                en El Escorial: decretazo, Perejil, chapapote... Junto al
                pudridero de El Escorial empezó este proceso de
                descomposición, pero también la soberbia de Don Tancredo. Esa
                soberbia le lleva a ponerse el mundo de la opinión pública
                española por montera: ahora quiere hacer el Don Tancredo con el
                sombrero tejano de Bush. Hombre, se puede hacer el Don Tancredo
                con sombrero tejano, pero pretender encima que no lo coja a uno
                el toro de las encuestas electorales es ya demasiado. 
                Sobre
                la guerra,  en El Recuadro:  
                "Los
                nuevos amos del mundo": opinión de A.B. en la encuesta de
                El Mundo, "Reflexiones ante la guerra"  
                "Suenmano"  
                "El Rey nos manda a
                los albañiles" 
                "Almodòvar
                se juega el Oscar" 
                "Guerra
                no, gracias"  
                "Memoria
                de la fragata Santa María"  
                "Pancarta
                contra la guerra"  
                "Sueño
                goyesco" 
                "Pegatinas
                a la andaluza" 
                  
                 
                 
                    
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