Menese tiene segundo
apellido de güisqui, del güisqui que adoptaron los flamencos como bebida oficial de la
dignificación del cante cuando Ricardo Molina le hizo a don Antonio Mairena la llave de
oro al minuto en el Mister Minitt de la crema de la intelectualidad. Menese se llama José
Menese Scott, ¿y a mí que me importa, si canta desde hace muchos años con ese desgarro
que muchos no descubrieron hasta que oyeron a Camarón? Otros se meten en años y Menese
se ha metido en carnes. Al muchacho delgadito y tímido de La Puebla que cantaba aquellas
letras terribles se le ha puesto planta de figura legendaria del cante. Pero sigue siendo
tan nuevo como cuando fue a cantar al Bar Central de La Puebla, lo oyó Francisco Moreno
Galván e inventó al instante a José Menese. Igual que Cenicienta encontró el zapato,
Menese encontró el arte que llevaba dentro y que mostró a Mairena, a quien lo llevaron a
ganar el jubileo de sus indulgencias plenarias. Cantes grandes, en la tierra morisca que
había dado sólo aficionados a las melodías melosas del Niño Marchena o figuras
fronterizas de la ópera flamenca como La Niña de la Puebla. Dicen que sin Moreno Galván
no hubiera existido Menese. ¿No será más bien al revés? Si no hubiera sido por Menese,
nadie sabría a estas alturas quién fue Moreno Galván... salvo los ex suscriptores de
"Triunfo".
De no haber ido aquel día a
cantar a casa de Fernando el del Central, probablemente el hijo de Menese el zapatero y de
Remedios, la que iba a la Cuesta del Sotillo a lavar la ropa, estaría todavía con la
lezna echando medias suelas, apuntando quizá un cante por saetas de La Puebla el Viernes
Santo. Pero Menese llegó al sitio justo en el momento justo. Mairena (Don Antonio, vamos)
había decretado la santa cruzada de la dignificación del cante, la Tertulia Flamenca de
Radio Sevilla era a estos efectos Los 40 Principales, estaban en marcha los festivales y
los cantaores de Ayuntamiento delimitaban la geografía que iba de Morón a Mairena y de
Mairena a Utrera. Por allí arriba, por Cataluña, estaban los de la canción protesta,
que aún no eran llamados cantautores. Estaba Franco en El Pardo, Carrillo en París,
"Triunfo" en la plaza del Conde del Valle de Suchill y los presos políticos del
Partido Comunista en Carabanchel. Menese unió, por mano y pluma de su Pigmalión, Moreno
Galván, ambas cosas: la pureza del cante y la rebelión del arte flamenco contra la
dictadura. Para los maireneros, era la figura nueva que había que apoyar, porque venía
con toda la pureza y, además, se atrevía a cantarle Franco las cosas que ellos sentían,
pero no podían desde su pedestal. Para los antifranquistas andaluces, Menese era el
símbolo de que también aquí abajo se podía cantar "La Estaca" a compás de
seguiriyas.
Y cómo nos ayudaban a tirar
de la estaca de la dictadura los cantes de Menese. Ir a un recital de Menese era como ir a
misa progre en día de precepto. Tuvo el zapaterito morisco la vista de renunciar a los
dineros fáciles de los tablaos. Pedía la libertad para España, pero empezó
consiguiéndola para sí mismo, quitándose de cantaor de cuadro en el "Zambra"
de Madrid. Lo suyo era lo nuestro: que lo entrevistaran en "Triunfo" como el
Paco Ibáñez de Andalucía que era, que cantara en el Olimpia de París. Menese, entre
tanto, mantenía una difícil doble militancia. Contentaba a los flamencos oficiales (más
que a los flamencólogos, que no lo tragaban) y nos entusiasmaba a los antifranquistas. Le
daban el premio Tomás El Nitri en el más que oficial y franquista Concurso Nacional de
Cante de Córdoba que organizaba Antonio Alarcón Constant, pero nosotros le dábamos el
premio de ir a sus recitales como si fueran un mitin, en el Colegio Mayor San Juan
Evangelista.
Ha tenido, además, el supremo
buen gusto de no haber pasado factura de su lucha por la democracia. Los cantaores de
bodeguilla fueron otros, otros los cantaores de ayuntamiento. Los que, ay, no lucharon
contra la dictadura preguntando por soleá que cuándo querrá el Dios del cielo que la
tortilla se vuelva...
------Puntas del Diamante----
LA MOTO DE CHUMY.- Del 42,
Menese tenía veinte años cuando Chumy Chúmez, que andaba de flamenquerías con Fernanda
y Bernarda para el UHF de TVE (como entonces se decía a la Segunda Cadena), se lo llevó
a Madrid en el transportín de su moto, para que la gran calle de Alcalá reluciera con el
cante de quien iba decidido a hacerse profesional. Al obligado paso como jornalero del
cante en un tablao, y a la liberación del primer disco. Tenía detrás a todo el Partido
Comunista para apoyarlo, a "Triunfo", a Radio París. Ahora podemos saber que
aunque no lo hubiera tenido, Menese hubiera sido Menese. Manolo Gerena también lo tenía,
y ya ven...
LAS LETRAS.- Igual que
en tiempos de Alfonso XIII todos los chistes andaluces eran atribuidos al Bizco Pardal de
Ecija, en los últimos tiempos de Franco todas las letras rebeldes y denuncia pasaban por
ser de Menese. Era como un cantautor con pluma ajena. Hacía "flamenco de
autor", con las valientes letras de Moreno Galván. Pero hasta las albertianas
"Coplas de Juan Panadero" eran atribuidas por muchos a Menese.
EL DOLOR DEL CANTE.-
Dijo un día: "El cante bueno duele". Por eso ahora lo descubren muchos que han
llegado al flamenco de la mano de la moda de Camarón y el camaronismo. De José Monge, ha
dicho Menese: "Camarón era como todos los cantaores que nos desgarramos con el
cante, lo que llama la gente "raro", que es esta locura que nos mete el
cante".
LA REUNIÓN.- A Don
Antonio Mairena le hicieron a su medida el Festival de su pueblo. Menese no iba a ser
menos. En su estela se creó en 1967 la Reunión de Cante Jondo de La Puebla de Cazalla,
festival que cuenta con la valiosa serie de carteles de Moreno Galván. Para que se hagan
una idea del tirón que tenía desde el comienzo aquel niño morisco que cantaba letras
contra Franco, he aquí el elenco de la primera Reunión: Antonio Mairena, Juan Talega,
Chocolate, Fernanda y Bernarda, El Perrate, Paco Laberinto, Trini España y Diego del
Gastor. Es como si en la Plaza del Arquillo, Mairena, desde su trono, ante el mairenismo
militante, dijera: "Este es mi hijo artístico amado, en quien tengo puestas todas
mis complacencias..."
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