ANTONIO BURGOS | EL RECUADRO


Rebujito con Bujero del Metro

El alcalde Manuel del Valle, al que se le quedó nombre de avenida, tendría ahora que modificar su frase. Sin que nunca lo explicara (dicen que para que Felipe González pudiera mandar al Metro de Bilbao el dinero de Sevilla y congraciarse así con el PNV), Valle dijo aquello rotundo de: «El Metro, un túnel sin salida». Tras el quioscazo que ha pegado el Metro en la Puerta Jerez, ahora tendría que decir: «El Metro, un túnel con bujero». Lo del Cristina no es un socavón, ni un hundimiento, ni eso que los arquitectos llaman como antiguamente a los infartos: un colapso. Ni siquiera es un agujero. Es algo tan sevillano como un bujero. El Bujero del Metro. Producido por las filtraciones de la capa freática de las famosas margas azules, que parecen la letra de la sevillana de las marismas del cielo: «Con esas margas azules/que están en nuestro subsuelo,/un quiosco se ha tragao/el Metro con su Bujero».

La Puerta Jerez tiene mal vají. Cuando el Túnel sin Salida, se rajó La Equitativa de arriba abajo y se descuajaringó la casa de los Guardiola, por lo que llegó Manolito y mandó parar. Ahora, el Bujero del metro se traga los quioscos enteritos. Pero verá usted cómo no paran la fecha de inauguración. Enseguía se pierden éstos la foto del corte de cinta. (Cinta Castillo, naturalmente, consejera de Medio Ambiente y Parte del Otro Medio.)

Y queda el canguelo, el miedo, el pavor, la jindama. Si miedo había antes a montarse en el Metro, que pasa por debajo del río de la Puerta Jerez a la Plaza de Cuba, imagínense ahora. ¿Quién me asegura a mí que cuando vaya en el Metro por debajo del Puente de San Telmo no se vaya a abrir un bujero y caiga por allí hasta Willy Moya haciendo su cocina de autor en Abades Triana? Como cuando la bomba de Palomares se puso Fraga el meyba tamaño cama de matrimonio y se bañó en el mar para quitar el canguelo nacional ante la radiactividad, alguien que inspire confianza tendría que montarse ahora en el Metro y darse una vueltecita por debajo del río, para quitarnos la jindama. Si no, el himno oficial del Metro será de Marifé: «Miedo/tengo miedo,/miedo de subirme,/miedo, mucho miedo/miedo de jundirme./Tiembla noche y día/tó el vagón entero,/reza avemarías/no se abra un Bujero.»

Beduinos de Obama.- Vamos a gastarnos 60.000 euros para que vengan los asesores de Obama y le digan al alcalde y a sus concejales cómo ganar las elecciones. Pueden ahorrarse el viaje. Mientras Sevilla esté como está, mientras se despilfarre el dinero como lo tiran, mientras siga el nepotismo y la falsa facturación, por muchas clases que les den, éstos no se parecen a Obama ni aunque se pintarraqueen la cara de negro como si fueran a salir de beduinos en la Cabalgata. Mejor que traer asesores sería importar votantes americanos, de los que a la hora de las urnas no se dejan embaucar por la demagogia, la subvención y el mangazo.

Bicicletas por las aceras.- Porque la cosa está achuchada, si no, le mandábamos estas Pascuas un pavo al Tribunal de Justicia de Andalucía por haber dictado que las aceras son para que caminemos los peatones, joé, no para que vayan por allí las bicicletas y nos arrollen. En los tiempos que corren y ante la dictadura de los militantes de la bicicleta, la proclamación de la obviedad se convierte en un acto heroico.

Los rancios de la Unesco.- Los de la Unesco no tienen ni idea de Sevilla. ¡Cuidado que decir que el rascacielos de Cajasol rompe el paisaje urbano que se mantiene desde el siglo XII con la Giralda! ¡Cuidado que amenazarnos con quitarnos de la lista del Patrimonio de la Humanidad! Lo que tenía que hacer la Unesco era echar menos cuenta a los fachas rancios de las fuerzas retardatarias y valorar el tranvía que hemos hecho, y la modernez de la Piel Sensible, y lo bonita que hemos puesto la Puerta Jerez con sus bancos de Ikea y sus tradicionales Bujeros del Metro.

Hotel Rosamar.- Me equivoqué. Dije que Rosamar tiene nombre de bloque de apartamentos de Matalascañas. No es de Matalascañas, es de Benidorm. Y no son apartamentos, es hotel. Totalmente confirmado. Ayer venía en ABC, página 37, en la oferta de Viajes El Corte Inglés para el Puente de Diciembre. Entre los establecimientos recomendados, ponía: «Benidorm, Alicante, Hotel Rosamar xxx, Estancia mínima 3 noches. 1er. y 2º niño, 50% descuento. 31 euros M.P.» ¡Barato me parece, tratándose de Rosamar! Y tres estrellas son pocas. Rosamar es cinco estrellas gran lujo.

 

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