ANTONIO BURGOS | EL RECUADRO


Compre tricornios españoles

El sombrerero Padilla Crespo fue uno de tantos comerciantes españoles a los que las carestías de la postguerra convirtieron en magos de la publicidad. Lo tengo en la misma galería de genios que a Butragueño, el que llenaba de gabardinas el otoño madrileño, o que a Escobar, que le hacía la competencia en Sevilla a su paisano Bécquer con una rima radiofónica: «¿Te quieres casar? Muebles Escobar». Padilla Crespo inventó un anuncio para sus sombreros que proclamaba: «Padilla Crespo, siempre a la cabeza». ¿Lo de «los rojos no usaban sombrero», dice usted? No, eso no es Padilla Crespo, una lástima. Ese anuncio, reflejo de la mentalidad de una época, era de la muy elegante Sombrerería Brave, calle Montera, 6, Madrid. Lo que sí inventó Padilla Crespo fue un lema con tanta fuerza que ha resistido a los tiempos y ha llegado a nuestros días, hasta el punto de que lo acaba de hacer suyo el ministro Miguel Sebastián.

El lema de Padilla Crespo al que me refiero estuvo hasta hace unos años campeando como una divisa nobiliaria en el rótulo de la tienda de la cadena sombrerera que estaba en pleno centro de Sevilla, en La Campana, junto al bar de Pepe Pinto y su mujer, La Niña de los Peines, bar que tenía por cierto un cuarto de los cabales donde si no estaba Antonio Mairena es porque estaba Juan Talega, y si no estaba Juan Talega es porque estaba Antonio Nuñez Chocolate. En aquel rótulo de Padilla Crespo, símbolo de la autarquía en la España de las cartillas de racionamiento y del cerco internacional a la dictadura, pregonando las excelencias de las mascotas, las boinas y las gorras que había en el escaparate, ponía lo mismito que ha dicho Miguel Sebastián:

«Artículo español, jornal para los nuestros».

El ministro de Industria se ha limitado a cuantificar el lema de Padilla Crespo. Ha dicho que si cada uno deja de gastar 150 euros en productos extranjeros para comprar por ese importe un artículo español, el jornal quedará asegurado para 120.000 de los nuestros. Claro que también pueden echarse las cuentas al revés. Si yo no fuera de Letras, las echaba. Si empleando 150 euros en productos españoles se afianzan 120.000 puestos de trabajo, ¿cuánto hemos tenido que gastar en artículos extranjeros para que aquí, según la estadística del 8 de enero, haya 3.128.963 parados?

Dentro de esta estética Padilla Crespo, tan años 40, no me extrañaría que la próxima propuesta del Gobierno sea que le pongamos al coche un gasógeno, ya que así disminuirán notablemente las importaciones de crudo y nuestro déficit exterior se va a poner que va a dar gloria verlo. Instalado el gasógeno en el coche, podíamos pasar a las restricciones de luz, al «corte de fluido», como se le llamaba en la tétrica España de la postguerra, para ahorrar electricidad. Es la senda de la autarquía que propone Miguel Sebastián: de irnos de vacaciones al Caribe, nada; a la Playa de Madrid y va que chuta, como cuando Solís Ruiz la inauguró como Parque Sindical. En cuanto a la nieve, ahora, ahora es cuando se sabe la razón de todas estas nevadas que han colapsado España. El cambio climático obedece fielmente las directrices del ministro y quiere ponernos la nieve en el mismísimo aeropuerto de Barajas, a fin de que ni siquiera tengamos que coger el avión para irnos a esquiar a los Alpes.

Estaba pensando que si le hacemos caso al ministro no podremos comprarnos un coche, porque el que no es Renault es Toyota; ni renovar el ordenador, porque el que no es Dell es HP; ni adaptar la televisión a la digital terrestre, porque la que no es Phillips es Sony. Nos quedaríamos sin aire acondicionado, sin teléfono móvil, sin impresora, sin consola para los niños. Incluso sin las bombillas de bajo consumo que tanto gustan a Sebastián y que por cierto aún estamos esperando que nos regale las dos por cabeza que prometió.

Miguel Sebastián podía haberse ahorrado su autárquica recomendación, dando trigo en vez de tanta predicación. Mejor que tanto recomendarnos que consumamos productos españoles, que el Gobierno empiece por comprarlos. Que por ejemplo compre en España los tricornios y los uniformes de la Guardia Civil, y no que los traiga de China. Nada más adecuado que una prenda de cabeza símbolo de nuestra patria cual el sombrero de la Guardia Civil para aplicar el lema de Miguel Sebastián, digo, de Padilla Crespo: «Tricornio español, jornal para los nuestros».

 

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