ANTONIO BURGOS | EL RECUADRO


Las buenas (malas) prácticas

Hay noticias que las lees en el periódico e inmediatamente tienes que mirar la fecha para ver que no es 28 de diciembre, porque te suenan a inocentadas de camelo. ¿Saben la última? Pues la última dice textualmente, aguanten la risa: «El Ayuntamiento de Sevilla fue seleccionado como modelo de buenas prácticas municipales por el Comité Federal del PSOE y llevará a cabo unas jornadas en las que mostrará el trabajo realizado. Según informó el Grupo Socialista municipal, Sevilla acoge durante el lunes 11 y el martes día 12 las Jornadas de Buenas Prácticas en Ayuntamientos organizada por el Comité Federal del PSOE, que seleccionó al Consistorio de la capital andaluza como modelo en la aplicación de políticas socialistas para la mejora de la movilidad y de procesos de peatonalización en todo el país, así como en materia de regeneración ambiental, vivienda y participación ciudadana.»

—Esto es una inocentada pasada de fecha, ¿no?

—No, esto es de verdad, y esas jornadas concluyen hoy, que no es 28 de diciembre, sino 12 de mayo.

—Pues si el Ayuntamiento de Sevilla es el modelo de las buenas prácticas municipales, ¿cómo será el modelo de las malas prácticas?

—Un Ayuntamiento que no sea del PSOE: el de Cádiz, el de Fuengirola, el de Madrid. El quid de la cuestión, el intríngulis del modelo de las buenas prácticas está en quién propone ese paradigma. Si te parece, el Comité Federal del PSOE va a decir que el modelo de buenas prácticas municipales es Teófila Martínez, o Gallardón, o Esperanza Oña. O Rosa Aguilar. Aunque a la alcaldesa de Córdoba ese Comité ya le dio el premio de buena práctica municipal, que consiste en traérsela a Sevilla de consejera de Obras Públicas de la Junta.

Lo más curioso es que para proclamar al Ayuntamiento como modelo, el Comité Federal ha tenido en cuenta precisamente todo aquello que más por saco ha dado a los sevillanos, todo lo que se ha hecho contra su voluntad, porque sí, porque aquí mando yo. A saber: la Piel Sensible, esto es, convertir la Plaza del Pan y La Alfalfa en mamarrachadas; las Setas de la Encarnación, que no hacían falta ninguna; el tranvía más caro y más corto del mundo, que lleva desde ningún sitio a ninguna parte; el Metro Acolapsado de una sola línea que nos venden como bingo; la Ronda de sentido único sin pedir la opinión de los vecinos; las puñeteras bicicletitas, etcétera.

—O sea, el cuento de la buena pipa...

Más o menos. Aunque tiene que haber una parte secreta en la elección del modelo de buena práctica socialista municipal. Los dos mejores ejemplos de esa práctica están calentitos, y son éstos. Son los más recientes, pero los más indignantes:

1. La Torre Pelli.- Aunque la Unesco está en plan «opá, que ví a largá» y nos va a quitar los títulos de Patrimonio de la Humanidad, las obras de ese rascacielos inútil y prescindible que se cargará la línea de horizonte de Sevilla han comenzado ya, sin atender una sola protesta. ¡Buena práctica de hechos consumados!

2. La calle Asunción.- Contra la opinión de los damnificados y sus 50.000 firmas, por las bravas la convierten en un campo nazi de concentración, con sus alambradas y todo, y empiezan las obras porque a ellos les da la gana, como castigo al Ominoso Barrio del PP. ¡Buena práctica de hechos consumados!

O la buena práctica con Aníbal González: dejamos que se hunda su Plaza de España, pero le levantamos un monumento. Y ni te cuento la buena práctica de las facturas falsas, de Mercasevilla y de las subvenciones a los camaradas comunistas. ¡Ahí sí que tienen buena práctica en la mangoleta de la Barqueta!

 

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