Sevillanos con militancia de admiración por Cádiz, el recordado Antonio de la Torre y Gloria Gamito, su mujer, se lo sabían de memoria. Entero y pleno. Y cantándolo nos alegraban la tarde en la Redacción de ABC en Cardenal Ilundain. Hablo de un popurrí antológico del Carnaval. Del histórico popurrí de «Los Cruzados Mágicos», la chirigota que en 1982 renovó la modalidad, con letra de Paco Rosado y música de José Manuel Gómez y Emilio Rosado. El popurrí era de narrativa popular gaditana. Contaba un día en la Playa Victoria del Cruzado Don Rosendo. Para tirarse. La odisea completa, con mujer y niños. Con el puñetero Iván: «Se le ha perdido ahora su hijo Iván,/no está bañándose,/no lo ven sus hermanos/ni la mare que lo parió»... Y en la fidelísima descripción, realismo puro, con la angustia de Don Rosendo buscando al joío Iván, la megafonía de la playa: «La niña del altavoz/,¡la una!,/qué guasa tiene en la voz,/¡las dos!,/con el tiempo y la Torrox,/la pelota y el reloj,/vaya coñazo le dio». Y uno de los chirigoteros, imitando la voz gangosa de la niña entonces locutora en la megafonía de la Playa Victoria, salta:

—En nuestro locutorio tenemos un pequeño. Dice llamarse Iván y tiene un bañador del Piojito una jartá de chungo.

Aquel popurrí se cantó por vez primera hace 27 años y aún se tira la gente de risa cuando en el MP3, en el Youtube o en los audios de «La Voz de Cádiz» por Internet oye cómo la niña malage del altavoz dice que el Iván lleva un bañador del Piojito una jartá de chungo. A Los Cruzados, por aquel pelotazo, le dieron el primer premio. Qué tiempos. Ahora el ordenancismo municipal playero quizá le hubiera dado cajonazo a Los Cruzados. Como se lo han dado a Juan, el locutor de la megafonía de servicio público de la playa de La Caleta, que tenía hasta hace unos días al chaval del altavoz con más gracia del mundo. Sembrado. La otra cara del duro antiguo del polvorón de la niña del popurrí de Los Cruzados y del bañador del Piojito de Iván, una jartá de chungo. A Juan, de momento, lo han retirado del servicio. Para decepción de las marías viñeras, los altavoces caleteros están mudos. Castigar la gracia en Cádiz es como declarar en Escocia al bacalao fuera de la ley, joé, y es lo que han hecho con el pobre Juan. Que tenía unos golpes que no los mejoran los cuplés de Manolito Santander. Ya saben, «y yo Cádiz te repito y te lo explico», que Juan, el chaval del altavoz, floreaba sus avisos con golpes chirigoteros. Eran como resúmenes de cuplés, como jaicais con la gracia de Cai:

«Cuidado al bañarse, que viene una plaga de medusas con mú malas ideas».

«Precaución con las entradas y salidas de embarcaciones, y con las mojarritas de piera».

«Están prohibidos los juegos de pelota; por favor, comprarse un parchí».

Oooooole. Estaba sembrado en el golpe de cada aviso. Y las despedidas de cada tarde, como «el año que viene volveremos» de las chirigotas clásicas: «Son las 9 de la tarde, en estos momentos finalizan los servicios de playa, os espero mañana a todas, que me he quedado con vuestras caras, y traeros una rebequita, porque va a cambiar el viento».

Ole, ole y ole, y el que no diga ole, que lo contrate Arasti Barca, que es la empresa malage encargada de la megafonía caletera, la que ha dado el cajonazo a Juan, el chaval del altavoz que definitivamente redimió la mala fama que al oficio de la locución playera le dio la niña de Los Cruzados, que tenía un malage una jartá de chungo. Más chungo que el bañador del Piojito de Iván, o más que las malas ideas de las aguavivas de la plaga que anunciaba Juan, a quien yo ahora, a lo Juan... Palomo, le concedo el primer premio de gracia de Cai y lo anuncio por el altavoz del rumor de las olas de La Caleta, que es plata quieta.