¿Hasta dónde llega la peatonalización? Ya va por Utrera. Tal como suena. Como a la noche se le fue la mano en la canción de Ana Belén, qué derroche, cuánta locura, a Sevilla se le ha ido la mano en la peatonalización, que llega a Utrera. No es que poniendo vallas de obras, pum, pum, pum, hayan hecho peatonal toda la carretera de Montequinto hasta la mismísima Utrera. Es que como todo se pega, menos lo bonito, a Utrera también ha llegado la peatonalización.

—Vamos, que al mostachón lo han hecho peatonal.

Ni más ni menos, que decía Valdés Leal. Es lo que suele ocurrir históricamente en los pueblos, que siempre copian a Sevilla. Cuando la Exposición Iberoamericana del 29 y el éxito de la arquitectura regionalista de Aníbal González, los pueblos se llenaron de casas de estilo sevillano. La Palma del Condado o Constantina son dos buenos ejemplos de azulejitos y ladrillo visto. El fenómeno se repitió luego con la Expo del 92. Como Sevilla se llenó de rondas y postmodernidad, los pueblos copiaron la Estética Expo, y arrasaron muchas de sus plazas románticas para acartujarlas: las pusieron como La Cartuja. Ahora se impone en la provincia el mismo modelo de ciudad que están perpetrando contra Sevilla: se trata de que Utrera no se parezca a Utrera.

Llamo a un amigo utrerano y le pregunto si es verdad lo de la peatonalización, si es que en Utrera está gobernando un tío de la pipa o qué, y me dice:

—No, Antonio, aquí no hay tío de la cachimba gracias a Dios, pero tenemos la proporción de tontos que nos corresponde como ciudad que ha sobrepasado los 50.000 habitantes. Aquí no habían peatonalizado nada, sólo El Niño Perdido, la antigua Judería, por donde nunca ha podido pasar un coche por su estrechez. Han peatonalizado parcialmente la Plaza del Altozano, pero derivando el tráfico hacia el monumental barrio de Santa María; la señorial calle Ancha, donde vivían los ganaderos más sobresalientes de nuestra historia, como el célebre Cabrera; y ahora están peatonalizando la calle San Francisco, vulgo Clemente de la Cuadra, y la Plaza del Ayuntamiento. Un obrón que paga el Plan E. Desgraciadamente, Utrera ha copiado a Sevilla en esto y en otras muchas cosas. Las cofradías han pedido incluso vocablos tan clásicos como el de la «clavería», para llamarla Junta de Gobierno. Las casetas de Feria, hasta hace cuarenta años a cielo abierto, con orquestas que tocaban boleros y casetillas donde se cantaba flamenco, ahora son casetas cerradas con lonas donde te aburren con sevillanas. Antes sólo se iba a la Feria de noche y ahora por la tarde, como en Sevilla. El resultado es dramático: en septiembre en Utrera hace 15 grados más que en la Feria de Sevilla, y dentro de las casetas sobrepasamos los 40. La globalización y la sevillanización, están acabando con la personalidad de todos nuestros pueblos.

Con la complicidad de la Diputación, que con la tontería de la «eficiencia energética y medioambiental» tiene en marcha el llamado «Plan Peatonal de Cascos Urbanos», para cerrar a la circulación el centro de los pueblos. Según ese plan, lo que me cuenta mi amigo utrerano será pronto la ridícula realidad de La Rinconada, Dos Hermanas, Alcalá de Guadaira, Los Palacios, Écija, Morón, Osuna, Arahal, Estepa, Marchena, Las Cabezas, Puebla de Cazalla, Lebrija, Lora, Carmona, El Viso, Mairena del Alcor, Gines, Castilleja, Coria, Bormujos, San Juan de Aznalfarache, Sanlúcar la Mayor, Pilas, Brenes y La Algaba. Doce de estas poblaciones están decididas, además, a prohibir la circulación dentro del casco urbano. Nada, nada, por mí que siga el cachondeo. Así que dense prisa y visiten la hermosura de nuestros pueblos antes que acaben de cargárselos los catetos que para no ser catetos imitan a los catetos de la capital. Que son los más peligrosos.