¿Quién ha dicho que el tabaco es malo para la salud? Para la salud democrática de Sevilla el tabaco ha demostrado ser bien salutífero. Gracias a los asuntos del tabaco, por vez primera el alcalde ha puesto encima de la mesa los que debería poner todos los días, y se ha liberado de la dictadura de los 25.772 votos que padece él y sufre Sevilla. Los sevillanos, con el alcalde a la cabeza, somos prisioneros del Gulag que tiene montado IU, donde es jefe de este campo de concentración con vallas alambradas por doquier el famoso tío de la pipa, vulgo cachimba.

Y como la mancha de la mora con otra verde se quita, hasta que no han llegado los chavales de Las Cigarreras dispuestos a recoger 25.772 firmas contra esta dictadura de los 25.772 votos, el alcalde no se ha decidido a poner en su sitio al de la pipa. ¿Pipa de la paz? En absoluto: pipa de la guerra contra todo lo que no sea su trasnochado discurso izquierdista pasado de fecha y pasado de maracas verbales, el cuento del envergue de la sostenibilidad intermodal de la viabilidad de la movilidad del me alegro verte bueno. Pipa de la guerra contra los vecinos del centro, contra Los Remedios, contra los comerciantes, contra las cofradías, contra la Casa de Alba, contra los conductores, contra los nombres de las calles, contra qué sé yo. No se puede tener tanto odio y tanto resentimiento contra tantas cosas en ese corpachón como para descargar sacos de cementos en el muelle en vez de no haberla doblado nunca, que cuando su santa madre lo parió, la matrona le dijo: «Señora, ha tenido usted un liberado sindical precioso, ¡qué vida se va a pegar el tío!»

Había en el desencadenante de este repentino ataque de autoridad y dignidad que le ha dado al alcalde un aspecto estrictamente tabacalero. Altadis total. La Banda de las Cigarreras sigue siendo de Las Cigarreras, a diferencia de la hermandad, que se ha quitado del tabaco y se ha puesto ese mote cursi de Columna y Azotes. Las Cigarreras de la banda de los fantásticos 400 chavales del tambor y la corneta no producen, por lo visto, un tabaco de pipa de acuerdo con las exigencias de la cachimba dictatorial. Y por eso les mandaron una papela para desalojarlos de su local del Paseo Marqués del Contadero. Según el de la pipa, los chavales de la Banda de las Cigarreras no deben de ser jóvenes, sino señores que no se mojan la barriga, todos de 40 para arriba. De otra forma no se explica que quisiera quitarles el local para dárselo a la Juventud. ¿Qué más juventud quieres, miarma, que esta sana juventud trompetera, que sopla en una corneta en vez de soplarse cuatro botellas de calimocho y tres de ron con triquitraque?

Y aquí fue donde el alcalde, haciendo caso omiso de las leyes antitabaco de pipa, lo puso en su sitio y lo desautorizó. De donde se infiere que la solución para Sevilla es la Banda de las Cigarreras. Los únicos que han puesto al tío de la pipa y sus secuaces en su sitio han sido los chavales de Las Cigarreras. Así que comerciantes del centro, trianeros de San Jacinto, vecinos de la calle Asunción, descendientes de los sevillanos barridos del nomenclator, buscadores de aparcamiento, sufridores del embotellamiento de San Telmo, sevillanos todos jodidos por este Ayuntamiento que tiene secuestrado el de la pipa con sus solos 25.772 votos: llamen a la Banda de las Cigarreras, gracias a la cual el alcalde por vez primera ha hecho lo que debía hacer todos los días. Ejercer la autoridad y el sentido común, dejarse de tonterías y poner al de la cachimba en su sitio: en la exigua cuota de poder que debería tener con sus 25.772 votos, frente a los 128.776 que sacó el PP, al que le quitaron la alcaldía por el procedimiento del tirón.