HASTA que Belén Esteban regrese con su ITV nasal hecha y habiendo dejado las bolsas de los ojos en la consigna de Hipercor, estábamos sin Voz del Pueblo, esa forma casi helvética de democracia directa que surgió en los platós y que de vez en cuando recordaba:

- Zapatero, ¡las vacunas!

Belén Esteban no está ni se le espera hasta que dé las campanadas. No importa. Si es por campanadas (y además sin Campanario), la que dio Javier Borderías en la tribuna de oradores del Congreso de los Diputados, cuando el chaval subió a leer el artículo 28 de la Constitución, el del derecho de huelga y, saltándose el libreto de la función como colegial navideña preparada por Bono, metió la más genial morcilla:

- Me da pena y vergüenza que los sindicatos no ejerzan este derecho en los tiempos que corren y que se dediquen a bailar el agua al Gobierno.

Oooooooooole. El gol colado por las puertas de lo políticamente necesario no lo pudo parar ni Iker Casillas, que estaba allí a pie de obra. La seño que estaba a cargo de la miguilla me parece que castigó a Javier. Eso sí que es una bordería, porque lo que había hecho no tenía nada que ver con su apellido y sí mucho con lo que pensamos los españoles cuando vemos a esos sindicatos, agradadores y palmeros del Gobierno. Sobre todo a ese Cándido Méndez, con el cuerpo que tiene como para descargar sacos de cemento en el muelle, con esa pinta de no haberla doblado en su vida como buen liberado sindical, cuya defensa de los trabajadores y de los 4 millones de currelantes que no pueden ejercer de tales, empieza y termina en no ponerse la corbata.

Me apunto a la voz de Pepito Grillo de Javier Borderías. Este chaval del colegio concertado Asunción Cuestablanca no ha puesto en evidencia sólo a los sindicatos. Ha puesto más en evidencia a la oposición. Lo que ha dicho es lo que muchos votantes del PP están deseandito poder escucharle de una vez con esa claridad y contundencia al blandengue de Rajoy desde hace siete mil millones de años, en vez de tanta pastelería y tanta bollería. A mí me da pena y vergüenza no sólo que los sindicatos no hayan ejercido el derecho a la huelga en lo que va de crisis, sino que me da más pena y más vergüenza todavía que lo que Rajoy tenía que recordar todos los días haya tenido que venir a proclamarlo un estudiante de Bachillerato. O tengo tapones en los oídos, o yo no he escuchado todavía una condena igual de rotunda que la de Javier Borderías sobre el supremo baile del agua de los sindicatos, el Baile de Debutantes de los sindicatos ante la crisis, que será el día 12, cuando, preocupadísimos por los 4 millones de parados, Comisiones y UGT se manifestarán... contra los empresarios.

Que también tienen la culpa, ¿eh? Es una pena que Javier Borderías no leyera el artículo 38 de la Constitución sobre el empresariado y metiera su morcilla. Porque yo no sé en otras partes de España, pero en Andalucía los empresarios acaban de firmar con los sindicatos un acuerdo de concertación social por el que el poder político les suelta a entrambos 19.000 millones del ala. ¿No van a estar callados los profesionales de la representación empresarial arrimados al perol, si son como los sindicalistas, pero con corbata? ¿No le van a bailar el agua los sindicatos al Gobierno? Hasta del zapateado de Sarasate son capaces...

Lo de Javier Borderías, empero, me ha sabido a poco. A una hora de máxima audiencia este chaval debería leernos y comentarnos la Constitución enterita por TVE. O por lo menos los artículos sobre el Tribunal Constitucional y sobre la nación española. Si el derecho a la huelga le da pena y vergüenza, ¿qué le dará la valentía y la prisa del Tribunal Constitucional en pronunciarse sobre el Estatut Tururut y la pasividad del Gobierno ante el referéndum separatista de la Señorita Pepis?