ANTONIO BURGOS | EL RECUADRO


Prohibido prohibir

En los primeros tiempos de la Transición apareció en una tapia de no sé qué ciudad una pintada que decía: «Contra Franco vivíamos mejor». El mismo anónimo autor de esa pintada tendría que inspirarse en los tiempos que corren y volver a coger la brocha para poner: «Con Felipe los socialistas no prohibían tantas cosas». Porque de un tiempo a esta parte, exactamente desde que Zapatero ganó las elecciones tras el 11-M, yo no he visto más cantidad de cosas que están prohibiendo estos tíos. Son las grandes contradicciones de los progres llegados a la poltrona. Cuando se dieron los primeros casos de corrupción, que si Mienmano, que si Filesa, que si Malesa, aquel sevillano sabio y guasón dijo:

—Lo malo no es lo granujas que son, sino lo pronto que han aprendido a serlo.

Ahora ese mismo guasón podría sentenciar:

—Lo malo no es lo inútiles que son para solucionar la crisis y solventar los problemas, sino la cantidad de cosas que prohíben.

La contradicción es que estos progres que nos gobiernan cuando eran chicos tenían mitificado el Mayo Francés del 68...

—Uuuuuuuy...

—¿Uy de qué?

—Que por poco aquella utopía es una cochinada, usted, una guarrería española. ¿Se imagina que la asonada estudiantil hubiera sido un año más tarde y que ahora estuviéramos hablando del Mayo Francés del 69, que suena fatal se mire por donde se mire, tanto por la parte del francés como por la parte del 69?

Que iba diciendo que la incoherencia de estos progres que nos gobiernan es que cuando no habían cogido tajada ni se habían arrimado al perol, glorificaron todo lo relativo al Mayo Francés, y citaban muchísimo dos lemas de la revuelta: «Seamos realistas, pidamos lo imposible» y «Prohibido prohibir». La primera parte se ha cumplido. Seamos realistas: hemos conseguido lo imposible, tal como pedían. Parecía imposible que dejáramos en manos de una manta de incompetentes e irresponsables algo tan importante como la nación española, y ahí los tienen. Como un desmentido a la frase de Rafael Guerra «Guerrita»: «Lo que no puede ser hay veces en que sí puede ser perfectamente como resultado de la voluntad democrática expresada en las urnas, y además es más que posible que así siga siendo en las próximas elecciones.»

En cuanto a lo del «prohibido prohibir», no sólo han incumplido aquella consigna parisina, sino que se han hartado y se están hartando de vedar cosas. Cada político de la progresía llevaba dentro un guardia de la porra. Cuando estaban en la oposición no se les notaba. Pero les ha salido a flote cuando han llegado al poder: «Niño, eso no se hace; niño, eso no se dice». Nunca desde el poder nos fiscalizaron tanto nuestra vida privada de señores particulares. Sostengo que prohibían bastante menos cosas en la odiosa dictadura, a la que me opuse cuando había que hacerlo, con Franco vivo, cuando por allí ni estaban ni se les esperaban todos estos caudillitos que ahora expiden carnés de demócratas. En la dictadura, cierto, no podías decir lo que pensabas ni podías votar. Pero no te trataban como a un delincuente si fumabas. Y si tenías un bar, no te estampillaban de guardia de la porra, para que no dejaras fumar a la gente. Contra Franco fumábamos mejor y Felipe González no veas qué puros se ventilaba hasta en el Congreso de los Diputados.

Por lo demás, incluso podías ir a los toros en Barcelona sin que te llamaran asesino. Y si estudiabas Medicina o Enfermería, no te prohibían tu derecho a la objeción de conciencia ni tenías que aprender obligatoriamente a perpetrar abortos. Que es como si en la Academia de Zaragoza los cadetes tuvieran que aprender obligatoriamente cómo se forma un piquete de fusilamiento y cómo se da el tiro de gracia.

 

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