ANTONIO BURGOS | EL RECUADRO


Aprobados y cates para padres

Muchas veces los sevillanos se me acercan con cara de recuadro. Con cara de venir a darme un tema cantado, para que escriba un artículo. Y en estos días de fin de curso, vacaciones y boletines de notas, se me acerca con cara de recuadro, atribulado, un padre con niño en Secundaria y niña en Primaria, y se me pone entre nostálgico y reivindicativo a darme el artículo hecho:

«Cuando yo era niño, poco me podían ayudar en casa para hacer los deberes. Primero porque mi padre, la verdad, apenas había aprendido las que entonces llamaban las cuatro reglas, y demasiado mérito tenía con haber sacado adelante a la familia y que nosotros pudiéramos estudiar en el Instituto. Y después, porque trabajaba con pluriempleo. ¿Se acuerda usted del pluriempleo? ¡Anda que no ha pasado tiempo desde que se acabó el pluriempleo! Si tener un empleo es una suerte, ni te cuento tener otro trabajo por la tarde, como mi padre cuando salía de su oficina, que se iba a llevar la contabilidad y los seguros sociales de una fabriquita. Por esto mi padre volvía a casa siempre ya de noche. Y mi madre, atareada con la casa y con mis tres hermanos, tampoco tenía tiempo de ayudarme. Además, que los pobres, con sus cuatro reglas peladas los dos, poca mano podían echarme en Matemáticas.

«Debían de ser buenos los maestros de entonces, porque nos ponían pocos deberes para casa y la tarea la podíamos hacer perfectamente solos por nuestra cuenta, sin ayuda de los padres. ¡Igualito que ahora, y a ver si escribe usted de esto, Burgos! Ahora los niños exigen cuando vuelven del cole que el padre y la madre, los dos, les hagan prácticamente los deberes. Claro, como ya no hay pluriempleo y papá la tarde la tiene libre y mamá con el robot de cocina y con la lavadora ni te cuento...

«A ver si escribe usted de esto, Burgos, porque yo creía que era mi problema, pero todos los amigos con niños que conozco tienen esta ocupación de los deberes de cada tarde. Yo creí que deberían hacerlos solos. Pero no. ¡El trabajazo que nos dan, encima de lo carísimos que nos salen! Pero lo malo es que con tantos cambios en los planes de estudio, lo que les enseñan a los niños ahora no hay adulto que lo entienda. Las Matemáticas que yo aprendí son otras que las que les enseñan a ellos, y no hablo del Conocimiento del Medio, o de eso que los pobres se tienen que saber la Constitución. Eso sí: de inglés, poquitos deberes. Eso nos lo han heredado. Ellos tampoco aprenden nada, y les pasará como a nuestra generación, que se ha pasado la vida estudiando inglés sin llegar nunca a aprenderlo y menos a hablarlo. Claro que nosotros no fuimos a estudiarlo al extranjero, y estos niños míos seguro que el verano que viene me están pidiendo ya ir a Irlanda como los amigos de su pandi.

«Así que tanto contribuimos los padres, queramos o no, en los deberes escolares de nuestros hijos, que cuando les dan las notas debería venir en ellas un apartado para calificarnos. Que pusieran: “Niño, a juzgar por los deberes que te ha ayudado a hacer, tu padre está muy bien en Mates, le damos un notable”. A ver si lo pone usted en el periódico, Burgos, porque yo también quiero por lo menos mi aprobado y no ir por la vida de padre torpón, hasta las narices de hacerles los deberes a los niños.»

 

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