ANTONIO BURGOS | EL RECUADRO


La planta de la eterna primavera

En esta España donde pagamos el servicio de Correos, pero si queremos que un envío llegue a tiempo llamamos a Seur. En esta España donde tenemos policía nacional, policía autonómica, policía local y hasta policía portuaria en el muelle, pero si queremos que los chorizos no manguen bañadores en las rebajas debemos recurrir a los vigilantes de Prosegur. En esta España donde pagamos la afiliación obligatoria a la Seguridad Social, pero si quieres evitar esperas al ya te veré te tienes que apuntar a Sanitas. En esta España del doble pago, de las igualas de lo privado que suplen las carencias de lo público que ya apoquinamos obligatoriamente, la verdad es que no comprendía muy bien la labor de Andex, la asociación andaluza de padres de niños con cáncer que con tanta dedicación, esfuerzo y estusiasmo, y tanto amor y esperanza, lleva María Luisa Guardiola desde hace veinticinco años. Pensaba: si ya está el SAS, ¿pera qué Andex? Y anoto una curiosidad sevillana sobre María Luisa Guardiola. Siendo Condesa de Peñaflor, en esta Sevilla donde gusta más el florón de una corona que un pasopalio en la calle, nadie la conoce ni la nombra como Condesa de Peñaflor. Conde de Peñaflor es su marido, Luis Manuel Halcón. Ella es María Luisa Guardiola la de Andex. Andex, en este caso, es como su título de nobleza, y qué título, y qué nobleza. ¿Que su marido es Peñaflor? Bueno, pues ella es Andex. Que además suena a título del Reino, de mirar en el Elenco: como Conde de los Andes, Condesa de Andex.

Cuando veía a María Luisa Guardiola ingeniándoselas para sacar dinero para Andex, para las salas de los padres en el hospital, para tantos y tantos proyectos culminados a base de ilusión y sablazos, pensaba: ¿por qué tiene la buena de María Luisa Guardiola que ponerse a trabajar en algo que debería hacer la Junta, que tiene dinero de sobra? En el salón real del Hotel Alfonso XIII, ante las carabelas de los tapices únicos de Gustavo Bacarisas, hallé la clave. Se presentaba el libro «25 relatos, 25 años de Andex», y María Luisa Guardiola, al dar las gracias, explicó divinamente la labor con los niños de la enfermedad innombrable, con los padres que no pueden comprender por qué les ha tocado a ellos: Andex llega donde el SAS no puede, al corazón y a la esperanza. Andex es la sonrisa que al niño enfermo le sacan los voluntarios; el hombro para que llore el padre con otro padre que ya ha vivido ese drama; la solución a los mil problemas que con la enfermedad se le presentan a la humilde familia de pueblo que tiene que venirse con el niño ingresado a Sevilla.

María Luisa Guardiola explicó todo esto con su directa y humanísima oratoria de Colegio del Valle. Dijo que la fuerza para toda esta tarea se la daba «La Planta». La Planta es la de Oncología en el Hospital Infantil. Hablaba María Luisa Guardiola de La Planta con tal amor, con tal orgullo, que me recordó al jardinero trianero del trabajo gustoso de Juan Ramón Jiménez. Qué buena jardinera mayor, qué buena cuadrilla de jardineros voluntarios cuidan La Planta, con cuánto amor y esperanza. Con qué alegría se refería María Luisa a los niños que se curaron en La Planta y que hoy son mecánicos, médicos, abogados, labradores; hasta un sacerdote hay. Es La Planta de María Luisa Guardiola. Si una dalia cuidaba Sevilla en el Parque de los Montpensier, una Planta le cuida María Luisa Guardiola a Sevilla: la Planta de la eterna primavera. En esa Planta, con amor y esperanza, Andex le da a los niños enfermos el mejor juguete. La vida.

 

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