ANTONIO BURGOS | EL RECUADRO


El tonto de la bandera republicana

                

Cada vez que hablan de tontos, especie hispánica sin riesgo alguno de extinción, echo de menos a Jaime Campmany, autoridad mundial en Estultología o Ciencia de los Tontos, quien convalidó mi aportación del Tonto con Balcones a la Calle. Campmany profundizó en la conexa Estulticiología o Estultología Aplicada, que es a la Estultología como la Sociometría a la Sociología: la ciencia de clasificar tontos, observar su comportamiento, calcular el ITC (Índice de Tontos Contemporáneos) y el PIT (Producción Interior de Tontos). Ido Campmany, tengo por mi maestro en Estultología al embajador José Cuenca Anaya, quien sirvió al Reino de España en destinos tan decisivos como el Moscú de Gorbachov o el Palacio de Santa Cruz en tiempos de integración en la OTAN y en Europa. Cuenca es dueño de un bien escaso y valiosísimo: una prosa clásica, bien armada, asentada en Cervantes, con paladar de campo y pueblo, escopeta y perdiz. Perfecta. Quien quiera saborearla, lea sus libros «Sierras, perdices y olivares», «La Sierra caliente» o los recientes relatos de «La noche de bodas».

Cito a mi ilustre estultólogo porque el embajador Cuenca, doctoral y generosamente, me ha desvelado la causa de la incógnita que planteé el otro día: ¿por qué tras el triunfo de nuestra selección millones de españoles se echaron a la calle enarbolando la bandera nacional y absolutamente ninguno la republicana? El embajador Cuenca me ha dado la respuesta. Me llamó desde su mundo literario de Cazorla y Segura y me aclaró:

—Mira, igual que existe el que en mi pueblo, en Iznatoraf, llaman tonto de clavo pasado, y el tonto de la botella, que es el que va por la calle siempre con una botella de plástico de agua mineral para hidratarse, porque el tonto de la botella nunca bebe, se hidrata, está el tonto de la bandera republicana. Que no se queda tranquilo si no va con su bandera republicana a la manifestación. ¿Y qué ha pasado tras el triunfo de nuestra selección en el Mundial? Pues está clarísimo: que al tonto de la bandera republicana no le gusta el fútbol. Si no, prontito se iba a quedar el tonto de la bandera republicana en su casa cuando el Mundial...

Tiene razón mi actual Estultólogo Mayor del Reino. El tonto de la bandera republicana existe y todos lo conocemos. Hay muchos tontos de bandera. ¿No hablamos de «un toro de bandera» y ahí está la nacional con el de Osborne? Pues lo mismo existe el tonto de bandera. De diferentes banderas. Igual que el de la bandera republicana, que ni estaba ni se le esperaba cuando el Mundial, existe el tonto de la bandera palestina, imprescindible en toda manifestación que se precie. Y el tonto de la bandera saharaui. Y el tonto de la estrellada bandera separatista catalana. Y el tonto de la bandera arco iris: en algunas ciudades los tontos municipales de bandera hasta la izan en lo más alto del Ayuntamiento. Sin olvidar a un tonto histórico, que no ha podido aclarar la Estulticiología Vexilológica: aquel inquietante tonto moro que cuando los mojamés nos quitaron el Sáhara iba en la Marcha Verde con la bandera de los Estados Unidos. La única explicación que le encuentro es que era el tonto de la bandera del Polisario, pero que no le echó cojones. Y enseguida se iba a quedar el tonto de la bandera saharaui sin ir a una manifestación medio buenecita...

                  

SOBRE ESTE TEMA, EN EL RECUADRO, Y ni una sola bandera republicana

 

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