ANTONIO BURGOS | EL RECUADRO


El taxi del arzobispo

Si pasan por Matacanónigos, fíjense en la puerta falsa del Palacio Arzobispal por Placentines, la que abren en el Corpus para poner allí el paso de La Cena. En esa puerta están los aldabones más altos de toda Sevilla, mucho más que los de la Puerta del Perdón. Ni el jugador más talludito de la NBA puede llegar a tocarlos. ¿Por qué los pusieron tan altos? Tengo mi teoría. Por esa puerta, imagino, entrarían las lujosas carrozas de los cardenales. Y los aldabones están a la altura adecuada para que los arzobispales cocheros y lacayos pudieran tocarlos desde el pescante.

Bueno, pues lo que empezó por carroza y discurso del Loco Amaro sobre los panes y las piedras, ya va por taxi. Los arzobispos no tienen carroza ni más signo de representación de su poder que mitra y báculo. Nos sorprende ver en las hemerotecas que al Cardenal Segura lo llevaran en silla gestatoria en un acto religioso en la Plaza de España. No era de extrañar, en un orbe católico donde el Papa Pío XII iba en silla gestatoria con la naturalidad de Juan Pablo II en el papamóvil. La silla gestatoria era como el utilitario de papas y cardenales, se podía aparcar en cualquier sitio, y no como la carroza, que era un lío, y los caballos además lo ponían todo perdido de cagajones, como ahora la esquina de Filella con los coches de punto.

Asenjo fue la otra noche al Ateneo, a presidir un acto de homenaje a las Hermanas de la Cruz ante la beatificación de Madre María de la Purísima. A cuyo término, cuentan las hispalenses gacetas que monseñor Asenjo cogió un taxi, un sencillo taxi, para volver a Palacio.

—Ah, no sabía que monseñor Asenjo fuera también franciscano y practicara de modo tan ejemplar la humildad...

No, no es franciscano (y usted lo que tiene es mucha guasa). Por eso Asenjo no gasta soberbia franciscana, ni va a los sitios con coche oficial a la puerta y Hermano Pablo esperando al volante. Es más: no sabemos quién es su Hermano Pablo. A un acto en honor de las humildes Hermanas de la Cruz no se puede ir en coche oficial. Es la enseñanza que saco del taxi del arzobispo. Y otra: que por muy arzobispo que sea, no va a ponerse a la altura de un concejal o de un consejero de la Junta, esos tristes espectáculos de los restaurantes de cinco tenedores, con los tíos dentro cenando con cargo a la Visa Oro del cargo y los chóferes de sus coches oficiales esperando fuera hasta las mismas tantas, ¡vivan las horas extraordinarias! En Sevilla hay dos signos de poder: tener coche oficial y entrar de balde en los toros. Si no vas en coche oficial y no entras de gañote en los toros, ni eres autoridad ni eres nada. Por eso, cogiendo taxis, el arzobispo Asenjo nos hace ver que el Reino de los Cielos que representa en Sevilla no es de este mundo, del cochambroso mundo de la política hispalense.

Cabe, empero, lo que me apuntaron conocedores de la Curia: que como aquí gusta tanto la ostentación del poder, se corre el riesgo de que Sevilla no tome en serio a un arzobispo que va en taxi. ¿Cómo que no? ¿En taxi? ¡En alpargatas iba Madre María de la Purísima, y nos la tomamos tan en serio que está camino de los altares! Así que cuando vayan a una ceremonia religiosa presidida por el arzobispo, al final, tras su solemne «Benedico vobis in nomine Patris, et Filii et Spiritus Sancti», mejor que «amén» y pensando que este hombre tiene que volver a Palacio, salgan corriendo a la calle, levanten la mano y digan:

—¡Taaaaaaaaaxi!

 

Articulos de días anteriores

Ir a página principal (Inicio) de www.antonioburgos.com

 

Para buscar dentro de El RedCuadro

 
    

 

Correo Correo

Clic para ir a la portada

Biografía de Antonio Burgos


 

 

Copyright © 1998 Arco del Postigo S.L. Sevilla, España. 
¿Qué puede encontrar en cada sección de El RedCuadro ?PINCHE AQUI PARA IR AL  "MAPA DE WEB"
 

 

 


 

Página principal-Inicio