ANTONIO BURGOS | EL RECUADRO


Mariscada en forma de Torre Pelli

La mariscada de la (Poca) Vergüenza ha alcanzado el Nivel Fuenteovejuna: «¿Quién pagó al mariscador?/Fuenteovejuna, señor./¿Y quién es Fuenteovejuna?/Para poca vergüenza, ninguna.» No creo yo que cuando estuvieran poniéndose morados en Bruselas llegara el camarero y les dijera lo clásico del cafelito de la mañana en la barra del bar:
—Están ustedes convidados. Ha pagado aquel señor del fondo...
Aquel señor del fondo de reptiles es el que, en todo caso, pagó la Mariscada de la (Poca) Vergüenza. Pero hay más mariscadas, si entendemos por mariscada el despilfarro del dinero. La restauración de San Telmo fue la gran mariscada de Chaves, antes que lo mandaran a Madrid a por tabaco, elevándolo a la categoría de Vicenada tres escalones más abajo del Vicetodo. El cuento del envergue de la orquesta de Barenboim, boim, boim, es la gran mariscada de Paulino Plata, que le da a la Alianza de Violones del mediático batuta todo el dinero que le quita a Pedro Halffter del Teatro de la Maestranza, cuando el diván del gachó ni trae el montaje de «El Oro del Rin» con La Fura del Baus y con un tío con una amotillo wagneriana dado vueltas por el escenario a modo de repartidor de pizzas, ni nada de nada.
Y tenemos ahora una mariscada de cemento, acero y vidrio. Una mariscada en forma de rascacielos. La Torre Pelli. Insisto en mi tesis alfonsí, pero no de Alfonso el Sabio, sino de Alfonso XIII, que cuando le dijeron en una visita a Sevilla que pensaban hacer un rascacielos, borboneó genialmente:
—¿Un rascacielos en Sevilla? ¡Pero si al cielo de Sevilla no le pica nada para que le rasquen!
Bueno, pues ahora no sólo le rascan, sino que hasta le dan Pelli...zcos. Torre absolutamente innecesaria, rechazada por las organizaciones internacionales de defensa del patrimonio, en la que se van a gastar 22 millones de euros, aparte de lo que ya llevan enterrado en la cimentación. Traduzco: 22 millones de euros son 3.658 millones de pesetas. ¿Usted se imagina cómo se reactivaría la economía sevillana si en vez de emplearlos en cargarse la línea de horizonte Cajasol dedicara ese dinero a todo lo suyo, en prestarlo a los empresarios, a los autónomos, a los novios que se van a comprar un piso o a los emprendedores que quieren poner un negocio? ¿Usted se imagina lo que sería una inyección de 3.658 millones de pesetas, de golpe, en el sector de la promoción inmobiliaria, por ejemplo? Conseguiríamos la despenalización del ladrillo. Sí, aquí se ha despenalizado el aborto, pero se ha penalizado y criminalizado al ladrillo. Todo constructor o promotor inmobiliario es un presunto delincuente, a los ojos de las entidades de crédito y a los ojos de la sociedad. Si Cajasol les diera esa paletada de millones a los criminalizados promotores inmobiliarios y a los compradores de pisos, volverían a venderse muebles de cocina, electrodomésticos, tresillos, todo lo que ha quebrado.
Y hacen además la tal Torre Pelli para oficinas. Qué barbaridad. ¿A cuántas docenas de campos de fútbol equivalen los metros cuadrados de oficinas vacías y sin que nadie les meta el diente que hay en Sevilla? ¿Para qué queremos más oficinas en la Torre Pelli, si hay parques empresariales enteros por alquilar? Que una caja de ahorros, en vez de ayudar a la iniciativa privada absolutamente tiesa se meta a promotora inmobiliaria y se gaste un dineral en una torre contra el cielo de Sevilla me parece una mariscada de nuevos ricos tan vergonzosa como la de Torrijos.

 

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