ANTONIO BURGOS | EL RECUADRO


Vente pá Alemania, tío

EN la Transición, el humorista Josele, el hermano de Benito Moreno el del lobito de la música de sintonía de «El larguero», cuando los monólogos humorísticos no eran aún un género de moda, que tiene más mérito, alcanzó notable éxito con su soliloquio «Antonio, vente pá España, tío», donde por el teléfono de Gila le contaba a un emigrante español las excelencias de las nuevas libertades patrias, a fin de que regresara cuanto antes de aquella Alemania donde nuestros compatriotas llegaron con una maleta de cartón amarrada con guita y una dirección de Düsseldorf apuntada en una libreta.
Tengo que llamar a Josele Moreno y decirle que si su trabajo en «El Pelotazo» de Canal Sur Radio se lo permite, debe crear urgentemente una reescritura de aquel monólogo de éxito, pero en dirección contraria. Que ahora sea Antonio, asfixiado, el que llame a Pepe, un coleguilla que se quedó allí en Alemania, y le diga que le vaya buscando sitio, porque aquí su empresa presentó concurso de acreedores, se le ha terminado el cobro de la prestación por desempleo, no encuentra trabajo alguno y el banco le va a quitar el piso, porque no puede pagar la hipoteca. Es que estoy oyendo a Josele: «Pepe, quillo, que he leído en el ABC que las empresas alemanas necesitan más de 800.000 trabajadores para poder ocupar las vacantes laborales del tercer trimestre de 2010. Y oye, Pepe, ¿es verdad que ahí en Alemania buscan sobre todo ingenieros, para los que hay más de 34.000 vacantes, y conductores profesionales (30.000 plazas), y cocineros (28.000), y personal sanitario de geriátricos (21.000) y personal administrativo (20.000)? Búscame lo que sea, Pepe de mi alma, aunque sea de ingeniero técnico en mojones, vamos, de varillero, para desatrancar los husillos. O di que soy el mejor conductor profesional del mundo, que Fernando Alonso a mi lado es una mierda pinchá en un palo. Pepe, hijo, tú di que como cocinero no hay quien me gane, que Arzak viene a preguntarme a mí cómo se hacen las papas aliñás. Y que de cuidar viejos sé más que nadie, tú di que yo soy el que cuida al presidente de RTVE y ahí está el tío, hecho un chaval. Pero por la salud de mis niños, Pepe, búscame algo, que no te puedes imaginar lo achuchado que está esto, bendita la hora en que no le hiciste caso a Josele y te quedaste ahí en Alemania, tío».
La ficción humorística de Josele, empero, no será ahora así. Frente a la España de los «ninis», de los licenciados en paro y de las Universidades como fábricas de creación masiva de desempleados, en Alemania necesitan 34.000 ingenieros. Como ya no hay No-Do, no salen las escenas actuales de los trenes de las lágrimas. Que ya no son de braceros andaluces camino de la emigración, con su maleta amarrada con guita. Los trenes de la emigración llevan ahora a Europa a nuestros jóvenes licenciados e ingenieros que aquí no encuentran más que desesperación y en el mejor de los casos mileurismo. Del dinero que nos costó formar a esos técnicos se van a lucrar Alemania y la Europa que ha levantado cabeza, mientras nosotros estamos cada vez más hundidos en la miseria. Nuestros nuevos emigrantes ya no llevan maletas de cartón amarradas con tomiza, sino sus paquetones de títulos universitarios y de másteres, sus conocimientos en nuevas tecnologías. Estoy oyendo la voz de Josele, con la contestación del amigo que no se vino: «Vente pá Alemania, tío, que como aquí no está Zapatero, sino la Merkel, ya no hay crisis y en vez de 4 millones de parados lo que hay son 4 millones de tíos buscando quién quiera trabajar para ellos, porque no se encuentra gente...»

 

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