ANTONIO BURGOS | EL RECUADRO


En el Supremo no hay bicis

Igual que Álvaro de Laiglesia escribió aquella novela de humor que tituló «En el cielo no hay almejas» y que el cascarrabias de Fernando Fernán Gómez hizo su película «Las bicicletas son para el verano», una sentencia de la más alta magistratura judicial de la nación acaba de proclamar que en el Supremo no hay bicicletas. Si las hubiera, sus señorías ilustrísimas no habrían dictado esa sentencia como de Pedro Pacheco, de «la Justicia es un cachondeo», según la cual las bicicletas pueden ir por el mismo sitio que los peatones, y además con los mismos derechos que los usuarios del cochecito de San Fernando.
—Y si las bicicletas pueden ir por las mismas calles peatonales que los viandantes y pueden circular por las aceras, ¿para qué demonios sirve el carril-bici y para qué nos hemos gastado esa millonada en hacerlo, aparte de cargarnos con él miles y miles de plazas de aparcamiento?
Eso digo yo.
Por eso cada día hay que darle más la razón a Pedro Pacheco. Las señorías del Supremo no saben lo que han firmado. Si hubieran venido a Sevilla, y hubieran ido por la calle Tetuán, y se hubieran encontrado con un ciclista a todo meter a la altura de la mesa de campimplaya del tío que vende incienso en la esquina de la Capillita de San José, seguro que no hubiesen dictado esa sentencia. Como no la hubieran dictado si les hubiese arrollado en la Avenida un niñato ciclista de los que se creen dueños del mundo por ir sobre dos ruedas y que encima de que te echan la bicicleta tienes que pedirles perdón por haberles estropeado su crono en la etapa de la Vuelta a Francia.
Si por los pasillos y salas del Tribunal Supremo estuvieran los mismos gachés que nos amenazan por toda Sevilla con sus bicicletitas propias o alquiladas, ¿de qué y de cuándo esa sentencia?
Sentencia sobre la que se ha pronunciado con toda cordura el primer teniente de alcalde don Antonio Rodrigo Torrijos, lo que consigno aquí encantado. Me encantaría poder escribir así todos los días acerca del señor Torrijos. Vamos, me encantaría que Torrijos no fuera tan Torrijos, usted me entiende, y que los mares no criaran marisco, y que su correligionario no hubiera nunca hablado del peor cáncer de la izquierda en Sevilla. Porque conocida la sentencia del Supremo que dice que bicicletas y los peatones podrán circular por las mismas vías, con tal de que no vayan a más de 10 kilómetros por hora, dando pleno respaldo a la ordenanza de Circulación de Peatones y Ciclistas que fue tumbada en su día parcialmente por el Tribunal Superior de Justicia de Andalucía, el señor Torrijos ha dicho que la restricción de bicicletas en horario comercial por calles peatonales debe mantenerse por «sentido común». Que los ciclistas deben seguir echando pie a tierra si no quieren ser multados en calles como Tetuán, Sierpes, O'Donnell, Cuna, Puente y Pellón, Francos y San Eloy, de 10 de la mañana a 10 de la noche.
Ay, qué faltos estamos de sentido común en las decisiones municipales. Si hubiese habido antes sentido común, por ejemplo, en vez de gastarnos millonadas en el carril-bici y en suprimir miles de plazas de aparcamientos, hubiéramos pintado unas rayas en el suelo para las bicicletas, y listo. Como se pintan esas rayas en toda la Europa que no tira el dinero como España y a la que no tienen que rescatar.
Articulos de días anteriores

Ir a página principal (Inicio) de www.antonioburgos.com

 

Para buscar dentro de El RedCuadro

 
    

 

Correo Correo

Clic para ir a la portada

Biografía de Antonio Burgos


 

 

Copyright © 1998 Arco del Postigo S.L. Sevilla, España. 
¿Qué puede encontrar en cada sección de El RedCuadro ?PINCHE AQUI PARA IR AL  "MAPA DE WEB"
 

 

 


 

Página principal-Inicio