ANTONIO BURGOS | EL RECUADRO


Cigüeña de Artillería

Los cielos que perdimos de Romero Murube y los cuarteles que perdimos del reportaje que Fernando Carrasco publicaba ayer en ABC. Y la vergüenza que perdimos, que ésa, como la madre de Pepe Pinto, no se encuentra, y a ti, chanchullos de Empleo de la Junta, te encontré en la calle donde Javier Arenas pregunta quién se lo ha llevado calentito con este churro.

Voy a los cuarteles. Entre los de Pineda, hablaba Fernando Carrasco del abandonado Cuartel de Alfonso XIII, que guarneció el Regimiento de Caballería Sagunto número 7. Parece que estoy oyendo todavía de niño por la calle Toneleros las cornetas de su banda montada, abriendo marcha delante de la cruz de guía de La Carretería. Le tendría que haber dicho a Carrasco que pusiera en su reportaje que ese abandonado cuartel, cuya artística y monumental sala de estandartes fue desvalijada, aún le presta un servicio a Sevilla. Ahora está guarnecido por el anuncio de la primavera. El Consejo presentará todos los carteles de Semana Santa que quiera, pero el anuncio de los días del gozo ya estaba hecho con esta luz de febrero, que viene clareando ilusiones y que nos trae a Sevilla a las cigüeñas. Las tempraneras cigüeñas de Caballería, las del Cuartel de Pineda, que hace unas semanas, desde mucho antes de San Blas, ya estaban en los altos nidos que hicieron en los como castilletes que rematan las esquinas de ladrillería. Parece que están como cogiendo sitio para que nadie se les ponga delante para contemplar la llegada de la primavera. «¡Eh, que estamos aquí desde enero!».

Pero hay una cigüeña de otra Arma, una cigüeña de Artillería, más tardona, que se retrasa más en emplazar las piezas de su batería para empezar el fuego graneado del sonido de su gazpacho con los crótalos de su pico, cuando sean llegados los calores de la siesta. Ya la saludé el año pasado. Y como los lectores saben que la cigüeña de la chimenea de las Atarazanas en la calle Dos de Mayo es tan de mi familia como mis gatos Remo, Rómulo y Romano o como los vencejos que le quitan las espinas al Señor cuando quiebra albores por el Postigo, pues ayer de mañana me llamó Fernando Ortega para darme puntual noticia:

—Antonio, por si no te lo ha dicho Ángela la calentera, que sepas que ya ha llegado a la chimenea de la calle Dos de Mayo tu cigüeña de Artillería.

De las Atarazanas que fueron Maestranza y Parque de Artillería. Un cuartel con tanto arte que tuvo de artillero de segunda a un Faraón, un sorche llamado Curro Romero, que hasta perdió un tren de municiones, con lo grande que es un tren de municiones, cuando iba de escolta. Lo siento por las cigüeñas de Caballería, pero a la vista está que la de Artillería tiene más paladar. Las del cuartel de Pineda no ven ninguna cofradía. La cigüeña de la calle Dos de Mayo ve hasta pasar al Gran Poder, con eso te lo digo todo. Ve pasar las cofradías de Triana, oye el crujido del Calvario, la serenidad de la Piedad y la alegría de la Caridad del Baratillo, se regodea en la entrada del Cristo de las Aguas y de la Virgen de Guadalupe en su capilla del Rosario... ¡Anda que elige malamente el sitio la cigüeña de Artillería! Espero que esa chimenea no sea nunca derribada, por muchos arquitectos modernos y muchos catalanes de la pela que lleguen, como anuncian, ojú, como invasores, al paraíso del mejor cahíz del Arenal. ¿Quién, si no, cigüeña de Artillería, nos va a dar tu anual anuncio cierto de la llegada de los días del gozo?

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