ANTONIO BURGOS | EL RECUADRO


Sombreritos canis

Usted habrá visto reproducido muchas veces el anuncio. Viene en muchos libros de Historia Contemporánea, en los capítulos sobre postguerra española. Es el anuncio de una sombrerería de Madrid, de la calle de la Montera. No es de Padilla Crespo, como muchos pueden pensar, el que en la muestra de su sombrerería de La Campana puso en aquellos mismos años un rótulo que ahora han repetido en la calle Adriano, un tratado sobre la autarquía económica: «Artículo español, jornal para los nuestros».

Ese anuncio de postguerra llevaba el dibujo de un sombrero tela elegante, y un eslogan: «Los rojos no usaban sombrero». Depende de lo que se entienda por rojo. Si por rojo, como entonces, se entiende republicano, español de la zona roja en la guerra, había votantes de Izquierda Republicana o de Unión Republicana que sí que usaban sombrero. Nuestro don Diego Martínez Barrio era muy del sombrero. Lerroux no se quitaba el sombrero ni para ducharse. Alcalá Zamora era hasta de sombrero de copa con el frac. El sinsombrerismo era de los partidos proletarios de la gorra, socialistas, comunistas y anarquistas. La manipulada memoria histórica nos ha pintado una República de descamisados con gorrilla, en demérito de los partidos burgueses, que eran de la España del orden y del sombrero. De la que, años antes, usaba en verano sombrero canotier, sombrero de paja, y que por los barrios de Sevilla oía el grito de guasa de los chiquillos:

—¡Sombrero paja, trabaja!

Bueno, pues si ahora pusieran aquel anuncio de la postguerra, tendrían que reformarlo, viendo las calles de Sevilla estos días primaverales: «Los canis sí usan sombrero». Han puesto de moda el sombrero. Mejor dicho, el sombrerito, de ala estrechísima, y que se colocan, además, hacia la nuca, como el General Mola se ponía la gorra de plato. Probablemente son sombreros hechos en China, no en Padilla Crespo. Todas las tiendas están ya llenas de sombreritos de ala corta para los canis, con vistas a las fiestas. Igual que está el sombrero de alancha de la Feria y del Rocío, está el sombrero de ala estrechísima de los canis. Que se vio mucho cuando el Sevilla jugó (y ganó) la final de Copa. La gente había visto el milagroso sombrero de José María de Nido, que era Fátima y Lourdes en forma de mascota. Pero era un Borsalino, un sombrero grande, flexible, de ala normal. El que dieron a los seguidores sevillistas con cinta colorada y el que ahora han vuelto a sacar los canis con el buen tiempo es un sombrero más bien durito, y con el ala tan corta como la educación de algunos. Son como el sombrero a cuadritos que se ponía Nat King Cole para cantar «Ansiedad» en español. Como el que se ponía Luis Aguilé para «El Tío Calambre». Lo menos que se despacha en sombrero. Pero, hijo, parece que los regalan.

Entré en Las Siete Puertas Chinas de Puente y Pellón y había pilas y pilas de sombreritos canis, tirados de baratos. Después de todo, mejor el cani con sombrero que el cani con la capucha de la sudadera encasquetada, modelo asesino de Marta del Castillo. Ah, y además, por aquello de ciudadanos y ciudadanas, el sombrerito de moda es igualitario: lo mismo se lo ponen los canis que las canis. Si los rojos no usaban sombrero, las hordas canis de nuestros días sí que lo usan. ¡Menuda ola de sombreritos canis nos espera el Domingo de Ramos! Pero verá usted cómo ni uno solo se lo quitará cuando pasen Cristo o su Madre...

Articulos de días anteriores

Ir a página principal (Inicio) de www.antonioburgos.com

 

Para buscar dentro de El RedCuadro

 
    

 

Correo Correo

Clic para ir a la portada

Biografía de Antonio Burgos


 

 

Copyright © 1998 Arco del Postigo S.L. Sevilla, España. 
¿Qué puede encontrar en cada sección de El RedCuadro ?PINCHE AQUI PARA IR AL  "MAPA DE WEB"
 

 

 


 

Página principal-Inicio