ANTONIO BURGOS | EL RECUADRO


Brindis de goles

CLASICO ya no es, según el Tratado de Estética de Rafael el Gallo, «lo que no se pué hasé mejón». Clásico ya no es el Partenón. La lengua española también está en crisis, y cuando te hablan del Clásico no se refieren a Leonardo da Vinci. Con tanta modernidad, hemos reducido el concepto del Clásico a un partido entre el Madrid y el Barcelona. Y hasta servidor, que no es aficionado al fútbol, sino al Betis (que es una cosa muy distinta y muy superior), se ha contagiado de la fiebre de fútbol que invade España. Aquí me tienen: escribiendo de fútbol en pleno abono de una Feria taurina que este año parece un mal chiste de Lepe, porque la Feria de Abril es en Mayo.

Los aficionados a la Fiesta Nacional que siempre se lamentan a toro pasado y mal la defienden, se quejan de la contradicción de que la Tauromaquia haya sido declarada en Francia como Patrimonio Cultural Inmaterial y aquí, en cambio, haya sido prohibida en una parte de España que no quiere serlo. Y es que a la vista de la furia española por el fútbol, donde hasta el Rey crea marqueses a los entrenadores de la selección como sus antepasados hacían duques a los conquistadores de glorias patrias, yo no creo que los toros sean ya la Fiesta Nacional. La verdadera Fiesta Nacional es el fútbol, y al llamado Clásico de esta noche me remito. Con una curiosidad importante: en el fútbol cada vez se copia más a los toros. Esos catalanes que han prohibido la Fiesta Nacional y que odian tanto todo lo español, convierten las gradas del campo del Barcelona en tendidos, coreando con óles los pases de Messi con su cara de alelado y las triangulaciones de Iniesta. Quitan los toros y se quedan con el óle, aunque dicho con mucho malage. Los óles toreros donde suenan bien de verdad es en el campo del Currobetis.

Hablando del Betis. Veo una foto de Iriney y compruebo que cada vez hay más toreo en el fútbol. Los goles se brindan ya como si fuera la muerte de un toro. La foto es del partido del Betis contra el Barcelona B. El centrocampista brasileño Iriney Santos da Silva ha marcado el tercer victorioso gol para nuestro Betis y se lo brinda a su mujer, embarazada. Para ello, se ha colocado el balón dentro de la camiseta, en la barriga, semejando estado de gestación. No sé de cuántas semanas está Iriney con su balón-barriga. Seguramente de bastante más que su mujer, a la que brinda el gol. Y me acuerdo del malogrado sevillista Antonio Puerta y de aquel otro brindis de futuro papá, cuando tras marcar un gol representó con los dedos en su boca el chupete del niño que esperaba y al que le dedicaba el tanto.

Los brindis de los toros tienen menos interés ya que los de los goles del fútbol, salvo el morbo de ver si José Tomás le brinda al Rey o a la memoria de Azaña. Los brindis de toros son una promesa, y muchos diestros lo dicen antes del sombrerazo: «Aunque este toro no va a servir, tengo mucho gusto en brindarle su muerte». Son brindis de triunfos en potencia. En el fútbol se brindan los triunfos en acto, tras conseguirlos. Al uno le sacan un sombrero de ala ancha para que se lo brinde a la afición; el otro hace como de arquero escapado de la estatuaria griega; los africanos organizan como danzas tribales; los brasileños se echan su sambita; el otro da zapatetas al aire, como Don Quijote en Sierra Morena... Bueno, pues que lo expresen como quieran, pero que el Real Madrid nos brinde esta noche por lo menos cinco goles como cinco óles a los que seguimos creyendo que Cataluña es España.

CLASICO ya no es, según el Tratado de Estética de Rafael el Gallo, «lo que no se pué hasé mejón». Clásico ya no es el Partenón. La lengua española también está en crisis, y cuando te hablan del Clásico no se refieren a Leonardo da Vinci. Con tanta modernidad, hemos reducido el concepto del Clásico a un partido entre el Madrid y el Barcelona. Y hasta servidor, que no es aficionado al fútbol, sino al Betis (que es una cosa muy distinta y muy superior), se ha contagiado de la fiebre de fútbol que invade España. Aquí me tienen: escribiendo de fútbol en pleno abono de una Feria taurina que este año parece un mal chiste de Lepe, porque la Feria de Abril es en Mayo.

Los aficionados a la Fiesta Nacional que siempre se lamentan a toro pasado y mal la defienden, se quejan de la contradicción de que la Tauromaquia haya sido declarada en Francia como Patrimonio Cultural Inmaterial y aquí, en cambio, haya sido prohibida en una parte de España que no quiere serlo. Y es que a la vista de la furia española por el fútbol, donde hasta el Rey crea marqueses a los entrenadores de la selección como sus antepasados hacían duques a los conquistadores de glorias patrias, yo no creo que los toros sean ya la Fiesta Nacional. La verdadera Fiesta Nacional es el fútbol, y al llamado Clásico de esta noche me remito. Con una curiosidad importante: en el fútbol cada vez se copia más a los toros. Esos catalanes que han prohibido la Fiesta Nacional y que odian tanto todo lo español, convierten las gradas del campo del Barcelona en tendidos, coreando con óles los pases de Messi con su cara de alelado y las triangulaciones de Iniesta. Quitan los toros y se quedan con el óle, aunque dicho con mucho malage. Los óles toreros donde suenan bien de verdad es en el campo del Currobetis.

Hablando del Betis. Veo una foto de Iriney y compruebo que cada vez hay más toreo en el fútbol. Los goles se brindan ya como si fuera la muerte de un toro. La foto es del partido del Betis contra el Barcelona B. El centrocampista brasileño Iriney Santos da Silva ha marcado el tercer victorioso gol para nuestro Betis y se lo brinda a su mujer, embarazada. Para ello, se ha colocado el balón dentro de la camiseta, en la barriga, semejando estado de gestación. No sé de cuántas semanas está Iriney con su balón-barriga. Seguramente de bastante más que su mujer, a la que brinda el gol. Y me acuerdo del malogrado sevillista Antonio Puerta y de aquel otro brindis de futuro papá, cuando tras marcar un gol representó con los dedos en su boca el chupete del niño que esperaba y al que le dedicaba el tanto.

Los brindis de los toros tienen menos interés ya que los de los goles del fútbol, salvo el morbo de ver si José Tomás le brinda al Rey o a la memoria de Azaña. Los brindis de toros son una promesa, y muchos diestros lo dicen antes del sombrerazo: «Aunque este toro no va a servir, tengo mucho gusto en brindarle su muerte». Son brindis de triunfos en potencia. En el fútbol se brindan los triunfos en acto, tras conseguirlos. Al uno le sacan un sombrero de ala ancha para que se lo brinde a la afición; el otro hace como de arquero escapado de la estatuaria griega; los africanos organizan como danzas tribales; los brasileños se echan su sambita; el otro da zapatetas al aire, como Don Quijote en Sierra Morena... Bueno, pues que lo expresen como quieran, pero que el Real Madrid nos brinde esta noche por lo menos cinco goles como cinco óles a los que seguimos creyendo que Cataluña es España.

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