ANTONIO BURGOS | EL RECUADRO


A las jacarandas

Yendo desde El Caballo del Cid hacia la Feria, bajo el impresionante techopalio que formáis a lo largo de la avenida de María Luisa, me habéis presentado vuestra azulada queja, queridas jacarandas de mayo. Me habéis dicho que hay que ver, que a los vencejos no les pasa lo que a vosotras, que en cuanto hay capirotes no los dejo sin su artículo anual, como un rito, como la primera en La Campana. Y que con unas cosas y otras, que si la Semana Santa de la lluvia sin cofradías, que si la tardía Feria de Abril en mayo, que si la campaña electoral, hasta la fecha no os he pagado en forma de artículo la deuda anual de belleza que la ciudad tiene contraída con vosotras, azules y líricas jacarandas jacarandosas de Sevilla.

Aquí está ese artículo que os debía. Dadme un recibo por el pago en tiempo y forma, estampado con el sello del tampón de vuestro color único, que cada primavera le añade un nuevo tono a la paleta de los azules y morados de las túnicas de los nazarenos. ¿De qué color sois, jacarandas de Sevilla? ¿Sois morado Cigarreras, azul Hiniesta, celeste Montserrat? Sois un milagro cromático. Según avanza la dudosa luz del día, según estéis en El Cristina o en Triana, en Los Remedios o en Nervión, vais cogiendo un tono distinto, tan cambiante como el de la mar con los nublados de la lluvia.

Vuestra floración anuncian los clarines del gozo de los árboles del amor de la Plaza de América; de los naranjos en flor de la plaza de Molviedro; de las buganvillas del apeadero de la Casa de Pilatos. Sois, quizá, a vuestra vez, anuncio de otro secreto de la primavera: esos blancos seises en forma de flores que de aquí a nada apuntarán entre las turgentes hojas del magnolio de la esquina del Alfolí de la Sal.

Sois primavera pura de Sevilla, queridas, cromáticas jacarandas por las que no pasa el tiempo, pero que lo medís y anunciáis. Hasta que no ve vuestro azulenco color no se le pone a la tarde de mayo esta luz que pide a gritos altos cohetes que estallen en el cielo de Triana para anunciar la novena de la Virgen del Rocío, mientras en la plaza de los toros, quizá, con toda la ladrillería de sol vacía, un novillerete sueña la gloria en ese silencio en el que se oye el chasquido de las pipas de la monotonía.

Pedís, queridas jacarandas de las que me siento deudor por tantas bellezas... Pedís, os decía, el horizonte de una Sevilla de procesiones de Su Divina Majestad, donde los sacramentales goterones de cera roja se mezclen sobre los adoquines con los pétalos de rosas que van tirando los monaguillos amigos de los carráncanos, tejedores de la mejor Real Fábrica de Tapices. Pedís una Sevilla de procesiones de gloria; de carretas rocieras por Entrecárceles o la calle Castilla; de campanas de la Giralda que a las cinco en punto de la tarde convocan a los seises para su divino paseíllo, sombrero chambergo en mano, desde la reja del coro de los canónigos al presbiterio donde los pintó Gonzalo Bilbao. Y pedís sobre todo, azules jacarandas, una Sevilla soñada, idealizada por vuestra belleza, salvada de todo mal, de toda confusión, de toda degeneración, por ese color malva, como de largo atardecer del Aljarafe contemplado desde la barandilla del puente de Triana.

Perdonad si este año, hasta ahora, me olvidé de vosotras. Pero estabais tan bellas cuando por la avenida de María Luisa erais el azul techopalio para la alegría antigua de los palillos de unas flamencas camino de la Feria...

Articulos de días anteriores

Ir a página principal (Inicio) de www.antonioburgos.com

 

Para buscar dentro de El RedCuadro

 
    

 

Correo Correo

Clic para ir a la portada

Biografía de Antonio Burgos


 

 

Copyright © 1998 Arco del Postigo S.L. Sevilla, España. 
¿Qué puede encontrar en cada sección de El RedCuadro ?PINCHE AQUI PARA IR AL  "MAPA DE WEB"
 

 

 


 

Página principal-Inicio