ANTONIO BURGOS | EL RECUADRO


Sevilla viva

El sábado, el teniente general Virgilio Sañudo nos invitó a lo que suelo llamar «una convidá a Patria». Una solemne parada militar en la Plazaspaña, con renovación de la jura de bandera de dos compañías de paisanos, emocionante homenaje a los que dieron su vida por España y desfile final. ¡Con lo que gusta aquí un tambor y una corneta! Siempre que el capitán general da una convidá a Patria, se sacan dos conclusiones: lo cuidadísimo que mantienen los militares lo suyo de la Plazaspaña y lo bien que organizan estos actos.

El general Sañudo dio un discurso con motivo de la festividad del día, el de las Fuerzas Armadas. Celebración en la que por cierto Sevilla escapó mejor que Málaga, ciudad elegida este año por ese Ministerio de Defensa que se defiende como puede de una ministra antimilitarista cual Carmen Chacón. Los malagueños se quedaron castigados sin postre, digo, sin desfile, y el desfile de la Plazaspaña dio gloria verlo. Y en el discurso que cito, el general Sañudo remató con los gritos tradicionales. Lo más bonito de las convidás a Patria de Capitanía es que te puedes hartar de gritar «Viva España» sin necesidad de que juegue la selección de fútbol. Pidió el jefe de la Fuerza Terrestre que con ídem, con fuerza terrestre, coreásemos los vivas que proclamó al aire de la serena mañana: Viva Es<CW-10>paña, Viva El Rey, Vivan las Fuerzas Armadas. Y añadió de su cosecha otro grito, que nunca había oído en la viva voz de nadie, y que me maravilló:

— ¡Viva Sevilla!

— ¡Vivaaaaaaa!

Ese «Viva Sevilla» parece que nos da vergüenza decirlo a los sevillanos. Tiene que venir un teniente general montañés, como Trifón, para enseñarnos el orgullo de gritarlo. El «Viva Sevilla» lo dejamos para las sevillanas del siglo XVIII armonizadas por García Lorca: «Llevan las sevillanas en su mantilla/un letrero que vive Viva Sevilla». Eso es sólo en las sevillanas del XVIII. Yo me he hartado de ver mantillas el Jueves Santo, y en las bodas, y en ninguna de ellas he endiquelado nunca el referido letrero del «Viva Sevilla». ¿Será que no nos creemos que Sevilla esté viva?

Sevilla está tan viva y coleando que estamos en plena época de relevos. Dios mío, qué cantidad de instituciones sevillanas tienen relevo de barandas en estos días. Hasta La Carretería va a tener nuevo hermano mayor. El general Sañudo mismo pasa a la reserva y habrá relevo en la que los sevillanos seguimos llamando Capitanía General, le ponga el mote que le ponga ese Ministerio antisevillano de Defensa que prohíbe que los soldados le rindan los debidos honores a Su Divina Majestad en el Corpus o le toquen la Marcha Real al Rey San Fernando en el día de su santo. Y en cuanto pase el Corpus, hay relevo en la Tenencia de la Real Maestranza; no debo decir el nombre del nuevo teniente, sino sólo como cuando de chiquillos jugábamos a las cuatro esquinas: «Por allí jumea...» Y también hay relevo en Pineda, que tendrá un gran capataz, digo, un gran presidente: José Antonio García de Tejada. La Pura y Limpia del Postigo ya tiene nuevo hermano mayor: el sevillanísimo Antonio Bustos. Y creo que en la Plaza Nueva también hay relevo el sábado, que llega de alcalde un tal Zoido para certificar lo que dicen las lenguas de vecindonas: que Romerijo y Mariscos Emilio (y sobre todo Jailu) van a tener que presentar suspensión de pagos. Así que digo como el capitán general y le añado una media verónica: ¡Viva Sevilla viva!

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