ANTONIO BURGOS | EL RECUADRO


La rastra de mangoleta

El olvidado Domingo Manfredi Cano, escritor de Aznalcázar, geógrafo del cante jondo, pregonero de la Semana Santa, director del Centro Emisor del Sur de Radio Nacional (y padre de Juan Luis Manfredi), ganó el premio «Ciudad de Sevilla» de novela, que convocaba el Ayuntamiento, con «La rastra». Hombre con cultura de campo, Manfredi tomaba como símbolo de la vida a la rastra, que en el lenguaje de los tratantes de ganado es la cría de una yegua, que mama todavía y que tras la compraventa ferial debe seguir a su madre para la lactancia.

Con el título de la novela de Manfredi sintetizo este momento complicadito de la puesta en marcha del nuevo Ayuntamiento, donde alfombra que levanta Zoido es alfombra donde hay una bacalá.

—No, si va a levantar una alfombra y va a salir Laureano, aquel velazqueño enano que era ordenanza municipal e iba siempre de uniforme al lado del paso de la Macarena...

No sé si Laureano, pero puede salir de un momento a otro una factura pendiente de cobro de Hernán Ruiz, por trabajos en la Giralda. Y más que las facturas, a mí lo que me sorprende es que aquí las obras de locos y de tirar el dinero siguen como si no hubiera habido cambio en el Ayuntamiento. Ayer pasé por la Enramadilla, vamos, por Las Carolinas, lo que llaman ahora Viapol, y delante de las facultades había un obrón espantoso, lleno de máquinas de estrechar calles, destrozando y levantando aceras que estaban perfectamente. ¿Ha mandado Zoido esta obra? No, padre: es la rastra, que sigue mamando. Como es la rastra que sigue mamando el mamarracho del Cristina, que pasé luego por allí y había tíos trabajando para terminar esa pérgola inútil que han puesto sólo para que la Hermandad de la O no pueda pasar por su itinerario habitual. ¿Y la fuente dichosa que han dejado en el Cristina como rastra del mamoneo? Como está al lado de la Fuente de los Meones y desafiándola, la llamé la Fuente de los Cagones, pero hay otras teorías. Hay quien dice que es un bidé para elefantas. Y el arquitecto del pesebre que la ha perpetrado dice que es la Fuente de la Generación del 27. ¿Qué tienen que ver la Puerta Jerez y el Cristina con el 27? Que el malagueño Vicente Aleixandre nació en Yanduri, sólo eso. Los del 27 eran mayormente unos trincones de Madrid que si vinieron aquí a celebrar el ateneísta homenaje a Góngora en la Sociedad de Amigos del País, en la calle Rioja, fue porque le pegaron el mangazo a Sánchez Mejías, que les pagó el viaje y la estancia, porque desde siempre estos intelectuales de Madrid no vienen a Sevilla como alguien no les pague el viaje. Esa fuente sobra. Enterita. Porque, además, del 27 sevillano, del grupo Mediodía y de las revistas de la época, sólo recuerda a Cernuda y Romero Murube. Allí no está Juan Sierra, ni Rafael Laffón, ni Rafael Porlán, ni Fernando Villalón, ni Eduardo Llosent Marañón, ni Manuel Díez Crespo, el verdadero 27 de Sevilla. Y sobra en cambio Miguel Hernández, que no era del 27, sino de Orihuela.

Pero, nada, ahí han dejado la rastra, y el que venga atrás (que es Zoido), que arre, y que la pague. Julio Domínguez Arjona dice que esa fuente lamentable del Cristina es un cruce entre el mausoleo de Belmonte y la depuradora de San Jerónimo. Un horror, que sólo servirá para pediluvios del turismo de mochila y alpargata. Espero que esta lamentable Fuente del Olvido de los Poetas Sevillanos esté incluida entre todo lo que hay que derogar del Plan Centro... y de lo que no es Plan Centro, sino rastra de la mamandurria del mamoneo de la mangoleta con bicicleta.

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