ANTONIO BURGOS | EL RECUADRO


Cámaras falsas del Plan Centro

Por la Feria, fidelísimo a su cita con Sevilla, aparece siempre en el callejón de la plaza de los toros el fotógrafo taurino Paco Cano. Canito en el planeta de la Fiesta. Aunque no sean aficionados, lo recordarán, de haberlo visto en las corridas televisadas retratando a las cuadrillas cuando van a iniciar el paseíllo. Canito es pequeño de cuerpo y grande de ánimo, inconfundible con su gorrilla blanca de visera, en la que lleva escrita a rotulador la firma con que suele rubricar sus fotos y el año de su nacimiento en Alicante: 1912. Con 99 años, Canito sigue felizmente en ejercicio, de feria en feria. Segurísimo que hoy está en Valencia, en la reaparición de José Tomás. (Sin quien, por cierto, la fiesta de los toros ha seguido funcionando perfectamente. No ha hecho falta la presencia del mito del cuento del envergue de José Tomás para que hayamos comprobado la infinita confianza en el futuro que para los aficionados significa cómo ha cuajado en gran torero el niño de Manzanares o cómo El Juli, tras casarse con una niña Domecq, la nieta de Pantera, es un asentado figurón dominador).

Cuando Canito llega a la plaza, se harta de hacer fotos. No solamente de los toreros, desde el burladero de los fotógrafos donde parece el bisabuelo de los jóvenes reporteros gráficos, sino del público, de los empleados de la plaza, de los pintamonas que están en barrera precisamente para que los retraten, de todo el mundo. Y cuando veo a Canito hartándose de retratar gente en la plaza, siempre a petición de parte, me hago la misma pregunta: ¿tiene carrete la máquina de Canito? Yo creo que no. Yo creo que se lo quitó en 1947, en Linares, en señal de luto por haber sido el único que sacó una foto de la mortal cogida de Manolete. Canito, creo yo, lleva ahora la cámara para pasearla, porque, a diferencia de otros reporteros gráficos taurinos, no he visto nunca que le lleve a un abonado o a un empleado de la plaza la foto que le hizo la tarde anterior.

Bueno, pues yo creo que las cámaras del Plan Centro que puso Monteseirín para chivarse de los coches que entraran son como sospecho la de Canito: sin carrete. Dicen ahora que no funcionan desde marzo esas cámaras chivatas. Espadas dice que de eso tiene la culpa el PP (jejejejé); y yo, para no ser menos que Espadas, digo que de ese tiene la culpa lo apretá que la tenía Monteseirín, que nos dijo que iba a hacer la Avenida peatonal y allí si no te coge un tranvía, te pilla una bicicleta; y nos dijo que las cámaras del Plan Centro se iban a hartar de ponernos multas, y no funcionan. No sé cómo dicen que esas cámaras costaron 820.000 euros (que son 136 millones de pesetas). Esas cámaras no funcionaron nunca porque dentro no tienen nada, sólo la carcasa de fuera. Son para impresionar, para amenazar y para disuadir a los conductores. Esas cámaras del Plan Centro las compró Monteseirín en un bazar de los chinos de Santa Cecilia, qué van a costar 820.000 euros ni 820.000 euros... Más controladas tienen los chinos sus propias tiendas, con las cámaras que se instalan ellos mismos para que la gente no les robe, que las entradas a Sevilla con las del Plan Centro. Las cámaras falsas del Plan Centro son como el que se agencia unas pegatinas de Securitas y las pone en la puerta de su casa para que los ladrones se crean que hay alarma conectada con la Policía. Qué embuste más gordo, las cámaras del Plan Centro. Y más costoso. Monteseirín se gastó 820.000 euros en este embuste. Y en el otro embuste gordo de que la Avenida es peatonal, ni te cuento...

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