ANTONIO BURGOS | EL RECUADRO


Ensanchar calles

EN las primeras semanas de la alcaldía de Zoido se puso en funcionamiento algo que nos llenó a muchos de esperanza y alegría: la máquina de ensanchar calles. La pusieron a funcionar en el absurdo que dejaron los anteriores regidores en la Glorieta de San Diego. ¿Que usted no sabe dónde está la Glorieta de San Diego? Sí, hombre, entre el Caballo del Cid, el Casino de la Exposición y la entrada al Parque, donde está La Raza. En la Glorieta de San Diego hicieron una rotonda enooooooorme y absurda, para liar una buena con los coches, a los que les tenían declarada la guerra y a los que consideraban como fachas y reaccionarios. En aquella glorieta por donde antes se circulaba con bastante rapidez si se venía del Foso, consiguieron organizar los atascos del siglo, ya que ensancharon las aceras por la parte del Casino de la Exposición, dándoles una anchura, ¿qué digo yo?, mayor todavía que la que han puesto a las absurdas megaceras delante de la Facultad de Derecho en La Enramadilla, vulgo Viapol.

Bueno, pues el Ayuntamiento nuevo, recién tomado posesión, puso a trabajar en la Glorieta de San Diego una máquina prodigiosa que tiene: la de ensanchar calles. ¿Usted no se acuerda de la máquina de estrechar calles que tenían los del Tío de la Mariscada, que la metían, un poner, por Luis Montoto y dejaban la calzada así de estrecha, como una yincana, toda llena de pirindolos? Bueno, pues el Ayuntamiento, en la Glorieta de San Diego, puso a trabajar otra máquina que era todo lo contrario: la meten y deja las calles de anchas como tienen que estar, y las aceras, normales, no esas aceras enormes de las que es antológica la que han puesto delante de San Telmo, saben ustedes para qué: para que sea un comodísimo manifestódromo cuando Javier Arenas gane las elecciones y sea presidente de la Junta. Así podrán estar allí cómodamente manifestándose todos los colectivos protestones que el Partido Socialista vaya enviando conforme vaya haciendo falta darles por saco a los que ganaron las elecciones (y al modelo actual de los maestros, entreverados con los del 15-M, manifestándose contra Esperanza Aguirre en Madrid me remito).

Íbamos por la Glorieta de San Diego, cómo Zoido metió allí la máquina de ensanchar calles, pero incomprensiblemente no la he vuelto a ver funcionar por parte ninguna. Ya que está abolido el Plan Centro; ya que el coche ha dejado de ser el enemigo público número 1; ya que no es delito hablar de aparcamientos públicos en el casco antiguo, hay que poner a funcionar urgentemente la máquina de ensanchar calles, para ampliar las calzadas de circulación de los coches y estrechar las absurdas aceras anchísimas. ¿Por qué mantener esos embudos de calzadas, fábricas de embotellamientos? ¿Por qué no meter la máquina de ensanchar calles. Como piden los taxistas para la esquina que ampliaron en Arfe con García de Vinuesa, delante del Bar Los Príncipes, donde prolongaron en flecha la acera sólo para que los taxis que vengan de Dos de Mayo no puedan entrar hacia Harinas, y que quien tenga un aparcamiento en Sánchez Bedoya haya de dar un rodeo absurdo hasta Reyes Católicos, para por Zaragoza y Doña Guiomar salir a Castelar y poder enfilar por la esquina de la Droguería del Arenal?

Pongan, pues, a funcionar en buena hora la máquina de ensanchar calles. Y si de paso suprimen las rotondas con semáforos que son como usar cinturón y tirantes al mismo tiempo, pues menos atascos que habrá. ¡Viva la libertad de circulación de los coches particulares! ¡Viva la calle Ancha como La Feria!

 

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