ANTONIO BURGOS | EL RECUADRO


Siglas académicas

EN este otoño maravilloso que más bien parece barrunto de primavera, como si de un momento a otro fueran a aparecer los capirotes en la Alcaicería y los hierros de los palcos en la Plaza, pasé la otra mañana por Meguerry, dándome un paseíto por la muralla real de la calle Virgen de Luján, la que tiene más sucursales de bancos y cajas de ahorros del mundo. Y entre las exquisiteces de esa tienda clásica donde las haya de lencería y tapicerías, me fijé en una pegatina del cristal del escaparate, puesta con otras de las refinadas marcas que trabajan. El logotipo comercial ponía: ROSS. Y me puse a pensar: ¿de qué me suena esto de ROSS, de qué me suena? Yera de sonar. Porque horas antes había leído en el ABC que la Junta recortaba en un 10 por ciento su subvención a la ROSS. Y que ROSS, aparte de unas telas maravillosas que venden en el Meguerry de toda la vida, son las siglas de la Real Orquesta Sinfónica de Sevilla. Ya nadie dice «la Sinfónica», sino «la ROSS». Que a mí me suena a una residencia de estudiantes de mi época de Universidad, la RUS, que era la Residencia Universitaria Salesiana, luego Colegio Mayor San Juan Bosco.
Las siglas nos comen. Igual que los sordos hablan por señas, la gente habla ya por siglas. Dámaso Alonso llamó al XX «el siglo de las siglas». Lo malo es que el XXI lo es más todavía. El otro día, el arquitecto Miguel Oriol e Ybarra publicaba en ABC un sentido obituario de su hermano Íñigo, el de Iberdrola. Y bajo su firma ponía algo misterioso e indescifrable: «Académico de número RABASF». ¿Qué puñetas es Miguel Oriol, esta cosa que suena a cinta magnetofónica alemana antigua, RABASF? Tras mucho cavilar, llegué a mi eureka. La RABASF es la forma pedante y cursi de llamar por siglas a lo que toda la vida de Dios ha sido Real Academia de Bellas Artes de San Fernando. Me temo que la moda de las siglas empezó por la Real Academia Española, a la que la gente llamaba antes «de la Lengua» y ahora se ha puesto a sí misma el mote de «la RAE», que a mí me suena a Automóvil Club. La RAE edita el DRAE, toma castaña, que antes era el Diccionario de la Real Academia Española. Habrán visto en todas las informaciones que Juan Gil, el latinista casado con la americanista Consuelo Varela, no leyó su discurso de ingreso en la Española, sino en la RAE.
—Es que «la Española» suena a confitería antigua de la calle Tetuán, usted.
Y RAE suena a registro de impagados. Te equivocas en una sola vocal y metes a Juan Gil no en su merecido sillón académico que antes ocupase Delibes, sino en el registro de morosos, en el RAI. Que es, a su vez, inútil emisora repe de Canal Sur Radio, Radio Andalucía Información.
Y como todo se pega, menos lo bonito, no crean que esta moda del hasta aquí llegó el agua de las siglas en la Academias se ha quedado en Madrid. Cuando murió el catedrático y novelista Juan Ramón Zaragoza Rubira, olvidado premio Nadal de 1980, la Real Academia Sevillana de Buenas Letras publicó una esquela en su recuerdo y le ponían algo así como a Miguel Oriol: que era académico numerario de la RASBL. ¿Sabe usted qué es la RASBL, que suena a «resbalón» como MNG son las tiendas de Mango? Pues la RASBL es la Academia de Buenas Letras de toda la vida. Supongo que los vecinos de arriba de la Casa de los Pinelo, para no ser menos, se firmarán pronto como RABASIH: Real Academia de Bellas Artes de Santa Isabel de Hungría, aunque RABASIH suene a plato de cocina marroquí. Pues nada, por mí que siga el cachondeo. Estoy por decir en ABC que no me firmen este artículo como Antonio Burgos, sino como ABB. Menuda sopa de letras: ABB en ABC. ¿Será por siglas?

 

Articulos de días anteriores

Ir a página principal (Inicio) de www.antonioburgos.com

 

Para buscar dentro de El RedCuadro

 
    

 

Correo Correo

Clic para ir a la portada

Biografía de Antonio Burgos


 

 

Copyright © 1998 Arco del Postigo S.L. Sevilla, España. 
¿Qué puede encontrar en cada sección de El RedCuadro ?PINCHE AQUI PARA IR AL  "MAPA DE WEB"
 

 

 


 

Página principal-Inicio