ANTONIO BURGOS | EL RECUADRO


El avión del tuteo

LLEGARÁ un día en que el uso del usted sea tan arcaizante y ceremonial como ahora el tratamiento de usía ilustrísima o de vuecencia. Hablaremos de usted sólo a los jueces. El usted se está perdiendo por falta de respeto y de uso. Los chavales no saben emplearlo. En los colegios estudian Educación para la Ciudadanía. Pero los ciudadanitos no son educados para usar el usted porque de momento hasta a los maestros y profesores se les habla de tú. Durante ese desfile de canis desvergonzados por el banquillo de los acusados que está siendo la vista oral del proceso por la muerte de Marta del Castillo, me ha sorprendido que los implicados no les hablen de tú a los jueces y usen los tratamientos adecuados. Lo que no consiguieron enseñarles los maestros en el colegio, hablar de usted a los mayores y a los desconocidos (porque hablar de usted es facha, obviamente) lo han logrado los abogados defensores de esta partida, quienes consiguieron también que Carcaño se refiriese siempre al Cuco, otro pájaro, como «El Menor», como si fuera el apóstol Santiago o Lucio Cornelio Balbo.
Tengo observado que cuanto más joven es el hablante, menos sabe usar el usted. Cuando viene a casa un chaval mensajero a entregar un paquete, no falla. Me dice:
—¿Me firmas aquí?
Y le pego el puyazo de un «usted» muy pronunciado, a ver si no me tutea: —¿Dónde dice u-s-t-e-d que le firme? Pero no capta el usteo. Contesta: —Aquí, donde tú quieras. No sirve insistirles en el usted, como recomendaba el viejo marqués de Ruchena a su médico, el doctor Domínguez Rodiño: «Eloíto, Eloíto, con el usted por delante, porque si no, te arrollan». Te arrollan y no te hablan de usted porque no saben. Razón por la cual a mí me había hablado de tú, sin conocerme de nada, la cajera del supermercado, y el tío que viene a arreglar la lavadora, y el que cobra en la gasolinera. Pero nunca me había hablado de tú un avión. Los aviones, como la vaca que ríe, son los medios de transporte que hablan. El Ave tiene megafonía, pero la voz de la azafata cuando llegas al avión tiene cercanía. Parece que es el propio avión el que te habla. Hasta ahora, de usted, cuando las compañías aéreas nos trataban como a señores y no como al embarque del ganao levanta una polvarea. La otra tarde, viniendo de Barcelona en el vuelo VY2220 de Vueling, el avión, un Airbus A320 al que no conozco de nada ni estuvo conmigo en el colegio, empezó a hablarme... Yo creía que iba a ser en catalán, como Lufthansa cuando llega a Barcelona, pero no, empezó a hablarme...¡de tú!:
—Coloca tu equipaje de mano debajo de tu asiento, pero no pongas nada si estás en una salida de emergencia.
Y tú para arriba, y tú para abajo, y tienes cuatro salidas de emergencia, y el chaleco salvavidas lo encuentras debajo de tu asiento, y abróchate el cinturón, y apaga tu teléfono móvil. Lo que más me sorprendió es que nadie a bordo comentó nada del tuteo. Les pareció a todos lo más normal este lamentable tuteo aeronáutico. Y más me asombra que nadie haya comentado nunca la campechanía soez de esta compañía, con la cantidad de tiempo que hará que Vueling comete esta ordinariez de tutear a los que pagamos nuestro billete y soportamos, sobre la estrechez del asiento, este compadreo que quiere ser simpaticorro pero que es sencillamente grosero. Porque, eso sí, en cuanto dejan de pegarte la ración de tuteo y repiten la monserga en inglés, empieza diciendo el muy mamón avión del tuteo, como si se estuviera dirigiendo a la Cámara de los Lores: «Ladies and gentlemen...»

 

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