Qué raro. Ayer ningún novillero salió por ninguna puerta grande tras cortarle las dos orejas a un utrero de El Parralejo. Un día se las cortaron en Castellón y al otro, en las Fallas de Valencia. Usted quizá no sepa qué es El Parralejo. Yo tampoco, hasta el gran éxito de esta ganadería con la novillada de Valencia. Entonces tiré de anuario de la Unión de Criadores. Se escribe El Parralejo, pero se pronuncia Pepe Moya. El Parralejo es la ganadería de bravo de Pepe Moya. Sí, Moya el de Persàn. Si, el hermano de nuestro inolvidable Juan Moya Sanabria, abogado, senador del PP, pregonero de la Semana Santa y hermano mayor de los Estudiantes. Sí, Pepe Moya, el hijo de don Juan Moya García, el ilustre maestro de letrados, también pregonero de la Semana Santa, quizá un caso único de padre e hijo en el atril, y ya hay en lista de espera un Juan Moya III que tampoco escribe malamente y que de cofradías sabe tela.
El Parralejo es el nombre de una finca de 400 hectáreas de Zufre donde hay una explotación de porcino y pasta la ganadería de bravo que en 2007 formó Pepe Moya con 51 vacas de Jandilla, 74 vacas de Fuente Ymbro y 4 sementales de cada uno de estos dos hierros. Sus toros tienen como señal hoja de higuera en la izquierda y orejisana la derecha. El gerente de la ganadería es Rafael Molina Candau. El mayoral, Juan Izquierdo Alvarez. Y la divisa, pues como en el cuplé de Rafael de León: "Con divisa verde y oro". Pero como Pepe Moya no es una ganadera salmantina, sino un empresario sevillano de los que caben pocos en docena, y el "con divisa verde y oro" podía prestarse al cachondeíto hispalense, oficialmente la divisa es "oro viejo y verde", según el libro de la Unión. Yo con guasa diría que es "Bosque Verde y Oro", por aquello de Mercadona.
Yo me alegro muchísimo del triunfo ganadero de Pepe Moya. Bueno, muchísimo no: una jartá, y que se mueran los feos. Su doble éxito valenciano es como una metáfora. En Persán, Pepe Moya está harto de vender desde Sevilla detergente a los valencianos de Mercadona, a los que les fabrica todos los jabones de su marca blanca, Bosque Verde. Con los novillos, total, ha hecho igual: fabricarles a los valencianos la ansiada y deseada bravura para Valencia y Castellón. Sevilla exporta detergentes para los Mercadonas de toda España gracias a Pepe Moya y ahora exporta bravura desde El Parralejo. Y pian, piandito. Este año va a Pamplona con otra novillada, pero hasta dentro de tres o cuatro años no embarcará una corrida de toros. Entonces las grandes figuras pedirán sus toros como ahora le pide tambores de detergente Juan Roig el de Mercadona: camiones y camiones; vete preparando, Santi Ellauri.
Y todo sin darse cuento, sin presumir. Felicité a Pepe Moya tras su triunfo en Valencia, y miren lo que me contestó: "Creo que lo estoy haciendo bien en muchas facetas, pero los que somos creyentes sabemos que no basta con inteligencia y esfuerzo, hace falta esa mijita de suerte que te da El que está arriba. Cada día tengo más claro las gracias que le tengo que dar a Dios y lo endeudado que estoy con la sociedad que me rodea; por favor, no dejes de recordármelo cuando me duerma". Pero el caso es que he vuelto a felicitarlo tras el éxito con puerta grande de Castellón, y siempre pensando en el Divino Catedrático del Buen Morir de su familiar Hermandad de los Estudiantes, me ha dicho: "Iba por dos cruces, pero me parece que voy a tener que poner otra más. Por la calle San Fernando el sudor en el ruán negro me va a llegar a los tobillos." Como la sangre a la pezuña de sus bravos novillos de El Parralejo que toman tres varas y repiten, repiten, repiten. Más que el gazpacho malo de una venta de carretera.