No recuerdo bien
si era una tía lejana de Pemán o una señorona de la calle
Ancha, quizás viudita naviera. Cuando la televisión llegó a
Cádiz, a pesar de la novelería ambiente, esta señora le
decía al escritor que ella nunca pensaba comprarse un
receptor. Y se lo razonaba:
-- ¿Pero cómo voy a meter un televisor en mi casa, para que
se me llene la salita de gente que ni me las han presentado
ni las conozco de nada?
A mí me ocurre todas las semanas algo parecido a la gaditana
de Pemán. No es que me resista a comprar un televisor con
TDT, HD y todos los acrónimos ingleses habidos y por haber.
Es que la salita se me llena cada fin de semana de gente que
ni me han presentado ni conozco de nada. No por culpa del
TDT, sino de las revistas llamadas del corazón. No es que yo
me compre estas revistas. No me gasto un leuro en ellas.
Pero las revistas del famoseo, como una plaga de cucarachas
o unos puñeteros mosquitos del poema de Dámaso Alonso, se te
cuelan en casa sin que puedas evitarlo. Los periódicos del
fin de semana vienen empetados de revistas del corazón que
traen encartadas y que el quiosquero te larga, quieras que
no. Se acumulan estas revistas en la salita, qué cantidad de
papel perdido, cuánto bosque talado en vano. No suelo
leerlas. Esta semana les he metido el diente, y prometo que
nunca más habré de hacerlo. No por nada, sino porque no me
he enterado ni de papa. Verán.
Tomo una de estas revistas, cuya cabecera no hace al caso, y
leo en la portada: "Hugo Silva e Hiba, apasionado
reencuentro": ¿ah, pero se habían distanciado? Y a todo
esto: ¿quién demonios es Hugo Silva? ¿Y quién Hiba, aparte
de pretérito del verbo "ir" con falta de ortografía? Y en
otra llamada: "Ana Fernández estrena novio": ¿pero estaba
sin pareja? Y antes que eso, ¿quién puñetas es Ana
Fernández? Abro las paginas interiores y la salita se me
sigue llenando de señores y señoras a los que no conozco de
nada, protagonistas de hechos que me importan una higa:
"Martín Luque, ¿nuevo amor?": ¿usted conoce a Martín Luque?
Porque yo no tengo el gusto. "Luis Fernández sale con Ana
Caldas": lo mismo, ni sé quién es Luis Fernández ni me
importa absolutamente nada Ana Caldas; por mí si salen como
si entran... "Eva Méndez, muy natural": pues como si eres
muy artificial, hija, ni idea. "Marisa Jara y Manuel
Vittorio, extraño paseo por Madrid": como si se pasean por
los patios cordobeses, por mí que se paseen todo lo que
quieran, a ver si así los conocemos por lo menos de vista.
"Paco León, en Málaga": hombre, yo preguntaría qué hace Paco
León en Málaga. En el caso de que supiera quién es Paco
León. Pero les confieso que Paco León me importa un
pimiento. En materia de Leones, me quedo con tío Rafael de
León (¿verdad, Santiago Castelo?) y con su sobrina Isabel de
León, marquesa de Méritos y presidenta de la Real Academia
de Bellas Artes de Sevilla.
Ah, y en llegando al término de la revista, menos mal, ¡por
fin un famosete que conozco! Dice el titular de una doble
página de fotos: "Rafi Camino, muy cariñoso con Sandra".
Bueno, gozo a medias. Rafi Camino sí sé quién es: el niño
del Niño Sabio de Camas, del gran Paco Camino, el que quiso
ser torero formando pareja con Micky, el niño de Miguel Báez
Litri. (De José y Juan, a Rafi y Micky, yo creo que es
algo...) Eso por lo que respecta a Rafi. Pero la tal Sandra,
la verdad, no sé quién es. Colijo que los recortes han
llegado al famoseo del corazoneo. Nos aviamos con famosetes
de los veinte duros, de la tienda de los chinos. Pasa como
con la Feria de Sevilla, donde antes los famosos eran Grace
Kelly, Jacqueline Kennedy y Orson Welles, y donde ahora los
famosos son Paquirrìn y Falete.
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