A Rafael Moneo,
lumbrera refulgente de la Arquitectura, le han dado el
premio Príncipe de Asturias de las Artes. Está clarísimo que
el jurado de ese premio no ha venido nunca a Sevilla. Y si
ha venido, ha sido en Ave o en coche, no por avión. Nadie
que llegue al aeropuerto de San Pablo puede creer que le
hayan dado el Príncipe de Asturias de las Artes al autor de
semejante mamarracho. Que fue Moneo, el arquitecto
aeroportuario que nos tocó en el 92. Como si no sobraran en
Sevilla arquitectos en paro, nos encanta importarlos. La
torre de su caprichito, por ejemplo, se la encargó Pulido a
Pelli, divino argentino, cuando aquí hay arquitectos
indígenas que se creen mucho más geniales, y perpetran
engendros como el edificio de su propio Colegio o la reforma
de San Telmo. El aeropuerto de la Sevilla del 92 se lo
encargaron a un navarro como Moneo, mientras que el de la
Barcelona del 92 fue para un catalán como Bofill. Aparte de
que prontito iban los catalanes a consentir que les hiciera
su aeropuerto un navarro, por muy Moneo que fuese, en
Barcelona salieron ganando. Bofill hizo para BCN un
aeropuerto que parece un aeropuerto, con sus pasillos
rodantes, sus fíngeres, sus zonas comerciales, sus
aparcamientos. Moneo, en cambio, creyendo que los sevillanos
estábamos todavía como en tiempo de los moros, no nos hizo
un aeropuerto: nos hizo una mezquita con aficiones de
aeropuerto. A Moneo, en verdad, le hubiera gustado hacer la
Mezquita de Córdoba. Pero como llegó tarde, ya que su señora
madre no lo parió a tiempo, se desquitó en sus ansias
mauritanizantes con el aeropuerto en forma de mezquita.
Seguramente pensó:
-- ¿En Sevilla quiénes están? Los Morancos, ¿no? Pues
entonces hay que hacerles un aeropuerto en forma de
mezquita, que es lo que les gusta, la Giralda mora y esas
cosas...
Como mezquita no sé, porque todavía no he visto por allí a
ningún moro rezando con el culo en pompa, puesto de rodillas
mirando hacia La Meca, y no he podido preguntárselo. Pero
como aeropuerto, San Pablo le salió a Moneo como un churro.
No un calentito, no: un churro. San Pablo es lo menos
parecido a un aeropuerto que se despacha. ¿Cuánto se han
tenido que gastar desde que lo inauguraron para corregirlo y
ponerlo en condiciones? Lo que medio funciona hoy no tiene
ya casi nada que ver la parida inicial de Moneo, incluido el
borderío de poner "Hombres" y "Mujeres" en los baños de las
llegadas.
¿Y la luz? ¡Cuidado que hacer el aeropuerto más oscuro del
muuuuuuundo en la tierra más luminosa! Se ve que Moneo no
tenía que pagar la factura de la luz. ¿Cuánto llevan pagado
de luz a Sevillana-Endesa desde que se abrió el aeropuerto,
don Francisco Arteaga? ¿Y esos corredores enoooooormes sin
un solo pasillo rodante? Ah, claro, como los moros no tenían
pasillos rodantes en las mezquitas... ¿Y las llegadas? ¿A
qué viene tanta grandiosidad de cúpula califal en las
salidas, y en cambio esas estrecheces y cutrerías en las
llegadas, peor que una parada de Damas o de Los Amarillos,
donde los pasajeros somos conducidos por una auténtica mangá
de ganado bravo, estrechísíma y cuesta abajo? En El
Parralejo tiene Pepe Moya mangás mucho más anchas y
agradables para sus toros. ¿Por qué vienes a Sevilla en
avión y en las llegadas no te dan ganas de cantar "Sevilla
tiene un color especial", sino "El embarque del ganao
levanta una polvarea"? Los usuarios de San Pablo le debíamos
quitar a Moneo el Príncipe de Asturias del tirón, hasta que
aprenda a hacer aeropuertos. Aunque todo es susceptible de
empeorar, según Murphy. Si a Moneo le han dado el Príncipe
de Asturias con el aeropuerto de San Pablo incluido, a Pelli
el de la Torre son capaces de darle el premio Pritzker, que
es el Nobel de la Arquitectura.
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