Con la de
garajes desocupados que hay en España, y con lo manitas que
son nuestros estudiantes, me extraña que ninguno haya
logrado hasta ahora hacerse multimillonario con sus
habilidades con el ordenata, echando a volar su imaginación.
Los millonarios americanos antes empezaban todos vendiendo
periódicos. Los millonarios americanos del Nasdaq empiezan
ahora todos de estudiantes, en un garaje, con un ordenador
chunguete, inventando viguerías informáticas. Así creo que
es la historia de los inventores de Google, Yahoo o Twiter,
o del que acaba de sacar Facebook a Bolsa como quien saca su
perro a pasear. Aquí en España, en los albores de la red de
redes, hubo algún muchachete listo que creó un buscador que
se llamaba castizamente Ozú, y creo que lo vendió a alguien.
Pero, ojú, no creo que le dieran más de cuarenta mil duros
de las antiguas pesetas, en aquellos tiempos del pinchazo
memorable de los accionistas con la salida a Bolsa de Terra,
el invento de Telefónica para ganar el dinero como su mismo
nombre indicaba, como tierra, pero resulta que fue para
perder millones a espuertas. Seguimos, pues, con el
unamuniano "que inventen ellos".
Y contemplamos no sé si con sorpresa o con envidia que el
invento de un estudiante de Harvard como Facebook salga a
Bolsa y lo valoren los inversores en millones y millones.
Aquí no sabemos vender el humo de La Nube de esa manera.
Pero nos da un avío tremendo. Estoy muy preocupado por el
bajón de Facebook en Bolsa. ¿A ver si la salida a Bolsa se
va a cargar a Facebook, como se cargó a Terra? Ya no podemos
pensar una vida sin Internet. ¿Cuántas veces al día nos
invitan a "meternos", que así dicen, en Internet? Se habla
de cualquier asunto y te dicen:-
-- Métete en Internet, verás cómo es verdad lo que te digo.
Ese "métete" es como cuando en la playa, en día
desagradable, el que viene chorreandito y tiritando de la
orilla te dice para convencerte, hablando del agua:
-- Métete, verás lo buena que está.
Le conceden a Internet, a bulto, más infalibilidad que al
Santo Padre de Roma, cuando en la red lo mismo está la
Enciclopedia Británica con todo su rugir que el blog de un
desahogado sin lacha. Y la autoridad que le dan a Facebook,
ni te digo. Los muros de Facebook tienen más adoradores que
los sagrados de Jerusalén. Todo tío mijita que quiere
alardear de vacaciones, de niños, de casa o de coche; todo
pesado que antes te enseñaba las fotos de su vida sacándolas
de la cartera, las sube ahora a Facebook. ¡Cuánto
exhibicionista de vida privada y cuánto roneante de
intimidad hay en Facebook, Dios mío de mi alma! Pero da un
avío tremendo. Gracias a Facebook, no tenemos ya que
aguantar que los amigos que hicieron el crucero nos sometan
a la tortura china de enseñarnos las fotos. Como son tan
exhibicionistas, subieron a Facebook las fotos de su crucero
por los fiordos noruegos. Y cuando te dicen que vayas a
merendar a su casa para enseñarte las puñeteras fotos,
puedes pronunciar la fórmula salvadora:
-- No, ya he visto todas tus fotos en tu perfil de Facebook.
Son preciosas...
Y te libras del coñazo. Y cuando otro de esa calaña te va a
enseñar las fotos de su niña, de su Andreíta, que ha
cumplido dos añitos, no le dejas sacar la cartera:
-- No, ya he visto sus fotos en tu Facebook. Está
riquísima...
Gracias, Facebook, gracias. No caigas en la Bolsa, por Dios,
no desaparezcas. No te puedes imaginar la cantidad de tíos
coñazos que nos quitas de encima.
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