Me acuso, padre, que como media España y parte de la otra
media me indigno con la nula o inexistente política de
comunicación del PP.
-- ¿Cuántas veces, hijo?
-- Pues cada vez que veo a la Pepa Bueno ¡todavía! en el
telediario, padre, que es que me llevan los diablos.
Sostengo que, en el caso de que las diga, el PP anuncia las
cosas de una manera que es como aquel mal encarado que
andaba por Sevilla, del que decía la gente que te espetaba
las cosas de una forma que si, un poner, te anunciaba que te
iba a regalar cuarenta mil duros de su bolsillo, en vez de
darle las gracias tenías que pegarle dos bofetadas, de lo
ofensivamente que te lo comunicaba.
Rubalcaba ha estado tres horas hablando con Rajoy en La
Moncloa. Muchas horas me parecen, para lo poco que habla
Rajoy. Habrá sido Rubalcaba quien ha hecho el gasto. La
política de comunicación del PP es, en la práctica, la
administración de los silencios de Rajoy. ¿Los silencios de
la Maestranza, dice usted? Esos son una algarabía de
energúmenos separatistas pitando a la Marcha Real al lado de
los silencios maestrantes y magistrales de Rajoy. Al buen
callar ya no le llaman Sancho, le dicen Rajoy. Si cada cual
es dueño de sus silencios y esclavo de sus palabras, Rajoy
es el terrateniente de un latifundio importante de
silencios, que, vamos, como el alcalde de Marinaleda caiga
en la cuenta, va y se lo ocupa para que se lo expropien. En
cuanto a la esclavitud de sus palabras, es Rajoy de tan
pocas que a todas ellas les ha dado la libertad, como los
negritos buenos que van al cielo en las películas americanas
del algodón de Alabama.
Tras mucho indignarme con la torpísima o inexistente
política de comunicación del PP, creo que he dado con la
tecla. ¿Saben por qué el PP comunica tan poco y comunica tan
mal? Porque, total, para los disgustos que hay que
comunicar, calladitos están más guapos. Por eso han puesto
en el Congreso al portavoz que porta menos voz del mundo,
que el tío es de Libro Guinnes de los récords. Todo es como
un compañero mío de la Real Academia Sevillana de Buenas
Letras, que me dijo un día:
-- Ayer estuve brillantísimo en un debate sobre toros y
literatura.
-- ¿Qué dijiste?
-- ¡Nada! No abrí la boca, por eso estuve brillantísimo,
frente a tantas paparruchas como dijeron allí los divinos
exquisitos y los exquisitos divinos.
Rajoy está siempre brillantísimo en su buen callar. Yo creo
que es señal de inteligencia. Es que estoy viendo a
Rubalcaba en la citada reunión de La Moncloa, preguntándole
al presidente con las del beri por sus planes sobre la prima
de riesgo, y ese Rajoy contestándole:
-- Sí, hombre, a ti te lo voy a decir, para que sepas igual
que yo y te dediques a hacerme la puñeta y a joder la
marrana...
Y seguro que los viernes milagro le da instrucciones a
Soraya para las ruedas de prensa, cuando se abre el portón
de los sustos tras el Consejo de Ministros:
-- Cuidado con lo que dices a los periodistas, Soraya, que
van a saber igual que tú.
Así que, tranquilos, no se indignen como servidor con Pepa
Bueno. No es que no tengan política de comunicación, es que
son unos virtuosos del silencio. Al PP la política
informativa se la lleva Concha Piquer: "Que no me quiero
enterar, no me lo cuentes, vecina". La deuda y el déficit
son tan brutales que España debe hasta de callarse. Por eso
su Gobierno calla con tanta insistencia como torpeza.
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