ANTONIO BURGOS | EL RECUADRO


El callar de Rajoy

    Me acuso, padre, que como media España y parte de la otra media me indigno con la nula o inexistente política de comunicación del PP.
-- ¿Cuántas veces, hijo?
-- Pues cada vez que veo a la Pepa Bueno ¡todavía! en el telediario, padre, que es que me llevan los diablos.
Sostengo que, en el caso de que las diga, el PP anuncia las cosas de una manera que es como aquel mal encarado que andaba por Sevilla, del que decía la gente que te espetaba las cosas de una forma que si, un poner, te anunciaba que te iba a regalar cuarenta mil duros de su bolsillo, en vez de darle las gracias tenías que pegarle dos bofetadas, de lo ofensivamente que te lo comunicaba.
Rubalcaba ha estado tres horas hablando con Rajoy en La Moncloa. Muchas horas me parecen, para lo poco que habla Rajoy. Habrá sido Rubalcaba quien ha hecho el gasto. La política de comunicación del PP es, en la práctica, la administración de los silencios de Rajoy. ¿Los silencios de la Maestranza, dice usted? Esos son una algarabía de energúmenos separatistas pitando a la Marcha Real al lado de los silencios maestrantes y magistrales de Rajoy. Al buen callar ya no le llaman Sancho, le dicen Rajoy. Si cada cual es dueño de sus silencios y esclavo de sus palabras, Rajoy es el terrateniente de un latifundio importante de silencios, que, vamos, como el alcalde de Marinaleda caiga en la cuenta, va y se lo ocupa para que se lo expropien. En cuanto a la esclavitud de sus palabras, es Rajoy de tan pocas que a todas ellas les ha dado la libertad, como los negritos buenos que van al cielo en las películas americanas del algodón de Alabama.
Tras mucho indignarme con la torpísima o inexistente política de comunicación del PP, creo que he dado con la tecla. ¿Saben por qué el PP comunica tan poco y comunica tan mal? Porque, total, para los disgustos que hay que comunicar, calladitos están más guapos. Por eso han puesto en el Congreso al portavoz que porta menos voz del mundo, que el tío es de Libro Guinnes de los récords. Todo es como un compañero mío de la Real Academia Sevillana de Buenas Letras, que me dijo un día:
-- Ayer estuve brillantísimo en un debate sobre toros y literatura.
-- ¿Qué dijiste?
-- ¡Nada! No abrí la boca, por eso estuve brillantísimo, frente a tantas paparruchas como dijeron allí los divinos exquisitos y los exquisitos divinos.
Rajoy está siempre brillantísimo en su buen callar. Yo creo que es señal de inteligencia. Es que estoy viendo a Rubalcaba en la citada reunión de La Moncloa, preguntándole al presidente con las del beri por sus planes sobre la prima de riesgo, y ese Rajoy contestándole:
-- Sí, hombre, a ti te lo voy a decir, para que sepas igual que yo y te dediques a hacerme la puñeta y a joder la marrana...
Y seguro que los viernes milagro le da instrucciones a Soraya para las ruedas de prensa, cuando se abre el portón de los sustos tras el Consejo de Ministros:
-- Cuidado con lo que dices a los periodistas, Soraya, que van a saber igual que tú.
Así que, tranquilos, no se indignen como servidor con Pepa Bueno. No es que no tengan política de comunicación, es que son unos virtuosos del silencio. Al PP la política informativa se la lleva Concha Piquer: "Que no me quiero enterar, no me lo cuentes, vecina". La deuda y el déficit son tan brutales que España debe hasta de callarse. Por eso su Gobierno calla con tanta insistencia como torpeza.


 

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