Decir
Soraya a secas es más complicado. Cuando creíamos que
diciendo Soraya nos referíamos exclusivamente a la señora
Sáez de Santamaría, el PSOE se sacó de la manga su Soraya
particular, Soraya Rodríguez, también de Valladolid. No creo
que ocurra igual con Soledad. A esta Soledad que dices su
solo nombre y no hay confusión posible la han nombrado "La
Defensora del Pueblo": ahora que estamos en los fastos
gaditanos de 1812, ¿a que suena a nombre de fragata de la
batalla de Trafalgar?
No sé si Soledad fue la primera de la clase cuando
estudiante. Mejor. Ha sido la primera ya estudiada. Sin
presumir de feminismo ni de cuotas, sin pertenecer a
sindicato de género o a mafia de sexo alguno, ¿como les
diría yo? ¿Ustedes se acuerdan de lo del hombre en la Luna?
Bueno, pues lo de Soledad ha sido igual, pero en mujer y sin
Luna. Fue la primera mujer ministra en la democracia que nos
trajo Don Juan Carlos: titular de la cartera (y de los
donuts del escudo de la UCD) de Cultura, en el Gobierno de
Calvo Sotelo. Antes había sido la primera mujer que encabezó
una lista electoral por Sevilla, cuando salió diputada por
la UCD. Fue luego la primera mujer secretaria del Congreso
de los Diputados, en cuya mesa estaba sentada la tarde que
entró Tejero pegando tiros, y que era más horror todavía
cuando Soledad lo contaba repitiendo su frase más famosa, su
frase multiusos, que es como una navaja suiza que lo mismo
expresa su indignación que su ira, su enojo que su
desencanto, pero todo con la intensidad marca de la casa:-
-- ¡Qué horror, qué horror!
Soledad fue también la primera mujer alcaldesa de Sevilla,
ciudad que puso de dulce, como aún se recuerda. Y ahora, la
fragata de 1812: "La Defensora del Pueblo". Yo me alegro por
el Pueblo. La mejor forma que vamos a tener para saber que
los otros 17 defensores autonómicos del pueblo, 17, son
completamente superfluos y prescindibles será cuando Soledad
empiece a ejercer y a prestigiar la institución con las
mismas armas que usó en Cultura o en la Alcaldía de Sevilla:
tenacidad, constancia, firmeza, tesón, perseverancia. No le
arriendo yo las ganancias a los ofensores cuando Soledad
defienda al pueblo. Ya digo: demostrará que con una
Defensora del Pueblo tan efectiva, capaz y trabajadora como
ella sobran los 17 defensores autonómicos de la Señorita
Pepis,17.
Soledad es, además, demócrata de toda la vida. Desde la
Dictadura, que es cuando tenía mérito. No estuvo en el PCE o
en el Partido Comunista Chino, como tantos universitarios
hijos de papá y revolucionarios del 68 de porro, trenka y
pantalón de pana y campana. Soledad se inició en la política
en la entonces llamada clandestinidad, pero en un partido
democrático y de derechas, frente a los estalinismos
disfrazados de eurocomunismo que se estilaban. Soledad
estaba al lado de Joaquín Garrigues Walker en la
construcción de un modelo liberal de democracia para España
cuando había que hacerlo, en plena dictadura, con la Brigada
Social pinchando teléfonos y deteniendo gente, y con el
Tribunal de Orden Público condenando por propaganda ilegal.
En el Grupo Libra y luego en el Partido Demócrata Liberal,
cuando la derecha sevillana estaba encantada de haberse
conocido poderosa con el franquismo, Soledad se puso junto a
la partida de rojos que luchaban por las libertades.
Soledad, por el Partido Demócrata Liberal, corrió de verdad
delante de los grises pidiendo para España libertad. Esa
libertad ahora tan amenazada por la dictadura de lo
políticamente correcto, qué horror, qué horror, que habrás
de defenderle al pueblo, Soledad, con la misma ilusión de
entonces. (Se me olvidaba decir que esta Soledad es Soledad
Becerril. Pero no hace falta ponerlo.)
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