Como bien
saben ustedes, en Sevilla las palabras se escriben de una
manera y se pronuncian de otra. Se escribe, por ejemplo,
Luis Miguel Martín Rubio, pero se pronuncia Luismi. Se
escribe Rosa María Prieto-Castro García-Alix y se pronuncia
Rosamar (por cierto, enhorabuena por tu homenaje en la
jubilación). Y la que en los planos de carreteras es la
SE-30 se pronuncia "Ese Treinta". ¿Por qué? A poco que
recuerde cuanto de Filología me enseñó don Tomás Buesa en la
Facultad de Letras, me parece que llamar "Ese Treinta" a la
SE-30 es por analogía con la madrileña M-30, "Eme Treinta".
Todos sabemos de dónde a dónde va la SE-30 y los atascos,
embotellamientos y tapones que se forman en ella en cuantito
se resfría el Puente del Centenario o es día y hora de
salida a las playas o de regreso del fin de semana. Pero voy
a desvelarles que hay una Ese Treinta Interior que muy pocos
conocen. Casi nadie se ha dado cuenta de ella. Es una vía
que ríase usted del cardo y del decumano de la Híspalis
romana. Es más importante todavía que el decumano y su
hermano y que el cardo (borriquero). Más que el Camino Real
que iba desde el Arco de la Macarena a la Catedral. Desde
que peatonalizaron la Avenida y cortaron la calle Tetuán y
todo lo cortable al tráfico, Sevilla está partida a efectos
de circulación en dos. Ni cuando el 18 de julio de 1936 se
levantaron las barricadas de San Julián, San Román y San
Marcos estuvo Sevilla tan cortada en dos. Si estás en la
Magdalena con tu coche y quieres ir a Santa Catalina, no
tienes más remedio que salir a la Ronda por Marqués de
Paradas, dar toda la vuelta y entrar por la Puerta Osario.
No hay otra entrada. Las antiguas puertas han vuelto a
cobrar todo su valor histórico como entrada única a la
ciudad intramuros. Y más que ninguna, la Puerta Carmona. En
la Puerta Carmona empieza esta Ese Treinta Interior que les
explico. Vía única y obligatoria para entrar en coche (o lo
que es más grave, incluso en taxi) a la Alfalfa, a la Cuesta
del Rosario, a la calle Mateos Gago, a la plaza de San
Francisco, a Guzmán el Bueno, a Abades, a Santa María la
Blanca o a lugares tan apartados de la Puerta Carmona como
la calle Alemanes o García de Vinuesa.
Un ejemplo: un turista llega a Santa Justa y coge un taxi
para que lo lleve al Hotel Simón, que está en la calle
García de Vinuesa. El turista probablemente cree que el
taxista le está engañando y dando un rodeo espantoso para
que aumente el precio de la carrera. Porque de Santa Justa
ha de salir a la Ronda que llaman Histórica (vamos, a la
Ronda de toda la vida), hasta llegar a la Puerta Carmona. Y
una vez en la Puerta Carmona, coger la Ese Treinta Interior.
Esto es, tirar por San Esteban, la plaza de Pilatos, la
calle Águilas, Cabeza del Rey Don Pedro, La Alfalfa, Cristo
de las Tres Caídas, Costanilla, Cuesta del Rosario, Plaza
del Salvador, Alvarez Quintero, Entrecárceles, Plaza de San
Francisco, calle Alemanes, Punta del Diamante, García de
Vinuesa y, ¡por fin!, el simpático e histórico Hotel Simón
en García de Vinuesa. ¿Cuánto le ha costado al turista la
carrera? ¿Y cuánto le ha costado al taxista la gasolina?
¿Cómo hemos llegado a esta situación absurda, de tener que
dar rodeos y más rodeos en la ciudad cuyo anterior
Ayuntamiento le declaró la guerra al coche, guerra que el
presente Ayuntamiento, el de los 20 concejales, 20, sigue
manteniendo con el ahínco de su complejazo de derechas? --PUNTOAPARTE--
Explico todo esto porque quieren hacer peatonal la calle
Hernando Colón (será para poner veladores y más tiendas de
turísticas camisetas chungaletas). Pues como hagan peatonal
Hernando Colón, adiós, pampa mía: habremos cortado la Ese
Treinta Interior y no habrá forma de entrar a media Sevilla.
Como que a este paso van a querer hacer peatonal hasta la
SE-30 de verdad...
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