Como éstos de Izquierda Unida que nos gobiernan en Andalucía gracias al pacto del Bipartito de Perdedores que tiene apoltronado a Griñán en San Telmo no creen mayormente en Dios, el vicepresidente Diego Valderas no sabe que el nacimiento se pone en los hogares andaluces en los días finales de Adviento, cuando las jornaditas de Castilleja o de San Buenaventura. Desde esos días y hasta la Pascua de Reyes es cuando hay que preocuparse de armar el belén, que se quita en cuanto ha pasado la Cabalgata y los niños vuelven al cole, terminadas las vacaciones. Pero el ilustre y antiguo repartidor de butano es rarísimo. Las cosas de estos agnósticos profesionales. ¿Pues no que Valderas se coge las vacaciones de Navidad (de Solsticio de Invierno que dicen ellos y su colega el Tío de la Mariscada, ahora en enero) y con dinero de todos se pega un viajazo a Palestina para armar el belén, como el otro se fue a Bruselas a ponerse púo de langosta? Valderas ha ido con su dinero y el mío a armar el belén propiamente dicho. Un belén bastante andaluz. Un belén en el propio Belén, en la ciudad de Belén. Pero en vez de ir a La Venera a comprar corcho para las montañas del castillo de Herodes y al Mercadona por papel albal para hacer el río del pescador de caña, ha cogido el tío y se ha ido al mismísimo Belén. No a Ana Belén, que es de la cuerda y rica cejuda trincona de subvenciones, no: a Belén de Judea, al Belén donde nació Jesucristo Nuestro Señor.

¿Que para qué? Pues para armar el belén de la Casa de Andalucía. No otra cosa que armar el belén y tirar el dinero es ir a Belén, como ha ido el ex butanero, para inaugurar allí la Casa de Andalucía, vulgo Centro Cultural Palestino-Andaluz, ¡toma ya! Como en Andalucía no hay parados, ni médicos en apuros, ni hospitales con camas cerradas, ni profesores con el sueldo más recortado que los lápices de Ikea, ni empresas en crisis, ni expedientes de regulación de empleo, ni tiendas cerradas, ni concursos de averiares, ni matrimonios desahuciados... Como aquí no sólo nadamos en la abundancia, sino que tenemos la medalla olímpica de los Cien Metros Espalda a la Realidad, pues el ilustre bollullero que nos vicegobierna se ha ido a inaugurar en Belén la Casa de Andalucía. ¿Tantos andaluces se han tenido que ir trabajar allí porque aquí no había currelo, como tantos chavales a Alemania o a Inglaterra, que hay que poner para ellos en Belén una Casa de Andalucía? ¿Para qué sirve una Casa de Andalucía en Belén, Dios mío de mi alma? ¿Para poner una Escuela de Campanilleros sobre el caminito de Belén y olé, olé, Holànda, olé, Holanda ya se ve? ¿Para dar un curso de Alta Gastronomía a fin de comprobar in situ si en el portal de Belén hay un viejo haciendo gachas? Me queda una duda: en la Casa de Andalucía en Belén, ¿hay carteles de toros, hay un mostrador de bar cedido por la Cruzcampo, ponen discos de Manolo Escobar? Si no se oye a Manolo Escobar y no hay carteles de toros ni un mostrador de la Cruzcampo, ni eso es una Casa de Andalucía ni eso es ná, por mucho dinero nuestro que se hayan gastado.
Claro que hay otra teoría sobre Viajes Valderas S.L. Hay quien dice que la Junta se ha tenido que gastar en cuatro años 16 millones de euros en Palestina para pagar los derechos de autor de la cantidad de pañuelos palestinos que usan los progres, los indignados y los manifestantes en Andalucía. ¿No cobran los modistos derechos de autor por sus diseños, y, un poner, las franquicias de los pueblos tienen que abonar regalías a Vittorio y Luchino? Pues Palestina por los pañuelos, igual. Cobra derechos de autor por cada kotufa, o kufiya, o como se diga que se vende en Andalucía. Prenda que tan uniforme del cuerpo de la progresía es, y tan usada, que a un gran e inspirado autor de comparsas del Carnaval, a Tino Tovar, que no se la quita ni para ducharse, ¿sabe usted como le dicen en Cádiz? Pues en vez de Tino Tovar, Palestino Tovar.