De entrada, para que queden bien claritos los tuétanos de cuanto luego diré, proclamaré que las cofradías no son asociaciones de vecinos o peñas béticas, que son parte (y fundamental) de la Iglesia Hispalense y que, por tanto, quien debe de mandar en ellas con su suprema autoridad eclesiástica es mi verdadero Arzobispo Amigo, o sea, don Juan José Asenjo, y no el Consejo de Cofradías, ese virtual grupo de presión que se cree que manda en Sevilla más que el lobby judío en Nueva York. Si monseñor Asenjo ha ordenado que en el Año de la Fe se celebre el Vía Crucis Magno, con 14 imágenes de Cristo, 14, y sin los protagonismos de la hermandad a la que le toca en cada Cuaresma sacar su imagen según la Tómbola de San Gregorio, sus razones pastorales tendrá. Razones que el capilliteo, tan iletrado, quizá no alcance a comprender y sin embargo no vea usted cómo largan contra el arzobispo... por la espalda, que si se lo encuentran, los muy babosos le ponen perdido de baba su pastoral anillo, rodilla en tierra.
A mí me interesa por razones estéticas el que nadie ha llamado todavía Vía Crucis Magno, como hago ahora en tiempo y forma, para que lo puedan copiar sin abonarme derechos de autor, mangándomelo por la cara, como suelen. El arzobispo ha quebrado las leyes de los acontecimientos sevillanos de masas llamados al éxito: ha organizado el Vía Crucis Magno en la calle y de balde, pero...¡sin tambores ni cornetas! ¿Tendrá éxito algo que se celebra en la calle y de balde, pero sin tambores ni cornetas, quebrando la ley de la Semana Santa, del Corpus, de la Virgen de los Reyes y de la Cabalgata? Será como un homenaje cofradiero a la Madre y Maestra: todos los pasos de las imágenes participantes, de Silencio. El Gran Poder, Pasión o el Santo Entierro irán como siempre: sin música. Pero lo novedoso y lo que estoy deseandito ver serán los grandes pasos de misterio o de Cristo sin música, sin pretexto para que las cuadrillas se luzcan con el izquierdo por delante y con ese sudoroso ballet de faja y alpargata que es muchas veces el andar, un poner, ante el palquillo de La Campana. ¿Se imaginan sin música a ese paso de La Estrella, a ese Nuestro Padre Jesús de las Penas que "hasta sentao/anda sobrao de compás" (copyright, Burgos en su pregonati del bacalati con tomati)? ¿Cómo trianeará el Cristo de la Estrella sin música por el puente, camino de esa Casa Lonja donde Paco Robles ha echado magistralmente los cuatro zancos por parejo a tierra del endecasílabo de "adivinando a Dios en cada esquina"? ¿Será a paso largo, será a paso racheao, en memoria de la colla del muelle y de cómo Jeromo el Cachas, el hermano de Alfonso Borrero, el padre del platero trianero, mandaba los Cristos de silencio? ¿O será a paso mudá, como ha recomendado el Consejo, con Bourrellier metido a capataz? ¿Y el misterio de San Gonzalo, cómo andará sin cornetas ni tambores? ¿Se imaginan al misterio de San Gonzalo andado sin música camino del Vía Crucis Magno, con el tío del sillón más aburrío que la mar? ¿Y los Gitanos? ¿Cómo andará sin música de la saeta de Serrat para cornetas y tambores el Cristo de los Gitanos, siempre por desenclavar del tópico machadiano? No me imagino al pasomisterio de Montensión con música de capilla. No me imagino al Cachorro con polifonía de sochantres. Por otra parte, ¿están acostumbradas las cuadrillas de estos pasos a andar sin música, con lo difícil que es andar con gracia pero sin música, a lo Maestro Rafael Franco?
Razones estéticas del arte de llevar los pasos que, como digo, por sí solas merecen que se haga el Vía Crucis Magno. Sólo por admirar el experimento de esa Mudá Magna, con los pasos de misterio que más flamencamente andan avanzando a paso de chaparrón gordo, sin música alguna. Tendré que cambiar lo mío del pregonati del bacalati con tomati para el Señor de las Penas: ¿"Que qué es trianear?/Que el Cristo que va sentao/ande a paso de mudá".