ANTONIO BURGOS | EL RECUADRO


Yogurcitos y bombonazos

Esto es un artículo en forma de yogur o un yogur en forma de artículo, aunque ahora que lo empiezo a teclear no sé si me saldrá natural, azucarado, edulcorado o de mijitas, y si éstas serán de fresa o de manzana. Hacendado, naturalmente, porque aquí somos mucho de Mercadona. Se ha demostrado que el ministro Arias Cañete, aunque la gente creía que sabía de campo por estar casado con una Domecq, con la hermana del difunto Juan Pedro, de lo que sabe de verdad es de yogures. Más que esa enlutada vieja de la fabada pero a la griega que anuncia sus yogures sobre un paisaje de blanca cal que más parece Arcos de la Frontera que una isla del Egeo. Arias Cañete empezó diciendo que a él le encantaban los yogures caducados, que al abrir la nevera hasta los escogía con la fecha pasada, y que a pesar de eso estaba gordo y retotolludo. Y, claro, del dicho, al hecho: si el yogur con fecha caducada que no mata engorda al ministro de Agricultora, ¿por qué no librar a los españoles de la dictadura de las fechitas dichosas? Y así lo hizo. ¡Se acabó la obligatoriedad de la fecha de caducidad! --PUNTOAPARTE--

De la supresión de la fecha de caducidad para los yogures me preocupan tres cosas. Dirélas. La primera es la propia colocación del yogur en la góndola refrigerada del supermercado. A la hora de coger los yogures, se acabó tener que rebuscar en los de la parte de atrás, donde ponen los tienen una fecha de caducidad más tardía. Ya todos los yogures del supermercado serán de la parte de atrás: nunca caducarán.

-- Anda que no tiene usted horas de comprar yogures en el supermercado, Burgos...

Pues sí que las tengo, ¿para qué le voy a engañar? Yogures de muesli, concretamente. Esa es mi primera preocupación con las novedades yogurteras. La segunda, el yogur como ideal de belleza femenina. Un yogurcito es una niñita joven y monísima:

-- ¡Menudo yogurcito se ha ligado tu primo!

En la belleza de las chavalas hemos pasado de la pastelería al supermercado, de bombones a yogures. El bombón funcionaba con aumentativo: un bombonazo era la Niña Bombón de Heliópolis, de la que todavía se acuerdan muchos de los que enamoró. El yogur funciona con diminutivo: las nietas de los bombonazos son yogurcitos. Y sus madres, yogures. Una pandi de señoras entre cuarentonas y cincuentonas aún de muy buen ver, amigas de la reunión de jugar a la canasta, se fueron de excursión a descubrir un restaurante bueno de un pueblo y cuando iban por la calle, un lugareño, al ver aquel grupo de espléndidas señoras puretonas, algunas con un fachón impresionante a base de gimnasio, les dijo el piropo con guasa:

-- Dios mío, cuántos yogures... ¡caducados!

Las yogures puretonas todavía de buen ver serán de aquí en adelante igual que los yogurcitos, al hacer desaparecer Arias Cañete la fecha de caducidad. Pero tengo una tercera preocupación yogurtera: que la anulación de la fecha de caducidad de los yogures va a hacerle la competencia a los políticos. Aquí los únicos que hasta ahora no tenían fecha de caducidad eran los políticos. Ya saben, ésos profesionales de la política y de medrar en el partido, que dejan la carrera en Tercero de Derecho, se apuntan a Nuevas Generaciones o a Juventudes Socialistas y empiezan a ir de cargo en cargo, de concejal a diputado, de diputado a consejero, de consejero a presidente de una empresa pública, hasta que se jubilan sin haber dado ni golpe en su vida. A ésos sí que había que ponerlas le fecha de caducidad que les han quitado a los yogures. Y al Régimen del PSOE en la Junta de Andalucía. Los yogures van a ser exactamente iguales que el poder del PSOE en su Régimen de Andalucía: sin fecha de caducidad. Porque una vez quiso Arenas ponérsela y ya vieron: le falló el código de barras.

 

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