Había estado en Munich unos días sin ver un solo letrero de inmobiliaria puesto en los cristales de un local comercial cerrado. Sin ver un solo balcón con la quilla del letrero en ángulo del "Se alquila" contra la mar arbolada de la crisis (¿cómo se les ha quedado el cuerpo con la mariconada naval que me acaba de salir como metáfora?). Han sido unos días sin pasar por una calle del centro de la ciudad y ver, uno tras otro, locales y más locales vacíos. Y, por el contrario, las cajas de todos los comercios estaban como las de Zara aquí, las únicas de Sevilla que tienen cola, junto a las taquillas de las entradas del "derbi". "Derbi", mote que le han puesto a lo que antes era "el partido de la máxima" y que a mí me suena a nombre de sastrería de General Polavieja esquina a Albareda.

Si a mí, a la vuelta de mi mandado muniqués, me sorprendía la cantidad de letreros de la crisis y del barquinazo tras unos días sin verlos, ¿qué pensarán los turistas extranjeros, alemanes mismo, que visitan Sevilla y les parece que la ciudad toda se alquila o se vende? Yo creo que habría que utilizar la propia crisis como media de salida de ella, utilizando este paisaje como recurso turístico. Lo nuestro es de Libro Guinness, quizá único en el mundo. No creo que en todo el mundo haya una avenida con más concesionarios de automóvil quebrados y más naves cerradas y por alquilar o vender que en Montes Sierra, en el Polígono de la Carretera Amarilla. Pero no sólo en los chirlos mirlos: en pleno centro. Yo cogería a los turistas y me los llevaría en grupo a La Campana, a que vieran la pena que da la calle Santa María de Gracia. Y los metería luego por San Eloy, diciéndoles:

-- Y ahora vamos a entrar en una calle cuyo primer tramo, en la acera de la izquierda confirme vamos hacia el Hotel Colón, tiene todos sus locales cerrados hasta que llegamos al Pasaje de Alonso Vicedo.