ANTONIO BURGOS | EL RECUADRO


 
ABC, 1 de julio de 2013
 
Ojú, Susana
 
He puesto en el título lo de "Ojú, Susana" no en aplicación de las normas del Tertulianés Andaluz que comenté ayer, sino pensando en el peligro que va a ser de aquí en adelante hacer la menor crítica sobre la que parece será la candidata del PSOE a la Presidencia de la Junta y de lo que haga falta presidir: Susana Díaz. Mi ojú viene por el lado de las feministas profesionales. Habrá que tener mucho cuidado. Cualquier cosa que digas sobre esta señora puede ser interpretada no como lícito, sano, justo, equitativo y saludable ejercicio de la crítica, sino como machismo. La condición femenina suele ser un burladero tras el que se escinden las señoras que se dedican a la política para evitar toda crítica. Tú a un tío que es concejal, o consejero, o ministro, le puedes decir lo que quieras, que ningún señor te dirá:

-- Claro, os metéis con él porque es un tío. Mira cómo si fuera mujer...

Si fuera mujer nadie se atrevería a abrir la boca, porque se te echaba encima el Séptimo de Caballería del Feminismo. Pasa con esto de criticar a las señoras que se dedican a la política como con la Santa Madre Iglesia cuando proclama sus principios morales (¡buen tinto!). Días atrás, el arzobispo Asenjo dijo lo que la Iglesia piensa sobre el sacramento del matrimonio y las uniones de dos personas del mismo sexo. Al instante fue tachado de homófobo por los que están a la sombra de la bandera que ondea frente a Los Arcos a pesar de los 20 concejales, 20. Y que no ponga Zoido esa bandera, que verá la que le lían. Con esa bandera del torbellino de colores a Zoido siempre se lo acaba comiendo el tigre: si la pone, malo; si no la pone, peor.

Íbamos por Susana Díaz: que digo yo que habrá que echarle valor a decir sobre ella las cosas que diríamos, un poner sobre Griñán. Si pones a Griñán como se merece, no es hembrismo; pero si haces la menor crítica a Susana Díaz, es machismo. Bueno, pues aunque me acusen de machista. Yo desconfío mucho de una señora que no se ha dedicado en su vida a otra cosa que a la política, que no sabe lo que es una empresa, ni una inversión privada, ni una preocupación por cobrar la nómina a fin de mes. Y desconfío mucho también de una señora que ha tardado diez años en terminar una carrera de cinco, como Derecho. Dos buenas tarjetas de visita de cara a la Junta de Andalucía. Por lo visto, eso es lo que gusta aquí: los que viven del partido. Los que no conocen otro empleo que el carguete de turno del partido, ninguno por mérito propio, por esfuerzo, por oposición, por concurso de méritos, todos por el carné y por la cara.. Y los que andan en la frontera sur del 6,5 famoso de la nota media de Wert. Me da la impresión de que esta señora es todo lo contrario de lo que entendemos por la excelencia. Sí, será excelentísima, pero de excelencia, excelencia, lo que se conoce como excelencia discente, laboral, profesional, yo creo que conoce más bien poquita.

Y luego, lo que acostumbra el Partido Socialista, que mucho hablar de la soberanía del pueblo andaluz, pero le impone en la Junta lo que va conviniendo a la organización en cada momento. Quitaron a Escuredo, que lo había votado la gente, sin que aún hayan explicado por qué. A Borbolla le puso la proa el guerrismo y lo echaron. A Chaves lo trajeron de candidato a palos, pero le cogió gusto al sillón. Sin explicarlo tampoco, lo sustituyeron por Griñán. Que pega la espantá y como Chávez (con zeta de Venezuela) dejó a Maduro, nos deja a Susana Díaz. (Falta el pajarito.) Esto cada día es más Tercer Mundo, y no hay quien le quite las interrogaciones al título de aquel libro que publiqué cuando Andalucía, ay, era un sueño y no una forma de perpetuarse un partido en el poder.

 

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