ANTONIO BURGOS | EL RECUADRO


 
ABC, 22 de julio de 2013
 
Los clientes de Hacienda
 
No sé qué sería de mí sin la generosidad de los lectores que me dan muchos jornales ganados con sus rumbosos y desinteresados escritos de las más variadas materias. Diré, parafraseando a Manuel Benítez Carrasco: "Mira si son desprendíos,/que me escriben el recuadro/y luego creen que es mío".

Me escribe ahora un lector que no sale de su asombro cuando me cuenta lo que se ha encontrado al entrar en una dependencia de Hacienda. No sé si en la vieja Delegación de una calle Aduana, disfrazada en su final con el nombre de Indalecio Prieto y en el resto con el de Tomás de Ybarra. O no sé si en una de las delegaciones de barrio de la Agencia Tributaria, la vecina de la actual Aduana en La Raza o la de la calle Arjona. El caso es que se encontró con que el mostrador de información, en la moda de poner motes cursis a todo, estaba titulado así: "Atención al Cliente". No Usuario, no; no Contribuyente, no: Cliente. Cuando en todos sitios se impone la moda de lo de Usuario. Los viajeros del Ave son usuarios; los pacientes de los ambulatorios, usuarios; los pasajeros de los aviones, usuarios. Y todo así. Pero ¿clientes de Hacienda? Vamos, como si ser cliente de Hacienda fuera como ser cliente de la sastrería de Fernando Ávila, de la joyería de Ricardo Roldán o de la camisería de Javier Sobrino... Clientes obligados, en todo caso. Por lo que tendrían que modificar ese cartel, y poner: "Atención al Cliente... a la Fuerza".

Entre esos clientes supongo que habrá muchos titulares y socios de casetas de Feria. Creía que las inspecciones de Hacienda a las casetas de Feria eran sólo la forma con que el torpe del ministro Cristóbal Montoro agradeció a los sevillanos que lo hubieran elegido como cabeza de lista de la lista del PP al Congreso de los Diputados, y con mayoría absoluta. Pero siguen. Aún trae cola aquella jangá que Montoro se gastó con sus votantes. Ahora Hacienda pide papeles y más papeles a las casetas de Feria inspeccionadas. Otro lector, de cuyo nombre también hago gracia, aunque le pego el mangazo a su mensaje, se extraña de que servidor no haya escrito ya del asunto. No se explica mi silencio. Me dice:

"¿Es quizás que a su caseta no ha llegado el requerimiento de la Agencia Tributaria para que facilite los datos de cuantos proveedores la han surtido durante la Feria, el importe de sus facturas y forma de pago, incluyendo desde el montaje y la restauración hasta el cuadro flamenco, etc.? ¿Acaso no le han requerido para que relacione precisando los nombre y DNI de sus socio, el importe de las cuotas pagadas en los años 2012 y 2013 y la cuenta bancaria en que se ingresen dichas cuotas? ¿Es que le ha parecido normal la intromisión en la intimidad de nuestra Feria? ¿Quizás es normal en las caseta la llevanza (horror de voquible) de libros y la existencia de un archivador de albaranes, de facturas, de pagarés, etc.? A lo mejor estoy equivocado y esta Agencia Tributaria no es la de esta Zona de Sevilla sino la de Tarrasa; es un poner.

"Le confieso --sigue el lector-- que estoy dudando de si su silencio es una falta de información o yo tengo una idea equivocada de lo que es una caseta familiar en la Feria de Sevilla. Quizás sea sólo un paso más en la intromisión de la Administración en este espacio que comenzó ya hace mucho tiempo reglamentándola cada año con unas Ordenanzas cada vez mas invasivas. Mi caseta cumple este año sus 50 de existencia desde su emplazamiento en El Prado en que la libertad de horarios, decoración y estructura daba su carácter de espontaneidad a la Feria. Conste que no estoy defendiendo las "pañoletas" de las casetas de El 77, de El Machacante, de Renfe, o de Otto y Fritz y sus Amigos etc., pero hemos ido dejándonos permear poco a poco de un ordenancismo, supuestamente bienintencionado, so capa de tipicidad y seguridad, cuyo último acto –por ahora- es este requerimiento de la Agencia Tributaria. Y que quede ahí..."

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