ANTONIO BURGOS | EL RECUADRO


 
ABC,  30 de octubre de 2013
 
Visibilizar
 
     Sí, sí, es usted. Me dirijo a usted, oh lector. Tengo que agradecerle que me lea, tal como están las cosas. Como que estaba por preguntarle en qué bar se toma usted el cafelito de media mañana, para dejárselo pagado. Se lo merece. No me explico su fidelidad. No sé cómo me lee usted, si soy analfabeto en las nuevas degradaciones y depravaciones de la lengua española. Hay muchos nuevos analfabetos, y soy uno de ellos. Es analfabeto el que no sabe manejar un iPhone ni más tableta que la de turrón de chocolate de Suchard. El que no sabe poner un WhatsApp ni un SMS. Analfabeto el que en su vida ha visto un mensaje de Twitter, ni un muro de Facebook. Al que una amiga mía de Villamanrique, con gracia marismeña, le tiene puesto un mote de traducción literal maravilloso. Al Facebook le llama El Caralibro. ¿A que Caralibro suena a cantaor flamenco, como Rancapino? ¿A que suena a chirigotero de Cádiz, como Carapapa o Carapalo?

Como antes había campañas de alfabetización, veo a las generaciones maduritas aplicándose en aprender las cuatro reglas de las nuevas tecnologías. Para no ser analfabetos de nuestros días, ni quedar boquiabiertos ante esos chavales de apenas diez años que, plas, plas, plas, lo mismo te configuran una aplicación de Android en tu teléfono Samsung que te localizan por Google lo que busques.

Los aquí someramente descritos son los analfabetismos en las nuevas tecnologías. Mi analfabetismo es mucho más preocupante. Compruebo que aunque mi oficio sea el de la escritura, me estoy convirtiendo en analfabeto en mi propia lengua. La lengua española está tomando unos derroteros de adulteración ridícula y lamentable en los que me pierdo. Por ejemplo, me sorprenden esos loritos reales del lenguaje de lo políticamente correcto que del tirón repiten lo de "ciudadanos y ciudadanas, españoles y españolas". No soy capaz de decirlo, lo siento. Y mucho menos de escribirlo. Pero considero que soy absoluto analfabeto cuando compruebo que lo otro de "ciudadanía" de la dictadura antigramatical de la igualdad de géneros tampoco lo he escrito en mi vida ni dicho.

-- Ni Dios lo "premita", usted, como decía Lola Flores cuando le preguntaron si sabía hablar inglés.

Soy tan analfabeto que digo "vecinos", o "votantes", o "peatones", o el nombre apropiado en cada caso, y no "ciudadanos". Tan analfabeto, que no he aprendido a decir "padres y madres", en vez de "los padres". Y en cuanto a la lectura y comprensión, soy analfabeto funcional total. Leo textos escritos en este español de hoy y no me entero ni de papa. Por ejemplo, ayer me quedé en blanco cuando leí en ABC un titular que decía:

"La Reina ayuda a una investigadora de La Paz a dar visibilidad a su trabajo".

¿Qué pasa en La Paz, Dios mío de mi alma? ¿Que con los recortes no pagan la luz de los laboratorios de investigación y les han cortado el suministro, y allí no se ve nada? ¿Que por eso la investigadora ha tenido que recurrir nada menos que a Su Majestad la Reina, que tan preocupada como está siempre por estas cuestiones ha acudido presta con una linterna, a fin de dar visibilidad al trabajo de esta señora, porque allí, sin luz, no se veía tres en un burro? Lo de "dar visibilidad" debe de ser eso. Porque no creo que tenga que ver con el Credo nicenoconstantinopolitano de la misa preconciliar que aprendimos en latín en Portaceli: "Visibilium omnium et invisibilium". Por mucha simpatía que le tengamos, sería blasfemo decir que Doña Sofía es Reina de todo lo visible y de lo invisible... -

Así que, como ven, soy analfabeto total. Tanto, que no sé "poner en valor" lo de "visibilizar". ¿Y saben por qué? Porque no lo sé "verbalizar". Ni Dios lo "premita".

 

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