¿QUIÉN HACE ESTO?newchico.gif (899 bytes)

 Antonio BurgosEl Recuadro

   Las Cuarenta Sevillas

Diario 16 de Andalucía, 22 de diciemnbre de 1990

 Antonio Burgos

Portada de la antología "Las cuarenta Sevillas", de Antonio Burgos (1990)


Portada de la antología "Las Cuarenta Sevillas", de Antonio Burgos, publicada por Diario 16 de Andalucía en diciembre de 1990

La tapia y el río

COMO diría don Eduardo Miura, había todavía un par de garrochas de sol sobre el horizonte de Chapina. Aún quedaba sobre el Cerro de Santa Brígida esa altura campera del sol del atardecer, medida con la longitud, tan de hombres, de una vara de majagua con la que tentar hembras en campo abierto. Quiero decir que aún no había saltado la marca que con los altos vencejos y con el último toque de la Giralda viene río arriba desde Sanlúcar, como un bergantín-goleta, o llega desde la mar de Huelva atravesando un Aljarafe de viñas que ya sueñan la granazón de la uva que dentro de unos días veremos en la plata de la Custodia de Arfe.

Y allí junto al puente de San Telmo, en los malecones del muelle de las Delicias, había un revuelo de muchachos desnudos, antiguo y moreno, que me hizo pensar que del mismo modo que está viva la Sevilla de las crónicas guasonas de Galerín, también lo está la cernudiana Sevilla de «Ocnos». ¿Qué mejor bronce para Luis Cernuda que los torsos de escultura romana de esos muchachos desnudos que habían dejado el revuelo de sus ropas y sus sandalias sobre la piedra ostionera del muelle, y nadaban por un río antiguo de barbos y sábalos, de falúas de cigarreras y coplas del Pali, de cuadrilla de Alfonso Borrero cargando bocoyes de aceitunas endulzadas y de viejos recuerdos de ahogados?

Estaban en la memoria de la tarde todavía los muchachos bañándose en el río cuando en el periódico llegó ayer la crónica de Eduardo Saborido. Leía la sentida evocación que Saborido hacía de su río de Barqueta y de playa de María Trifulca, de sandalias de goma y cigarros de matalahúva del primer pecado, y pensé todo lo que se fue con esa tapia que el otro día tiraron. ¿O no se fue tanto, que nos queda, y demos las gracias al Santo Rey, mucha Sevilla? Leía las apasionadas palabras de Eduardo Saborido con Sevilla en los labios y pensaba que Sevilla a todos nos une. Que en las gárgolas de la Catedral, en las lentas lluvias del día de San Clemente, todos estamos de acuerdo. Y que todos estamos de acuerdo en la belleza de estas tardes de magnolios y seises. Y pensé que esa Sevilla está viva. Eduardo Saborido, desde el papel, iba tirando por las ventanillas de los vagones de tercera del Carreta los fardos de café de caracolillo de los estraperlistas, y yo iba pensando que cualquiera de aquellos muchachos que nadaban desnudos en el río, junto a la Torre del Oro, la otra tarde, antes de que saltara la marea, hubiera podido ser Eduardo Saborido. Y que tal es la fuerza de Sevilla, que en plena campaña política, con las espadas dialécticas desnudas y levantadas, el secretario de los comunistas sevillanos escribe no del pacto social, sino de la sentida memoria de las cosas. ¿Por qué nadie ha de adueñarse de la Sevilla eterna, si perenne es gracias a la memoria de todos? ¿Es de alguien el bien, la verdad, la belleza? Bendito sea el régimen de libertades que trajo el Rey Nuestro Señor que permite que en este junio de urnas, un sevillano de barrio, a quien he visto muchas noches de cofradías con los ojos brillantes delante de una candelería, evoque la verdad suprema de sus propios recuerdos. Una vez, en París, cuando documentaba mi «Guía secreta de Sevilla», hablaba con unos exiliados sevillanos, que eran Antonio Mije y Manuel Delicado. No me hablaban de las duquitas que pasaron, no me hablaban del sueño de la huella general revolucionaria en el que se asaron la vida. Yo venía de una ciudad que ellos amaban y que se llamaba Sevilla. Y fue Antonio Mije, comunista, panadero, sevillano de la Macarena, quien me preguntó:

--¿Y siguen vendiendo pescado frito con manojos de rábanos?

Como ves, Eduardo Saborido, tú has hecho posible el viejo sueño político de tus compañeros, de los que, por cierto, tan lejos sabes que ando. En Sevilla se sigue vendiendo pescado frito y manojitos de rábanos. En querer a Sevilla sí que tenemos todos siempre, Eduardo, todo el pescado vendido.

INDICE DE ARTICULOS DE "LAS CUARENTA SEVILLAS"

 


ARTÍCULOS DE HUMOR 

ARTICULOS SOBRE SEVILLA

NOSTALGIARIO

Biografía, libros y obra periodística de A.B.  

 


 
Copyright © 1998 Arco del Postigo S.L. Sevilla, España.
 

 

¿Qué puede encontrar en cada sección de El RedCuadro ?PINCHE AQUI PARA IR AL  "MAPA DE WEB"
 

Subir