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Cuidado:
está usted en el comienzo de un artículo absolutamente
tendencioso. Como que trata de las tendencias... El que
avisa no es traidor, y allá usted si, bajo su
responsabilidad, sigue leyendo. El autor declina toda
responsabilidad de escándalo. Aunque las compañeras de
TELVA quieren, muy generosamente, que como firma invitada
escriba sobre moda, ¿cómo voy a escribir de moda, si no
hay nada más pasado de moda que llamar moda a la moda? Ni
a la moda ni a ninguno los derivados de esta palabra. De
golpe y porrazo nos hemos quedado sin modistas. Ahora
todos son diseñadores. Aunque, la verdad, es justo. La
palabra modista estaba desprestigiada desde hace décadas.
Mi madre iba a la modista, y cómo sabría de modas la
autotitulada modista, que si no le llevaba un ejemplar de Burda,
no sabía dar puntada.
He
descubierto que lo que ahora de verdad está de moda es
llamar tendencia a la moda. A mí, la verdad,
profeso aficionado a los toros como soy, la palabra tendencia
me suena muy mal, completamente negativo. Tendencias
tienen los toros con malas ideítas. Tendencia a irse a
chiqueros por mansos, tendencia a entrar a la muleta con
la cara alta por broncos, tendencia a hacer hilo con los
banderilleros, tendencia a esperarlos, tardones, para
echárselos a los lomos. De ningún toro de bandera he
oído nunca decir que tuviera tendencia. Por eso hay tan
pocos toros de vuelta al ruedo, quizá, porque todos
siguen la tendencia de las tendencias.
Así
que si escribo de las tendencias, esto tiene que ser a la
fuerza un artículo tendencioso. No sé cómo una palabra,
tendencia, puede tener tanto prestigio social y el
adjetivo de ese nombre, tendencioso, un significado
tan negativo. Tendencioso es el editorial del periódico
vendido al Gobierno, el telediario manipulado, el sofisma
del discurso. Y la moda. Diccionario de la Academia en la
mano, este es un artículo tendencioso, publicado
en una revista totalmente tendenciosa. Porque
"tendencioso" es lo "que presenta o
manifiesta una cosa parcialmente, obedeciendo a ciertas
tendencias, ideas, etc." ¿Qué más parcialidad
quieren que haber dejado todos de hablar de la moda de un
plumazo y dedicar ahora toda la tinta a las tendencias?
Hasta el más humilde tendero está atento a las
tendencias. El concepto de la moda como "lo que se
lleva" ha dado paso al de la tendencia como lo que
está bien visto. Tal fuerza social tiene la tendencia,
que se inscribe uno en ella como se hace uno militante de
Izquierda Unida, socio del Real Madrid o accionista del
BCH. Con total fe en la nueva idea de los nuevos tiempos.
Ay, del que no siga la tendencia. La mujer tienen ahora a
la tendencia como las plantas a la luz. Y los hombres, si
queremos ser alguien, tenemos que adscribirnos a la
tendencia. Quien no tenga un traje negro para ponérselo
con una camisa negra, una corbata negra, un chaleco negro,
un cinturón negro, unos zapatos negros y unos calcetines
negros, no es absolutamente nadie, porque está fuera de
la tendencia. Estar fiera de la tendencia es la nueva
versión de estar en la higuera, en Babia, región, por
cierto, donde creo que no se edita ninguna revista sobre
tendencias ni los periódicos diarios tienen suplementos
femeninos dominicales dedicados a las tendencias.
Tendencias
nuevas, por descontado. Toda tendencia es nueva como toda
solidaridad es progresista y todo correo es electrónico,
tendencias, a su vez, de esos campos de las ideas y la
técnica. Incluso la tendencia ha desplazado al diseño.
Antes nos hacíamos polvo los riñones sentándonos en los
aeropuertos en los sillones de las salas de espera, que
eran todos de diseño. Ahora seguimos haciéndonos polvo
los riñones en esos mismos sillones, pero ya no son de
diseño: ahora siguen la tendencia. Te levantabas,
baldado, de un sillón de diseño y te cabía el consuelo
de acordarte de las castas todas del diseñador. Ya, ni
eso. Ahora, en todo caso, tienes que acordarte de
generaciones y pueblos enteros, de la sociedad que
colectivamente impone y se impone esas tendencias.
Personalmente,
no tengo el menor problema con las tendencias. No las
sigo. Desde hace lustros tengo una irrefrenable tendencia
a los trajes grises de buena franela en el invierno, a los
polos elegantones en el verano. Mis tendencias van por lo
clásico, en vista de que en estas materias no hay nada
tan permanente como el cambio. Estar fuera de tendencia es
la mejor forma de ver cómo las tendencias, cual olas en
la playa, vienen y van, mientras la arena permanece. Entre
la ola y la arena, me pongo siempre de parte de la arena.
En vista de que, al paso que vamos, las tendencias tienden
a durar cinco minutos. Y eso, las más duraderas.
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