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              Mariano Rajoy, vicepresidente del Gobierno y ministro del
              Interior, solemos tener, por gajes de su oficio, una imagen de
              seriedad que no se corresponde con su gran sentido del humor. Ese
              humor refinado y de retranca, de sal finísima, que los
              españoles, no s� por qu�, solemos atribuir a los ingleses.
              Mariano Rajoy me comentaba con ese humor su perplejidad ante el
              concepto del protocolo y de la etiqueta de los españoles. Cuando
              era ministro de Cultura, recibi� la invitación para presidir la
              gala de entrega de los premios Goya. Ley� en la tarjeta:
              "Etiqueta: caballeros, smoking; señoras, traje largo".
              Y all� que fue a la terrible prueba del smoking. Las señoras se
              creen que los únicos problemas de kilitos de más los tienen
              ellas, con las arrugas delatoras en las faldas que se han quedado
              estrechas. Eso es nada al lado de dos pruebas terribles de la
              silueta que hemos de sufrir los caballeros: la del niqui en el
              verano y la del smoking cuando se ha de menester. La prueba del
              niqui es demoledora. Llega el buen tiempo, tienes el primer fin de
              semana de playa, te pones tu camisa polo y cuando llegas con ella,
              oyes la sentencia terrible de tu mujer: -- Quítate inmediatamente ese niqui,
              que te hace un barrigón enorme. Pocos pueden superar al comienzo del
              verano la prueba del Carbono 14 del Lacoste. Una nimiedad
              comparada con la prueba del smoking. Sabes que has de usarlo, te
              vas al ropero y en el 90 por ciento de las ocasiones compruebas al
              probártelo, horror, que el smoking se te ha quedado pequeño, en
              la traición de la barriguita. Rajoy, hombre sobrio y moderado en el
              comer, super� la prueba del smoking. Cosa rara, le estaba
              perfectamente desde la última vez que se lo puso. Y en él se
              embuti�, con su corbata de lazo, para ir a la gala de los Goya.
              Donde pudo comprobar que era uno de los pocos que habían cumplido
              el protocolo y acudía como marcaba la etiqueta. Todo el mundo iba
              en esa "versión libre para la radio" del smoking que se
              ha hecho norma en el mundo del espectáculo: el atuendo negro
              donde la camisa y la corbata de lazo son sustituidas por una
              simple camiseta negra, una "T shirt" exactamente igual
              que las playeras. Rajoy observ� con perplejidad que los artistas
              nominados, los galardonados que subían a recoger los premios, los
              miembros del jurado, los famosos y genios del Séptimo Arte en
              general, todo el mundo iba con su chaqueta negra (desestructurada,
              por supuesto) y con su camiseta negra, y que los escasos
              esmóquines y corbatas de lazo eran de señores de la antigua
              observancia de la etiqueta no "goyesca", que poco
              tenían que ver con el cine. Pero héte aqu� que poco después de
              aquella noche de los Goya, se celebr� en Estados Unidos la gala
              de los Oscar, donde el pujante cine español estaba nominado y
              representado. Rajoy lo vio por la televisión, en directo. En el
              recuerdo del ridículo que hizo en la noche del cine español con
              su smoking de reglamento, crey� que cuando saliera la
              representación española, iban a ir todos de "etiqueta
              goyesca", de camisetilla negra. Cuál no fue su sorpresa
              cuando comprob� que los mismos que en Madrid eran unos
              transgresores de la etiqueta, en Hollywood iban todos
              perfectamente vestidos de smoking con todos sus avíos de fajín y
              pajarita. Cuando Rajoy me contaba con tanto
              sentido del humor cómo despreciamos la etiqueta propia y somos
              fieles observantes de la americana, le dije: -- Es que en Estados Unidos aún
              cumplen la norma mínima de etiqueta que me comentaba un viejo
              hidalgo andaluz. Me dijo: "Si yo te convido a mi casa a
              cenar, y en la invitación te pongo que la etiqueta es venir
              vestido con pijama, t� puedes hacer dos cosas: o venir, o no
              venir. Pero, si vienes, tienes que venir en pijama." Desde la camiseta negra de la
              rompedora etiqueta goyesca, aqu� pensarán que los americanos van
              a los Oscar en pijama. 
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