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De rosa y oro 

                                            por Antonio Burgos


Num. 3020 - 27 de junio del 2002                                    Ir a "¡Hola!" en Internet
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Faltaban aún unas fechas para el día de San Antonio de Padua cuando el cartero me trajo un sobre de El Corte Inglés, cosa que ocurre cada mes con el estado de cuenta de la tarjeta. Mas no se trataba del mensual parte de guerra de lo mucho que ha batallado por esas cajas la tarjeta de Isabel mi mujer. Era una carta con la firma y rúbrica de su presidente. Si la firma de Isidoro Alvarez no era de su puño y letra, la reproducción estaba perfectamente lograda hasta en el color azul de la tinta de la estilográfica, porque hay españoles a los que no imaginamos firmando a bolígrafo, tiene que ser a pluma, y de las buenas, de Montblanc para arriba. La carta llevaba una fecha posterior al día que la recibí: el 13 de junio del 2002. Y no estaba fechada en Madrid, donde el señor Alvarez tiene su despacho, sino en Sevilla, domicilio de mi tarjeta. La carta era una rareza de mirlo blanco, perro verde o teléfono negro, ¿han visto que ya no queda un solo teléfono negro?

Dándome el tratamiento de "distinguido señor" (que es lo que muchos intentamos ser, a veces sin conseguirlo), don Isidoro me decía en su carta con fecha de San Antonio: "En este día tan señalado para usted y los suyos, me es muy grato poder acompañarle en su alegría, expresándole mi más cordial y sincera felicitación". ¡Qué maravilla! Alguien que te felicita por tu santo, a la antigua usanza, y no por el cumpleaños, como va siendo ya la costumbre española. ¡Qué detallazo del señor Alvarez con su clientela! Porque me imagino que igual que yo por San Antonio, las Cármenes que tengan tarjeta de El Corte Inglés recibirán una carta igual de don Isidoro fechada el 16 de julio; que el 24 de junio la recibirán los Juanes, y así sucesivamente, hasta completar todo el Año Cristiano. Un ejemplo que debe cundir, y que deberían imitar los diarios, grandes formadores de opinión y también modelo de costumbres. En los periódicos antes venían las páginas de sociedad con unas largas listas en las que ponía: "Hoy, festividad de San Gonzalo, celebran su santo los duques de tal y de tal; los marqueses de cual y de cual; los condes de esto y de lo otro y los señores de..." Y aquí, la lista de todos los Gonzalos que había en Madrid, o en Valencia, o en Barcelona. Ahora ya no salen esas listas de onomásticas en los días de santos, y en su lugar publican una ordinariez: los cumpleaños. No conformes con decir cuándo es tu cumpleaños, a medio famoso o notable que seas, los tíos encima te ponen los años que cumples, ¡hala!, para que se entere bien todo el mundo. Cuando los diarios empezaron a dar mi cumpleaños, y pensé que era una faena de la competencia, en la clásica guerra mediática entre cabeceras. Pero no; el numerito dichoso de los años venía hasta en el periódico donde cada día publico mi articulo. Son las agencias informativas las que, junto al santoral del día que no publica ya nadie, dan estas traicioneras listas de cumpleaños. Que si fueran de señores sólo tendrían un pasar. Pero no. Ni las señoras se libran. Ponerle a una señora que celebra el cumpleaños con los que va teniendo en todo lo alto no es un detalle de cortesía: es una ordinariez. Y ninguna señora, además, se libra. Aquí nadie sabe cuándo celebra su santo la Reina, ni cuándo es Santa Sofía, pero el día en que Doña Sofía cumple años, ponen un retrato suyo así de grande, y en el pie, junto a la felicitación, una ordinariez: los años que cumple. Si las señoras no tienen ni espalda ni edad, de las Reinas es que ni nos debíamos enterar, al menos en España, del día que cumplen años. Dejemos eso de los cumpleaños para los ingleses y quedémonos con nuestras onomásticas de toda la vida.

Una cosa es tener envidia de los ingleses en sus ritos y ceremonias y otra es pasarnos en la importación estas costumbres anglosajonas, como si fuera venir del fin de semana en Londres con las maletas llenas de la cretona magnífica y elegantona que hemos comprado para tapizar un sofá del salón que nos va a quedar maravilloso. Si celebrar el cumpleaños de la Reina de Inglaterra allí es una tradición, aquí revelar los años que cumple la Reina de España es una lamentable descortesía. No sólo en cuanto Reina, sino en cuanto señora.

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