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De rosa y oro 

                                            por Antonio Burgos


Num. 3032 - 19 de septiembre del 2002                                    Ir a "¡Hola!" en Internet
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Es altamente formativo que España sea la nación más nupcial de Occidente. A reservas de cifras oficiales del Instituto Nacional de Estadística, calculo que salimos a dos bodas del año por mes. Con las que los señores aprendemos muchísimo, del modo más deleitoso, sobre cuestiones que las señoras dominan y a nosotros nos resultan arcanos insondables. Pregúntenme lo que quieran de las bodas últimamente celebradas. La cultura nupcial, por ejemplo, nos sirve a los caballeros para saber que Benazuza no es un maldito terrorista musulmán de la calaña de Ben Laden, sino la hacienda aljarafeña donde se casó María José Campanario. O que Lorenzo Caprile no es un pintor que pintaba con amor la Anunciación de la Virgen en el Cuatrocento italiano, sino el autor del vestido de novia de Marta Sánchez.

Estaba contentísimo con mis saberes en bodas hasta que llegó el blanco roto del vestido de novia de Ana Aznar. El blanco roto del vestido de la novia ha sido la decepcionante prueba del 9 de mis saberes en materia de bodas. He de confesar que sigo sin entender ni palabra sobre el blanco roto, que por lo visto es la tendencia. He descubierto con pavor que estoy completamente en blanco sobre el blanco roto. Me pone usted aquí dos trozos de tela, siendo una de blanco roto, y no sé decirle cuál es el blanco irrompible y este blanco descacharrado. Mis conocimientos en materia de blancos no van más allá de aquellos que aprendí con los anuncios de detergentes del señor Luque, o en los incunables del género, cuando llegaron a España el Ese y el Omo. Con aquellos primeros detergentes aprendimos en la televisión en blanco y negro que "Ese lava blanco, blanco, blanquísimo". Lástima que no nos dijeran si lavaba en blanco roto o en blanco sin romper.

He visto el blanco roto del vestido de novia de Ana Aznar y, la verdad, no le he encontrado la rotura a su albura por ninguna parte. Sigo sin saber qué decir si me preguntan si el blanco roto es como el blanco marfil o si es más bien como el blanco hueso. Si tiene algo que ver con el blanco de España, con las armas blancas, con los glóbulos blancos, con los versos blancos o con el Blanco White. Sé perfectamente que el vestido lo ha diseñado Aby Güemes, la modista vallisoletana de Ana Botella, que era eso tan de título de película de Spencer Tracy y la fantástica Catherine Hepburn: "la madre de la novia". Mas por más que lo he intentado con el auxilio de las nuevas tecnologías, no he conseguido saber cuál es el tono exacto de esta rotura del blanco nupcial. Y con estas investigaciones incluso ha aumentado mi perplejidad. Suponía que mi desconocimiento se refería sólo al blanco de moda, pero compruebo que llega a toda la paleta de colores de las tendencias. Con lo que ignoro de colores de moda podría escribir un Espasa. Lo del blanco roto es casi nada de complicado al lado de otros colores que se llevan, como los de las últimas colecciones: el azul sucio, el marrón tierra, el melocotón suave, el marrón rojizo, el granate pasado, el verde grisáceo o el pastel chicle.

Sé de otros colores, pero esos conocimientos son completamente inadecuados en esta hora nupcial de España. Me sé entera y plena la paleta taurina, que es un catálogo de metáforas e imágenes hermosísimas y certeras sobre los colores de los vestidos de los matadores. En la Fiesta Nacional, el morado es el "nazareno"; el amarillo, el "caña"; el celeste, el "Purísima". De un torero que va de blanco dicen las reseñas que viste "de primera comunión y oro". Algunos cronistas, como Javier de Bengoechea, hasta inventaron su paleta personal, bautizando con humor los colores. Para este gran escritor taurino vascongado, un novillero iba de "coca cola y oro" o de "yogur y plata". Mi tristeza aumenta al comprobar que ha pasado La Boda por antonomasia y ni con metáforas cromáticas geniales del mundo del toro nos ha aclarado nadie si el blanco roto es Ariel o es más bien Pascual descremada.

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