Clic para ir a ¡HOLA! en Internet

Ir a "¡Hola!" en Internet

De rosa y oro 

                                            por Antonio Burgos


Num. 3096 - 4 de dicienmbre del 2003                                    Ir a "¡Hola!" en Internet
Clic para ir a la página principal

Página principal-Inicio


Clic

 
Portada de "Gatos sin frontera", de Antonio Burgos     
Gatos sin Fronteras", nuevo libro de Antonio Burgos
Anticipo de las primeras páginas del libro
Anticipo del libro en el "Magazine" de El Mundo:Capítulo "Y Dios creó al gato" (con ilustraciones del libro)
Compra del libro por Internet-El Corte Inglés 
 
Clic para información sobre "Artículos de lujo"

"Artículos de lujo: Sevilla en cien recuadros",  de Antonio Burgos

 

"Jazmines en el ojal", editorial La Esfera de los Libros, prólogo de María Dolores Pradera   

"JAZMINES EN EL OJAL",  de Antonio Burgos

 

Artículos anteriores en ¡HOLA!
Recuadros
LA VAJILLA DEL PRÍNCIPE Artículos anteriores en ¡HOLA!

A veces nos maravillamos del buen gusto de los ingleses, de sus costumbres, de su refinamiento, sin considerar que en nuestra querida España hay una especie de Gran Bretaña interior que no tenemos en cuenta. A los que nos tenemos por anglófilos nos encantan las cretonas, los chalecos de punto, las chaquetas de sport, los calcetines de lana ingleses. Sin pensar a veces en la tradición de nuestros telares, de lo que fueron Béjar o Tarrasa. Cómo será nuestra veneración por lo británico, que el gran almacén español se llama El Corte Inglés. Así llamó don Ramón Areces a su primitiva tienda de la calle Preciados de Madrid; se sobreentendía que todo buen corte de traje había de ser tejido en el Reino Unido.

Hablamos de la loza inglesa, de la porcelana de la Compañía de Indias, y no pensamos que en España la hay igual. No sólo en Manises, o en Galicia. En Andalucía, desde el siglo XIX, existe tradición de loza tan estrictamente inglesa que la fábrica más conocida la fundó un inglés. Mr. Charles Pickman, en un viejo monasterio secularizado por la Desamortización de Mendizábal, creó la fábrica de La Cartuja de Sevilla. Muchas veces he estado en una casa donde se servía una cena en una vieja vajilla heredada de la abuela, y he escuchado a una señora decirle a la dueña:

-- ¡Qué vajilla más elegante! ¿Es Compañía de Indias, no?

-- No, es Cartuja de Sevilla...

Una de estas viejas vajillas, reproducción de un modelo que fue pintado en honor de nuestra reina Isabel II cuando visitó la fábrica cartujana en 1862, será el regalo de bodas del alcalde de Sevilla al Príncipe de Asturias. Un regalo con su carga histórica y su utilidad, no sólo a la hora de dar una cena en el futuro hogar, sino ahora mismo, al poner de relieve las excelencias de una loza española cuya fábrica está en una grave crisis empresarial y laboral que la tienen al borde de la desaparición.

Ojalá que todos los regalos que reciban los augustos novios sean tan hermosos y útiles como la vajilla cartujana del alcalde de Sevilla. No le arriendo las ganancias a S.A.R. El Príncipe de Asturias de los horrendos regalos que le esperan. Ya que tanto contento ha suscitado que esta futura boda haya modernizado los usos de la Corona, me atrevería a sugerir a Don Felipe y a Doña Letizia que pongan también al día los regalos de boda regia. ¿Cómo? Pues como los hacen las personas normales: con la clásica lista de bodas. Sería precioso que estos augustos novios, como tantos españoles que se casan, pusieran la lista de bodas en el ya citado Corte Inglés, aunque sea con los extrañísimos objetos que siempre suelen aparecer en esas relaciones, como el galán de noche o el paragüero. Por muy espantoso que sea un galán de noche o un paragüero, menos habrán de serlo que esos regalos oficiales y artísticos, estrictamente horrendos e inútiles, que esperan a Don Felipe desde todas las instituciones, ayuntamientos y autonomías de España. Si el motivo escultórico hecho por el artista local que le enviará algún ayuntamiento puede ser de dolor de cabeza, el tapiz con paisaje presuntamente asturiano de artesanía autóctona que amenaza con enviarle alguna diputación será como para que lo pierda el cosario y no llegue nunca a su destino en La Zarzuela. Todos estos sobresaltos al recibir regalos tan institucionales como inútiles se evitarían con la igualitaria y democrática la lista de bodas, a la que en cierto punto el alcalde de Sevilla se ha adelantado con su vajilla. Regalar esa vajilla de La Cartuja, ni cara ni barata, resultona, útil, es como adelantarse a la hipotética lista de bodas en la que perfectamente podría figurar.

Porque a Don Felipe y a Doña Letizia les queda que recibir muchos regalos que no serán tales regalos, sino problemas. Nuestros hijos, cuando reciben un regalo de bodas espantoso, pueden permitirse el lujo de ir a descambiarlos por el microondas que les falta. El Príncipe y Doña Letizia no podrán permitirse ese lujo. Y como además tienen la casa ya montada, nadie podrá regalarles, vajillas aparte, nada útil y provechoso para el hogar. Serán regalos inútiles que, además, habrán de conservar para cuando llegue el caso. Van a tener que poner como un guardamuebles al lado de la casa. Estoy imaginando la escena. Los Príncipes felizmente casados, y Don Felipe que tiene que recibir en audiencia en su casa, por ejemplo, a la Real Academia de Meteorología. Y ese Príncipe de Asturias, atribulado, preguntando a su augusta esposa:

-- Letizia, ¿dónde pusimos aquel barómetro de oro tan horroroso que nos regaló la Academia de Meteorología cuando nos casamos? Es que los recibo a las 11 y me parece poco delicado que lleguen al salón de audiencias y no vean por aquí aquel problema en forma de barómetro que nos regalaron, de quitar el sueño de feo que era.

Tambièn en "Hola", El Ordenador de Letizia

Otros temas sobre la Corona en El RedCuadro

Clic


Clic para ir a ¡HOLA! en Internet Clic para ir a la portada

Indice de artículos de Antonio Burgos en "¡Hola!"

Volver a la portada de El RedCuadroClic para ir a la página principal