Le
presentaron a Ronaldo y el Papa, que es infalible en cuestiones divinas pero muy
despistado en humanas materias, pegó el petardo, porque no sabía quién demonios era
aquel tío pelón y chato, mulatón y brasileño que le saludaba y le entregaba unas
camisetas, por lo que le preguntó como Los Chanclas:
--- Niño, ¿tú de quién eres?
No lo han dicho las crónicas, porque las
censura todas Joaquín Navarro Valls, que es del Opus y de los papeles que verdaderamente
entiende tela es de los papeles de fumar, pero añaden los bajos fondos vaticanos que el
Papa le dijo a continuación a Ronaldo como cuando El Loco de la Colina quiere ligarse a
una pibita en Catedral o en Baraka:
--- Sí, sí... ¿estudias o trabajas?
Mientras que otros pondrán verde al polaco,
porque les encanta largar fiesta contra el que tiene a Amigo Vallejo en eterna penitencial
cuaresma, en ayuno y abstinencia de púrpura, sin hacerlo cardenal, a mí me encanta que
el Papa no haya reconocido a Ronaldo. El lance demuestra que se puede vivir perfectamente
e incluso ser jefe espiritual de los católicos y jefe formal del Estado Vaticano sin
entrar a por uvas en el vigente star system de los medios de comunicación. Mucho
más gustazo que con Ronaldo hubiera sido todavía que hubiera ido cualquier pelandusca de
las que aquí salen tanto en los papeles, la Preysler de guardia, la Mazagatos de semana,
la Martínez Bordiú de turno, y el Papa les hubiera dicho:
--- ¿Y tú quién eres y a qué te dedicas,
hija?
Pero principio quieren las cosas. Me ha
encantado el Papa, además, en su petardo con Ronaldo, porque me demuestra varias cosas.
Primera, que el Papa no es en absoluto del Barsa. José María García aparte, si los
españoles conocemos a Ronaldo es por el Barsa. Y el Papa, que no sabe nada del Barsa,
pues tampoco sabe nada de Ronaldo. Después el lance me confirma que Ronaldo será todo lo
que quieran en el fútbol, el sucesor de Pelé, Di Stefano redivivo, Luis del Sol
morenito, la Biblia en pasta, pero no tiene un Gregorio Conejo. Si Ronaldo tuviera un
Gregorio Conejo, prontito iba a preguntar el Papa quién es Ronaldo. El Vaticano estaría
ya inundado de camisetas de Ronaldo, de almanaques de Ronaldo, de llaveros de Ronaldo. Y
sabiendo del ecumenismo y universalismo
de ese apóstol de los béticos en tierras de gentiles que es Conejo, que hasta tiene
nombre de Papa, Gregorio, ahora sí que no me cabe la menor duda de que el Papa es
bético. Si San Fernando era bético,
¿cómo no ha de serlo el Papa? Si el Gran Poder es bético, ¿cómo no ha de serlo su
representante en la tierra? Lo del Papa con Ronaldo ha sido la clásica guasa que nos
gastamos los béticos. Que el Papa se ha quedado con Ronaldo, vamos. Reconstruyo en
primicia mundial el verdadero diálogo:
- --- ¿Y dices que eres futbolista, hijo?
- --- Sí, Santo Padre...
- --- ¿Y has jugado en el Betis?
- --- No, Santidad...
- --- Entonces tú qué vas a ser futbolista ni ná... Tú
lo que eres es un brasileño que juega a la pelota, que es una cosa muy distinta. Mira,
hijo, Nos sabemos que la gracia divina está encarnada en la gracia humana del fútbol
según el arte del Betis, que ya lo dijo de San Pedro (Escartín): "In baeticis omnia gratia pelotae
est..." Así que, hijo mío, toma esta medallita del Gran Poder y rezaré mucho
por ti, para que un día don Manuel se fije en ti como se fijó en Denilson... y la
cagó....
Aunque imploró luego el Santo Padre en sus
rezos de la capilla privada la protección divina para ganarle al Madrid el viernes, no
puedo sin embargo contar más circunstancias de la condición bética de Su Santidad,
porque sólo hasta aquí llegó el relato que me hizo el padre don Angel Martín
Sarmiento, que no es capellán del Betis, como se cree, sino nuncio pontificio en la
diócesis heliopolitana.